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Oleksandr Kozak ha creado en la ciudad de Kostópil, en Polissia, un club de ajedrez que, con el tiempo, se ha convertido en un lugar donde fomentar el desarrollo intelectual. El hombre ha transformado, poco a poco, un recinto vacío y abandonado con ratas, en un lugar a donde ahora vienen continuamente niños para jugar al ajedrez, leer o realizar debates entre ellos y con el propio profesor.

Oleksandr dice, que el secreto para tener éxito está en el amor. Hay que querer y apreciar al niño como a una persona y amar tu trabajo. A menudo, buscamos un lugar donde encontrarnos cómodos, donde poder seguir creciendo, un lugar que nos haga sentir como en casa. Oleksandr Kozak no solo ha encontrado este lugar, sino que lo ha creado desde cero.

Ucrania tiene una gran cultura de ajedrez. Algunas excavaciones arqueológicas en Výshgorod, Kýiv, Túriv y en Chorna Mogyla cerca de Chernígiv encontraron piezas de ajedrez que se remontaban a los tiempos del Rus de Kýiv. El primer club de ajedrez en Ucrania apareció en 1882 en Járkiv y luego han surgido clubes similares en Kýiv, Odesa y otras ciudades ucranianas.

El centro de Kostópil tiene más de 30 años de historia y su creador siempre busca la forma de seguir mejorándolo al tiempo que sirve de inspiración a otros.

Oleksandr

Oleksandr Kozak se enamoró del ajedrez cuando iba a la escuela. Primero empezó a jugar con su padre y más adelante con los ingenieros de las fábricas locales. Antes de comprender que el ajedrez era a lo que quería dedicarse, dedicaba horas enteras a observar jugar a otros. Gracias a su padre, comenzó a leer los primeros libros sobre ajedrez cuando estaba en el colegio y describe así sus primeros logros:

— Gané mi primer trofeo en Yevpatoria, en un centro de salud. La copa tenía la forma de un cabalgante soviético. Desde entonces, me dejé llevar. Imaginaos: pintábamos un mapa, donde dibujábamos la Antigua Roma o Grecia y ciudades-estados. Cada uno tenía su color del estado. Si ganabas a alguien, pintabas aquel estado de tu color y si conquistabas este territorio parecía que conquistabas el mundo entero.

De esta manera, Oleksandr comprendió finalmente que quería jugar al ajedrez y descubrió que era hora de buscar oponentes:

— Cogía la tabla bajo el brazo y salía a andar por Kostópil. Al igual que Diógenes, quien caminaba por las calles con una lámpara encendida para encontrar «hombres honestos», yo caminaba en busca de alguien que quisiera jugar.

Por aquel entonces, el joven Oleksandr Kozak no podía imaginar que el ajedrez iba a convertirse en la gran aventura de su vida.

— Entonces no sabía que iba a abrir un club de ajedrez que sentaría las bases para el desarrollo intelectual, Suzirya (Constelación). Fue un proceso gradual. Creo que en mi subconsciente sabía que debía llevar a cabo este proyecto y todo ocurrió según lo previsto.

Los padres de Oleksandr eran profesores, así que creció en un ambiente especial que luego reproduciría él mismo y que ha logrado mantener hasta ahora:

— Mi padre fue director de colegio y director del departamento local de educación por un tiempo. Y mi madre también fue directora muchos años. Este ambiente es todo lo que necesito. No necesito leer todo dipo de manuales para entender cómo funciona; está todo en mis manos. Lo puedes ver en mi forma de interactuar con los niños.

El centro de ajedrez

Al terminar los estudios en el instituto pedagógico y comenzar a trabajar en colegio en Kostópil, Oleksandr fundó en la escuela un club de ajedrez para niños:

— Esto iba más allá del propio ajedrez. Era esa unión espiritual e intelectual que te permitía comunicarte con los niños de forma simple y directa.

Oleksandr recibió un local para el centro en 1986, pero su estado estaba lejos de ser el ideal.

— El suelo era de cemento y había ratas que correteaban alrededor. Durante estos años, poco a poco, hemos mejorado cada rincón. Y hemos intentado hacerlo todo con amor.

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En los años 90, Oleksandr no solo consiguió preservar la infraestructura existente del local, sino que la agrandó. Además de 16 nuevas mesas de ajedrez fabricadas en una fábrica local maderera, el club recibió 12 juegos de ajedrez hechos por la compañía inglesa Staunton y que fueron comprados durante el Campeonato Europeo de Ajedrez en Varsovia. Dichos juegos de ajedrez eran usados por jugadores profesionales a nivel internacional. Por si fuera poco, el club también contó con el apoyo del departamento local de educación, quien les proporcionó cómodas sillas de respaldo alto:

— En este centro, las sillas deben de ser de respaldo alto y el color tiene que ser verde, un color tranquilo. Hemos fabricado 40 sillas durante este tiempo. Estoy muy contento, porque el niño se siente cómodo.

Oleksandr ha construido su centro año tras año y ha logrado forjar una tradición entorno a él. Hoy, los niños vienen aquí incluso en sus días libres y, en su opinión, esto es lo que se consigue con la perseverancia y a constancia en el trabajo.

— Todos tenemos que aportar nuestro granito de arena. No creo que esto sea una cuestión de avanzar rápido, sino que es más bien una carrera de larga distancia. Un velocista de distancias cortas brilla durante un momento y después su brillo se desvanece, mientras que un corredor de larga distancia ha de ser constante y perseverante en su empeño por llegar a meta. Estas son las cualidades que se necesitan para lograr forjar una tradición y, a partir de ahí, podemos sentar las bases para algo mayor. Si no tenemos una costumbre o una tradición, entonces no tenemos nada.

Al principio, en Suzirya, estudiaban ocho alumnos, y ahora hay más de 200. El propio Oleksandr Kozak tiene más de 30 discípulos. El mayor de ellos ha cumplido 50 años y los menores tienen tan solo 5 años.

Aunque normalmente el centro de ajedrez sirve para el desarrollo general, en Suzirya también se han educado jugadores profesionales. Por ejemplo, uno de los alumnos de Oleksandr juega en la selección de Israel de ajedrez.

Exalumnos de Oleksandr Kozak viven por todo el mundo y no solo no se olvidan de su tutor, sino que le traen recuerdos suyos:

— Tengo a muchos alumnos por todo el mundo que me envían regalos con los que decoro el centro.

Aquí hay de todo: desde el ajedrez irlandés hasta un trocito del monte Kilimanjaro; todo son regalos de exalumnos y colegas.

El centro Suzirya no se limita solo a la enseñanza del ajedrez:

— Aquí organizo noches de música clásica en diciembre. El grupo Trío de contrastes está formado por dos violines y un piano y suelen venir aquí. También organizo reuniones con los exalumnos, con mis pupilos: con Yúriy Poliujóvych y con Víctor Yudin.

Según Oleksandr, hay quienes querrían dirigir el centro; pero lo más importante para él es mantener viva esta atmósfera tan especial que tantos años costó conseguir.

El centro está lleno de diferentes símbolos y es fundamental que los más pequeños se familiaricen con ellos y los comprendan, ya que su entendimiento les hará tener un conocimiento del mundo más profundo.

— Cuando creé el centro, traté de llenarlo de símbolos que los niños pudieran entender fácilmente; una especie de camino o viaje desde el símbolo hacia la imagen. Representa el camino hacia la espiritualidad, conlleva una carga espiritual simbólica. Cuando los niños se ven en este ambiente, se imbuyen de él ya sea consciente o inconscientemente. Así que, cuando crecen y son capaces de darse cuenta por sí solos de lo que les rodea, eso demuestra que también han tenido una educación más profunda, una educación espiritual.

El símbolo del centro es Homo Ludens, es decir El hombre, que juega:

— Cuando el niño entra en la esfera del juego, se libera de todas las distracciones externas y se funde con la dinámica del juego y se expone ante su ser más natural.

Los estudiantes

Los primeros estudiantes que tuvo se convirtieron en sus favoritos; fueron esa clase de estudiantes que luego buscas durante toda tu vida. Fueron ellos quienes sirvieron de inspiración a Oleksandr para seguir adelante.

— Tenía 21 años cuando finalicé mi formación como profesor en la universidad. Fue en esa misma escuela que descubrí un grupo de jóvenes que estaban destinados a entenderme. El primer grupo fue un catalizador para autoconvencerme de que esto era a lo que quería dedicarme, y darme cuenta de ello me ha dado a los niños y la oportunidad para desarrollarme personalmente.

Oleksandr no impone a los jóvenes ninguna de sus ideas, tan solo les ayuda a descubrirse a sí mismos y a su propio camino:

— Desde el principio, Dios me concedió este fantástico grupo de niños. Es una gran responsabilidad, pero también son una fuente de felicidad.

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Esto es lo que dicen los jóvenes discípulos del centro:

— Para mí, el ajedrez es lo que me gusta hacer. Me gustaría convertirme en campeón algún día. Me ayuda a desarrollar mi capacidad de razonamiento y lógica. Aunque a veces me equivoco, el profesor me ayuda a comprender mis errores para que no vuelva a cometerlos la próxima vez.
(Bogdan Krasóvskyi, alumno)

— Cuando estás sentado ante el tablero de juego, te olvidas del resto. Tan solo juegas. El ajedrez me ha permitido pensar en mis acciones de antemano.
(Vladyslav Chereshnia, alumno)

Acercamiento a los niños

Con la caída de la Unión Soviética, el centro sufrió algunas dificultades, pero este suceso también trajo consigo nuevos aires.

— Con el paso del tiempo y cuando la financiación empezó a ser un problema, decidí cambiar la perspectiva de desarrollo del centro. Me concentré en asegurarme que los niños se sintieran cómodos aquí y en crear una atmósfera acogedora y donde se respirara libertad.

Oleksandr comparte la forma que ha tenido de acercarse a los pequeños, algo que ha desarrollado durante sus años como profesor.

— ¿Cuál es el secreto principal? Lo esencial es no hablar de ti a los niños, no fantasmear sobre lo que has conseguido. Tienes que fundirte con este trabajo, amar a los niños más de lo que amas a los títulos que te acompañan.

Oleksandr opina que el amor por los niños tiene que ser igual que el amor por los libros:

— Un profesor ha de leer. Si no lo hace, no será interesante y nunca podrá convertirse en un verdadero profesional y entonces, los niños se irán.

Oleksandr es una persona optimista y dice que los niños son la fuente de ese optimismo:

— A veces el optimismo no es suficiente cuando te enfrentas al teatro de lo absurdo. Creo que nací siendo optimista, puedo sentirlo. Me he enfrentado a muchas dificultades a lo largo de mi vida y, por raro que parezca, nunca he perdido ese optimismo.

— Los niños son una fuente de inspiración para mí y esa energía de la niñez siempre me pareció interesante. Como los sabios dicen: «el niño es el hombre verdadero». Ellos no son malos; son como arcilla que utilizas para crear algo y crear siempre es inspirador. Cuando estoy cansado o triste, ellos me inspiran y esos sentimientos desaparecen.

El papel del profesor

Los jóvenes ucranianos saben que la guardería, el colegio y, más adelante, la universidad los llevará a convertirse en adultos, pero su carrera futura es algo que no tienen claro.

— Nuestro mercado laboral es muy deficiente. Hemos perdido mucho talento joven; se van al oeste cuando deberían haberse quedado aquí, en su Ucrania. El estado invierte mucho dinero y recursos en educar a los niños para que luego se vayan fuera. Algunos se van a vender a los mercados, otros cambian su especialidad por completo, realizan otros trabajos…

El papel del profesor en la educación de un niño es, según Oleksandr, especialmente importante en la actualidad:

— ¿En qué consiste la tarea de un profesor? En educar a una persona y convertirla en una persona completa. Solo alguien que sea libre puede ser un profesor. Desde hace mucho tiempo, el sistema de relaciones imperante ha hecho que el profesor no fuera libre en muchos aspectos. Sin embargo, si queremos cambiar la sociedad, tenemos que empezar por cambiar las reglas en la educación.

Cundo hablamos sobre el papel de la educación y el papel de la palabra en el mundo contemporáneo, Oleksandr opina lo siguiente:

— La represión soviética acabó con nuestros intelectuales. Y una nación no es nada sin sus esferas cultas. Algunos culpan a los intelectuales de prestar demasiada atención a la palabra, pero eso no es cierto. La palabra es la chispa que enciende la llama de la nación y crea su atmósfera. Te influencia desde diferentes perspectivas y contribuye a construir la tradición de la que después beben los más pequeños. Si en la atmósfera se respira libertad, se será libre; pero si se respira esclavitud, se será esclavo.

A pesar de todos los problemas, Oleksandr ve cambios importantes en la mentalidad de los padres, lo que, según él, también le inspira:

— Como ves, tengo una sala llena de niños y nunca me encuentro con la clase vacía. La razón de ello es porque los padres traen aquí a sus hijos. Comienzan a entender que han de fomentar el desarrollo de sus pequeños y que, cuando hay una oportunidad así, no deben dejar escaparla porque es cuando un niño empieza a construir los cimientos del éxito en la vida.

El material ha sido preparado por

Fundador de Ukraїner:

Bogdán Logvynenko

Autor:

Yaroslav Karpenko

Editorial:

Yevgenia Sapóshnykova

Productora:

Olga Shor

Fotos:

Sergiy Korováinyi

Cámara:

Oleg Sologub

Cámara,

Ingeniero de sonido:

Pavló Pashkó

Dirección,

Director de montaje:

Mykola Nosok

Directora de montaje:

Yulia Rubliovska

Editor de fotos:

Oleksandr Jomenko

Transcripción:

Sofía Bazko

Traducción:

Sergiy Gorbatiuk

Edición de la traducción:

Óscar Recacha

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