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Durante siglos, el Imperio Ruso y la Unión Soviética han estado borrando la memoria de los ucranianos y otros pueblos esclavizados sobre sí mismos como nación, sobre los procesos históricos, los valores culturales y los logros científicos, mediante la censura, la propaganda y el bloqueo de la información. Junto a esto, destruían al pueblo ucraniano físicamente a través de las deportaciones, las hambrunas, represiones y guerras. Estos métodos fueron usados repetitivamente por varias entidades estatales rusas para destruir la memoria ancestral de los ucranianos. Les contaremos sobre los desafíos que han tenido y todavía tienen que superar el pueblo ucraniano en el camino hacia la preservación de su identidad.

La restauración de la capa perdida de la memoria nacional se ha convertido en parte de la descolonización en Ucrania, el proceso de liberación de la herencia imperial rusa que comenzó tras el colapso de la URSS. La creación del Instituto de la Memoria Nacional en 2014 fue un paso positivo en esta dirección. Un aspecto importante de su trabajo es el acceso a los datos. Por lo tanto, Ucrania aprobó una ley según la cual los archivos sobre los crímenes del comunismo y las violaciones masivas de los derechos humanos quedaron disponibles para el público.
La memoria histórica es un fenómeno sociocultural de reflexión colectiva del pasado por parte de las comunidades (conocimiento de los principales acontecimientos de la historia nacional, percepción de sus símbolos, conmemoración de las fechas y personajes importantes, etc.). La interpretación de la memoria histórica se considera memoria social, nacional, cultural y pública. El principal objetivo de la memoria nacional no es justificar los errores del pasado, sino aprender de ellos para evitar cosas similares en el futuro y mejorarlo.

Hambrunas y genocidios

El segundo artículo de la “Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio” de la ONU define el genocidio como cualquier acto “cometido con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Distintas entidades estatales rusas llevan siglos destruyendo deliberadamente al pueblo ucraniano. La opresión de los ucranianos tuvo lugar en los tiempos del Imperio ruso, la Unión Soviética y, ahora, la Federación Rusa.

El pueblo ucraniano tuvo que sobrevivir a tres hambrunas: en 1921–1923, 1932–1933 y 1946–1947. La más grande de ellas fue el Holodomor de 1932–1933. El primer acto jurídico en Ucrania que lo reconoció como acto de genocidio fue la Ley de 2006 “Sobre el Holodomor de 1932–1933 en Ucrania”.

Las represiones masivas, deliberadamente organizadas por las autoridades soviéticas, causaron millones de pérdidas humanas en el territorio de Ucrania. Aunque la historiografía soviética lo ocultaba, uno de los motivos del Holodomor de 1932–1933 fue el intento de acabar con la resistencia ucraniana, borrar su identidad nacional y convertirlos en ciudadanos obedientes de la Unión Soviética.

Durante décadas, se ocultó la información sobre el exterminio forzoso del pueblo ucraniano y se distorsionó la historia de Ucrania para encubrir los crímenes del estado totalitario soviético. En la Ucrania soviética era peligroso mencionar el Holodomor incluso en las conversaciones privadas: podría costar décadas de campos de concentración en Gulag. Incluso ahora los relatos de los testigos evidencian que tenían miedo de hablar de ello. La cautela forzada y el miedo a difundir historias sobre este crimen provocaron lagunas en la perdurabilidad de la memoria histórica.

Gulag
La “Dirección General de Campos de Trabajo Correccional” era una red de campos de trabajo correccional que existió en la Unión Soviética en 1934–1956.

Uno de los métodos de exterminio masivo de los ucranianos en la Unión Soviética fue la violencia física contra la élite intelectual del pueblo ucraniano. Durante años, las autoridades soviéticas llevaron a cabo “purgas”, arrestos, encarcelamientos y deportaciones de figuras educativas, científicas y culturales. Los ucranianos no podían crear libremente, participar en actividades académicas y conocer su propia historia. Una conocida encarnación de este fenómeno fue el Renacimiento fusilado, una generación espiritual, cultural, literaria y artística de los años 20 y 30 del siglo XX en la RSS de Ucrania, que fue ejecutada en su mayor parte durante el Gran Terror.

El Gran Terror
Período en la historia de la URSS (1937–1938) en el que las represiones estalinistas se intensificaron bruscamente y alcanzaron el máximo de su intensidad.

Los nombres de las calles, bibliotecas e instituciones culturales tampoco se nombraron en su mayoría en honor a los intelectuales ucranianos, sino en honor a los rusos, incluso a aquellos que participaron en las represiones contra el pueblo ucraniano. Influyendo así en el espacio público, las autoridades rusas trataron de destruir el patrimonio cultural de los ucranianos y los recuerdos sobre las figuras importantes. Después de todo, las calles y objetos similares son una especie de “monumentos incorpóreos” a aquellos fenómenos o personajes que se consideran destacados.
En el siglo XXI, los ucranianos se enfrentaron a una nueva fase activa de genocidio. El mal cometido hace casi 100 años no fue reconocido ni castigado, y los sentimientos chovinistas en Rusia no han hecho más que intensificarse. Ahora, la Federación Rusa está intentando una vez más destruir físicamente de forma masiva a los ucranianos y todo lo relacionado con la ucranianidad. El 14 de abril de 2022, la Rada Suprema de Ucrania proclamó las acciones de las tropas rusas en territorio ucraniano como genocidio, adoptando la resolución “Sobre la ejecución de genocidio por la Federación Rusa en Ucrania”. Esta decisión fue apoyada en los parlamentos de Polonia, la República Checa, Lituania, Letonia, Estonia, España y Canadá.

Deportaciones

El desplazamiento forzoso de los ucranianos estuvo acompañado de terror, represiones, confiscación de bienes materiales y restricción de los derechos políticos, sociales, económicos y culturales. Por supuesto, todo se silenció para que los descendientes no tuvieran recuerdos de los crímenes cometidos. Las primeras deportaciones masivas de los ucranianos comenzaron en el siglo XVIII, durante la época del Imperio ruso. Los ucranianos también fueron desalojados a la fuerza durante la Primera Guerra Mundial, pero las deportaciones a mayor escala tuvieron lugar durante la época de la URSS en el siglo XX.

Con el comienzo de la guerra a gran escala en Ucrania, la Federación Rusa ha vuelto a recurrir a la deportación. Según la Oficina del Presidente, al mes de octubre de 2022, los rusos habían reasentado a la fuerza a más de 1,6 millones de ucranianos. Las tropas rusas llevan a las personas a los territorios temporalmente ocupados de Ucrania y a Rusia. Al mismo tiempo, los obligan a pasar por campos de filtración. Un informe de la Universidad de Yale afirma que entre abril y julio de 2022, Rusia creó 21 campos de filtración solo en el ocupado este de Ucrania. Los liberados de los campos denuncian las condiciones insalubres, la falta de alimentos y agua potable, la denegación de la atención médica, el aislamiento, la violencia física y las torturas.
Según el Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional, parte de los ucranianos deportados de la frontera polaco-ucraniana durante la operación “Vístula” en 1947 acabaron en las regiones del sur y el este de Ucrania que actualmente se encuentran bajo la temporal ocupación rusa o en la línea del frente. “Antes de la guerra ruso-ucraniana, los lemkos (un grupo étnico) decían que creían y esperaban que las deportaciones no se repitieran. Para ellos, es un dolor ancestral, como el Holodomor para muchos ucranianos. En las tierras donde fueron reasentados a la fuerza ya han crecido sus descendientes, que se enamoraron de la estepa, se enamoraron del río Dnipró. Y luego vienen otra vez los moscovitas y les dicen que hay que educar a sus hijos de otra manera, que irán a Siberia, etc. Es un moloch (un símbolo de fuerza brutal que requiere muchas víctimas. — Ed.) de la historia, que es difícil de imaginar”, dice Roman Kabachiy, historiador e investigador de las deportaciones de 1944–1951.

Las deportaciones afectaron a distintos territorios de Ucrania: desde Lemkivshchyna y Posiannia hasta Crimea y Donéchchyna. Uno de los objetivos del traslado forzoso es nivelar las fronteras entre los ucranianos y los rusos, es decir, la asimilación. Durante siglos, las autoridades rusas han utilizado las deportaciones como método para borrar la memoria nacional con el fin de erradicar las manifestaciones de identidad nacional y convertir a los representantes de las diferentes naciones en un “pueblo fraterno”.

La deportación tiene un impacto psicológico significativo: tal experiencia puede romper a una persona, hacerla débil de voluntad y completamente controlada por un régimen totalitario. Los deportados se quedan sin bienes, conexiones, todo lo que les unía con su hogar. En Rusia son incapaces de preservar su identidad, especialmente los niños. Las familias rusas adoptan a niños ucranianos, lo que la propaganda rusa presenta como “salvar la vida de los niños”, pero en realidad es una señal de genocidio.

Destrucción de la cultura

A lo largo de su existencia, el Imperio ruso, y más tarde la Unión Soviética, destruyeron artefactos y documentos culturales, lugares de preservación de la memoria histórica de los pueblos que esclavizaron. Posteriormente, la Federación Rusa silenció estas acciones, manipuló los hechos históricos y se apropió de lo robado.

Los primeros robos “culturales” registrados se remontan a los tiempos de la Rus de Kyiv. Por ejemplo, el robo del icono de La Virgen de Výshgorod (Volodýmyr), una obra maestra de la iconografía a nivel mundial. En 1155, el príncipe Andrei Bogolyubsky de Volodymyr-Suzdal, durante un ataque a Kyiv, destruyó parte de Výshgorod, saqueó la ciudad y robó el icono de la Virgen. Desde 1999, este ícono se encuentra en la Iglesia-Museo de San Nicolás, que forma parte de la Galería Estatal Tretiakov de Moscú. Y esta no es una práctica aislada.

La Rus de Kyiv
Un estado medieval de Europa del Este con capital en Kyiv, que existió durante los siglos IX-XIII.

Además, Rusia está tratando de robar la sucesión misma de la Rus de Kyiv. Para consolidar esta falsificación a nivel estatal, Pedro I renombró el entonces Reino de Moscovia como Imperio Ruso. La Rus de Kyiv es el fundamento de la historia del estado ucraniano. La formación y el desarrollo del estado principesco con su centro en Kyiv fue un resultado natural del desarrollo socioeconómico y político de los ucranianos. En cambio, el actual líder ruso, Putin, ha dicho repetidamente en sus discursos y entrevistas que el estado ucraniano es una ficción.

Durante siglos, el Imperio Ruso y la Unión Soviética oprimieron el idioma ucraniano y prohibieron la literatura ucraniana. Durante el siglo XVIII, el Imperio ruso emitió una serie de decretos y órdenes prohibiendo y censurando el idioma ucraniano. En la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, hubo alrededor de 470 órdenes de censura de este tipo.
La circular Valuev de 1863 es una orden secreta emitida por el Ministro del Interior del Imperio ruso, Pyotr Valuev, para los comités de censura territorial, que ordenaba prohibir la impresión de publicaciones educativas y religiosas en ucraniano. El Ukaz de Ems de 1876 prohibió la impresión e importación desde el extranjero de cualquier literatura en ucraniano, las traducciones al ucraniano de idiomas extranjeros, así como las obras teatrales y las publicaciones de partituras en ucraniano. En el este de Halychyná y Bucovina, que en ese momento estaban bajo el dominio del Imperio austrohúngaro, las autoridades intentaron sustituir el alfabeto cirílico por el latino.

Las autoridades soviéticas persiguieron, reprimieron y exterminaron sucesivamente a escritores y figuras de la cultura ucranianos que formaban parte activa del movimiento disidente. Además, en la Unión Soviética, se restringió el idioma ucraniano, acercando una serie de palabras y frases al ruso. También interfirieron en la historiografía ucraniana: no mencionaron los crímenes imperiales, manipularon los hechos y se centraron en aprobar ciertas personalidades y fenómenos. Estas manipulaciones y propaganda se extendieron en el campo de la educación y la publicación de libros. Debido al silenciamiento de la verdadera historia y cultura, la memoria nacional ucraniana no pudo difundirse libremente.
Desde hace mucho tiempo, los rusos han tratado de destruir la evidencia de la estatalidad cosaca ucraniana, que es una parte importante de la manifestación afirmación de la estatalidad ucraniana en general. Rusia utilizó a los cosacos en guerras conjuntas (por lo que se sobreestima el poder de sus tropas imperiales), y después de ganar las confrontaciones con su ayuda, trató de oprimirlos, al mismo tiempo que reprimía el movimiento cosaco de liberación nacional. A finales del siglo XVIII, las autoridades zaristas rusas limitaron definitivamente los derechos de los cosacos, convirtiendo sus unidades en unidades militares del ejército.
Cada destrucción de la Sich de Zaporiyia (centro fortificado cosaco), fue acompañada de la incautación y exportación a Moscú o San Petersburgo de los kleinodes cosacos, sus atributos y símbolos de poder militar y civil. La Constitución de Pylyp Orlyk, considerada una de las primeras constituciones del mundo, todavía se conserva en el Archivo Estatal Ruso de Actos Antiguos de Moscú. El historiador ucraniano Oleksandr Alfiorov encontró allí este documento en 2008. Alfiorov entregó una copia de este documento al Museo de Hetmanato de Kyiv.

Durante años, el gobierno ruso utilizó la “propaganda monumental” como parte de su política. Este nombre fue sugerido por Lenin cuando firmó el decreto “Sobre los monumentos de la República” en abril de 1918. A continuación, los soviéticos comenzaron apresuradamente a erigir monumentos a los líderes de la revolución socialista, sin prestar demasiada atención a su valor artístico. El espacio urbano ucraniano se llenó de similares monumentos a los líderes soviéticos, lo que suplantaba la posibilidad de conmemorar figuras ucranianas. En diferentes años, las autoridades soviéticas prohibieron incluso reunirse cerca de los monumentos o lugares de enterramiento de figuras ucranianas prominentes. Y debido a la política antirreligiosa de la URSS, las festividades en las que se arraigan las antiguas tradiciones ucranianas fueron prohibidas o reemplazadas por otras más fáciles de politizar. De esta manera, han ido borrando los recuerdos de los ucranianos de las antiguas costumbres y tradiciones, que se transmitieron de generación en generación.
Otro método para implementar la política colonial de transformar dos nacionalidades distintas en un paradigma de “pueblos fraternos” fue la rusificación de los apellidos peculiarmente ucranianos. Les cambiaban los sufijos y terminaciones, agregando unos como -ov, -ev, -in. Así, Koval se convirtió en Kovalov, Shevchenko en Shevchenkov y Kozak en Kozakov. La rusificación de los apellidos se afianzó en el momento en que los campesinos, que no tenían documentos hasta la década de 1970, obtuvieron pasaportes. Los hombres que regresaban del ejército también tenían apellidos rusificados, que luego se utilizaban en sus pasaportes. Debido a estos cambios forzados, se perdió la esencia de los apellidos, que a menudo reflejaban toda la historia de la familia, lo que rompió la conexión de generaciones de los ucranianos.

Bloqueo informativo

Las autoridades rusas encubren todos los delitos con un bloqueo informativo. Durante siglos, Rusia ha ocultado sus crímenes, restringía el acceso a los archivos, manipulaba los hechos y reprimía a quienes difundían información veraz o tenían una opinión distinta a la del “partido”. La Federación Rusa está haciendo lo mismo ahora.
Deliberadamente o por negligencia, las autoridades comunistas destruyeron lugares que recordaban ciertos hechos históricos. Un ejemplo es la tragedia de Kurenivka, que ocurrió el 13 de marzo de 1961, en las entonces afueras de Kyiv.

Kurenivka quedó cubierta por una ola de desechos de una fábrica de ladrillos, que habían sido vertidos en el barranco de Babyn Yar. Tras la Segunda Guerra Mundial, no se erigió ni un solo letrero conmemorativo en Babyn Yar. Se hizo un vertedero que luego se llenó con desechos líquidos de la fábrica de ladrillos. Había planes de construir un parque allí, lo que finalmente se hizo. Para ahorrar dinero, se construyó una represa de arena en lugar de una represa de hormigón, que incluso era 10 metros más baja, y en vísperas de la tragedia de Kurenivka, se desmanteló la estación de bombeo. Cuando la represa de arena en Babyn Yar falló, ocurrió una tragedia que cobró la vida de 145 personas (según datos oficiales de las autoridades soviéticas). Pero debido al silencio alrededor de la tragedia, los ciudadanos de Kyiv no se fiaron de las declaraciones oficiales. Las autoridades soviéticas no sólo ocultaron y minimizaron la escala y las consecuencias del accidente, sino que también prohibieron mencionar a sus víctimas.

Babyn Yar
Un barranco en Kyiv, donde los nazis fusilaron a unos 34 mil judíos en dos días en septiembre de 1941. En total, unas 100 mil personas de diversas nacionalidades fueron asesinadas allí. Ahora Babyn Yar es uno de los símbolos del Holocausto.

El historiador Vitaliy Nahmanovych describe la tragedia de Kurenivka de la siguiente manera: “Todo esto fue señal de un fenómeno mucho más terrible, en mi opinión, que el mero deseo de borrar la memoria de las víctimas de una, aunque terrible, tragedia. Fue la encarnación del desdén general por los entierros, inherente a la ideología comunista, que rechazaba a Dios, y con él la idea del alma humana, su existencia póstuma y conexión con el lugar de descanso final del cuerpo”. Solo en los años de la independencia, en Kyiv se comenzó a honrar la memoria de las víctimas de la tragedia de Kurenivka.

Otro ejemplo del bloqueo informativo es el silenciamiento del accidente de la central nuclear de Chornóbil, ocurrido el 26 de abril de 1986. Las autoridades soviéticas, encabezadas por Gorbachov, ocultaron la tragedia, su magnitud y sus consecuencias a los ciudadanos durante mucho tiempo. Durante años, el KGB guardó silencio sobre las causas del accidente en la planta nuclear, porque señalaban a la negligencia de los dirigentes soviéticos.

KGB
Comité para la Seguridad del Estado de la URSS.

Ahora los rusos también están destruyendo los recuerdos sobre las víctimas de los regímenes criminales. En particular, al comienzo de la invasión rusa a gran escala, el 25 de febrero de 2022, el ejército ruso bombardeó el archivo del Servicio de Seguridad de Ucrania en Chernígiv. Como consecuencia del ataque, el archivo con medio millón de documentos se quemó.
A principios de marzo, durante el bombardeo de Kyiv, el ejército ruso impactó en el área del Memorial del Holocausto “Babyn Yar”. El 23 de marzo, los rusos lanzaron proyectiles al territorio del Monumento a las Víctimas del Totalitarismo en Járkiv, el lugar de enterramiento de los ucranianos y polacos fusilados por la NKVD en 1938–1940. Uno de los proyectiles impactó en la tumba; las tablillas con los nombres de los enterrados se rompieron. También en Járkiv, el 24 de marzo, los ocupantes rusos bombardearon el Memorial a la Gloria (construido en memoria de los soldados de la Segunda Guerra Mundial), y el 27 de marzo, los proyectiles rusos alcanzaron el complejo conmemorativo Drogobytskyi Yar, el lugar del asesinato masivo de la población judía de Járkiv por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. En efecto, los ocupantes borran la memoria de un crimen con otro.

Durante la guerra ruso-ucraniana, las autoridades del país agresor difunden incansablemente mentiras sobre la historia de Ucrania y las relaciones ruso-ucranianas. En 2021, Putin publicó un artículo “Sobre la unidad histórica de los rusos y ucranianos” en la página web oficial del Kremlin. La iniciativa voluntaria “Al otro lado de las mentiras de Putin” encontró en ella más de 100 manipulaciones y unas 60 falsificaciones. Con el comienzo de la invasión a gran escala, las autoridades rusas han recurrido a la sustitución de conceptos: llaman a la guerra “operación especial”, a las explosiones “estallidos” y a la retirada forzosa “gesto de buena voluntad”.
El Centro para Contrarrestar la Desinformación señala que el bloqueo informativo es beneficioso para Putin, ya que la gente desinformada es más fácil de manejar. La institución explica que los ocupantes rusos utilizan el bloqueo informativo para persuadir a la población de los territorios temporalmente ocupados de Ucrania a cooperar. Tal aislamiento implica una restricción total del acceso a la información veraz y la introducción de la narrativa “todo el mundo se ha olvidado de ti”.

Las personas que viven en los territorios temporalmente ocupados dicen que los rusos colocan carteles en las calles que proclaman que Rusia está aquí supuestamente para siempre. Otros carteles muestran pasaportes rusos con el lema “Seguridad y estabilidad social”. Los símbolos rusos están por todas partes, desde los libros procedentes de Rusia hasta la bandera en el patio del colegio. Sin embargo, las batallas por la cultura, la historia y la información veraz continúan en todo el territorio recientemente ocupado de Ucrania. Algunos intentan interferir las señales de los operadores de telefonía móvil ucranianos, y los padres educan en secreto a sus hijos en las escuelas online ucranianas para evitar el sistema educativo implantado por los invasores.
Ahora la Federación Rusa, como siglos antes, el Imperio uso y la Unión Soviética, comete crímenes contra los ucranianos e intenta así borrar la memoria nacional del pueblo ucraniano. Por eso es tan importante registrar todos los crímenes de los ocupantes para preservar la memoria de los acontecimientos que ya se han convertido en la historia de Ucrania, así como para proteger y desarrollar todo lo que conforma nuestra identidad nacional, que ellos tratan arrebatar.

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Цей матеріал створено за підтримки International Media Support (IMS).

El material ha sido preparado por

Fundador de Ukraїner:

Bogdán Logvynenko

Autora:

Tonia Andriychuk

Jefa de redacción en ucraniano:

Natalia Ponedílok

Editorial:

Yana Mazepa

Editor de fotos:

Yurii Stefanyak

Administradora de contenido:

Yana Rusyna

Traducción:

Alla Mialo

Edición de la traducción:

Nadiia Vasylchenko

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