Resulta difícil imaginar la música popular ucraniana sin el címbalo. Este antiguo instrumento de cuerda era una pieza indispensable en bodas y otros eventos festivos y todos los grupos de música popular contaban siempre con un cimbalista (el músico que toca el címbalo). En la actualidad, muy poca gente enseña a tocar este instrumento que, además, no es nada fácil de comprar. Son fabricados por pedido tan solo en una fábrica en Lviv, aunque también hay unos cuantos artesanos que los fabrican a mano.
Uno de ellos es Iván Dzvinchuk, un habitante de Kosmach, una aldea en los Cárpatos. Hasta hoy, el artesano ha fabricado más de 30 instrumentos y sigue con la que se ha convertido en su labor favorita. De entre los primeros que elaboró por sí mismo, entregó uno a su hijo para que así pudiera tocar un instrumento. Ahora hace instrumentos para colegios musicales y para encargos privados.
Kosmach en Hutsúlshchyna
Kosmach es la aldea más grande de Hutsúlshchyna (región de los hutsules, un pueblo ucraniano de los Cárpatos) y una de las más antiguas de Ucrania. Pintoresca y curiosa, es admirada por escritores, directores de cine y pintores y su belleza y grandes espacios sirven de fuente de inspiración para muchas personas.
A los habitantes locales se les puede comprar casi todo: desde los jarros de los hutsules hasta productos de herreros. Esta aldea es famosa por sus vyshyvankas (camisas tradicionales ucranianas), pýsankas (huevos de Pascua decorados) y artesanos musicales.
El que fue líder de los opryshky (movimiento rebelde rural en Ucrania Occidental contra los ricos terratenientes polacos, moldavos, húngaros y después también austriacos durante el siglo xvi y la primera mitad del xix), Oleksa Dovbush, estuvo estrechamente relacionado con Kosmach ya que desde aquí comenzó su lucha contra los opresores, aquí formó el primer grupo rebelde y fue también aquí donde murió traicionado.
El topónimo «Kosmach» en sanscrito significa «la casa de la luz del sol». En la aldea se desarrolla el turismo ecológico, hay rutas de paseo, museos etnográficos y los restaurantes ofrecen gastronomía hutsul y realizan degustaciones.
Iván Dzvinchuk
El címbalo es un instrumento antiguo de cuerda, con el cuerpo de madera y con forma de trapecio. Se toca con un palillo o martillo pequeño, de ahí que su tonalidad sea metálica, alta y muy sonora.
Los instrumentos antecesores del címbalo existían ya hace 6 mil años en Asia y, en especial, en China e India.
En Kosmach vive y trabaja Iván Dzvinchuk, un artesano musical que ama y que encuentra en la elaboración de este instrumento toda una fuente de inspiración.
Comenzó a interesarse por la música ya desde pequeño:
— Los oímos por primera vez en las bodas, sobre todo en las que se hacían en el club y cuando todavía existía la URSS. Cuando tenía lugar la festividad de Shevchenko eran los niños quienes tocaban, pero ahora…ya no es como antes. Entonces les estaba prohibido actuar y, aun así, lo hacían y ahora que sí que pueden tocar, no quieren. No entiendo el porqué. Yo tocaba el violín en el colegio cuando era pequeño, pero ahora los jóvenes están distraídos con los ordenadores, los sintetizadores Yamaha, etc. Cuando no había ninguna de esas cosas, se estudiaba o se hacía algo para ganar dinero. De esta forma, uno tocaba el violín, otro los címbalos y otro la flauta; después llegaron los acordeones. Eran otros tiempos.
A Iván le enseño a elaborar el címbalo el artesano Vasyl Cherniávskyi, que reside en Shépit:
— Para aquel entonces él ya no elaboraba instrumentos, pero me enseño muchas cosas. Yo ya sabía algo del diseño y con sus aportaciones intenté hacer un címbalo por mí mismo.
— Iván hace solo el proceso entero: desde la búsqueda del árbol hasta las pruebas del instrumento. El hombre recalca que, la elaboración artesanal de instrumentos musicales no es un trabajo fácil, ya que hay que ser un poco herrero, un poco músico y un poco soldador, es decir, hay que saber hacer un poco de todo para conseguir elaborar un címbalo.
La creación de este singular instrumento comienza con encontrar un buen arce blanco. Hay que cortarlo en invierno, para que el árbol no sea comido por los insectos:
— Yo talaba este árbol en las colinas; eran de tres metros de alto y de unos 80 cm de ancho. Como era invierno, colocábamos el tronco en un trineo y, con la ayuda de dos caballos, lo traíamos aquí.
Ahora, desgraciadamente, casi no quedan arces blancos así: los han talado.
Aunque no todo salía como se esperaba al principio, el artesano acumuló experiencia y al final, la elaboración de címbalos se acabó convirtiendo en su oficio.
— A menudo había problemillas con las cuerdas: no se sujetaban bien y se tenían que ajustar. Esto no ocurría con los címbalos de los hutsules, tan solo con los que eran de gran tamaño y porque las cuerdas, que son muy finas, tiraban mucho. Un violín, por ejemplo, tiene 4 cuerdas, pero los címbalos de los hutsules —que yo hacía de 7— tienen en realidad 189. Hay una gran diferencia, ¿verdad?
Al principio Iván lo hacía todo con sus manos:
— Tengo una película sobre cómo comencé a elaborar los primeros címbalos. Iba a rezar, llevaba velas… Al principio lo hacía todo yo mismo excepto las cuerdas y las clavijas que las compraba por encargo. Las traen desde Alemania, aunque las hay en las tiendas. Las cuerdas también son de Alemania. Lo traen todo aquí y lo compramos.
Myjaylo Dzvinchuk. Su legado: el amor por la música
A Myjaylo Dzvinchuk, hijo de Iván, también le gusta el címbalo, pero a diferencia de su padre, él sabe tocarlo.
De niño se enamoró de los címbalos gracias a los koliádnyk (la gente, que canta koliadky, cantes tradicionales del ciclo festivo invernal, mayormente de los pueblos eslavos), uno de los cuales, el «abuelo Gryts», tocaba el címbalo. Myjaylo trató de aprender a tocarlo y cuando lo hizo, ya no pudo parar.
Por aquel entonces, su padre se ganaba la vida elaborando ventanas, puertas y muebles, todo con madera. Después, decidió hacerle un címbalo artesanal a su hijo.
— Al principio traté de comprarle el que sería su primer címbalo, pero me costó mucho encontrar uno que realmente me gustara para él, así que al final decidí hacer uno yo mismo.
Myjaylo estudió desde que tenía 11 años en el colegio musical de Kosmach, donde atendió las clases de címbalo que daba el profesor Myjaylo Rybchuk. Más adelante, entró en la academia musical de Lviv, donde ahora ejerce como profesor de música.
La elaboración de los címbalos permitió que Iván pudiera pagar los estudios de su hijo.
— Necesitaba dinero para poder pagar su educación, un piso y otras cosas. Lviv está lejos de aquí y la beca que le concedieron era muy pequeña. También había que comprar una chaqueta y zapatos nuevos. La ciudad es la ciudad y no se puede ir vestido como en la aldea.
El proceso de elaboración del instrumento
Antes de entrar al taller, Iván se pone la ropa de trabajo. Fabrica diferentes címbalos: para la iglesia, para los conciertos, así como derivados varios de los hutsules. También desmonta y recicla instrumentos antiguos.
Contando con todos los gastos como los materiales, tornillos, madera, pegamento, etc., el precio medio de un címbalo viene a ser de unos 600 dólares. Según nos dice, es bastante barato si tenemos en cuenta que un violín o guitarra medianamente buenos y hechos a mano pueden rondar los casi 2000.
Muchos de los címbalos que hace son para niños:
— Un niño quiere estudiar, aprender y en Ucrania no hay quienes fabriquen este instrumento.
Se tarda aproximadamente dos meses en hacer uno. En los días festivos Iván no trabaja. Este trabajo es muy fino y meticuloso, tiene muchas etapas. Abastecimiento de madera, tallado de tablas y barras en la sierra de bastidor, secamiento, etc.
— Por lo general, la madera tarda en secarse de ocho a diez años de manera natural. Claro está, si hubiera secadoras el proceso sería mucho más sencillo, pero eso no es lo verdaderamente importante. En verdad, diez años tampoco es tanto tiempo para el secado de la madera. Sería mejor si estuviera más tiempo.
Después se trata de cortar la madera y las tablas, se trabaja en los detalles:
diapositivas
— He fabricado unos 33 címbalos de hutsules. Hay címbalos míos en Canadá, dos en Polonia, en Alemania. Mayormente los fabricaba para donde hay demanda, donde tocan los músicos. Mayormente para Verkhovyna. He fabricado para Yaremche, para Vorokhta, Mykulychyn o Kosmach.
Iván trata a sus creaciones musicales con gran respeto y cariño:
— Así es como se empieza a fabricar un címbalo nuevo. Estos son pequeños, como los de los hutsules, pero el modelo es húngaro. Ahora estoy haciendo uno por encargo de unos padres para el colegio musical de Putýliv, cerca de Chernivtsí. Aquí están los vyrbelbanky (tablas de madera para la sujeción de las cuerdas). En las montañas también les llamamos «abuelas» pero el nombre común es vyrbelbanky. Por lo general, siempre hay dos tablas de madera, un marco, dos barras y un nuevo marco. Después se colocan dos pinzas en la parte interna para sujetar el marco superior. A un lado se ponen las clavijas para sujetar las cuerdas y al otro lado el resto. Los soportes para las cuerdas del marco superior se denominan kobylký. Y así se hace un címbalo.
Ahora, padre e hijo tocan juntos en las bodas:
— Tenemos un coro entero. Hay sintetizadores Yamaha y otros aparatos musicales, pero a veces actuamos sin ningún instrumento.
La música inspira y une a ambas generaciones. Esta familia de artistas promueve, con su ejemplo, la afición y el gusto por el arte y el amor a la vida.