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Tres amigos en la ciudad de Kremenchuk decidieron dejar sus trabajos y comenzar con un nuevo negocio. Pusieron todo su empeño en fabricar «la mochila perfecta». En menos de un año consiguieron crear su propia marca: Blackpack, que ya cuenta con un gran número de compras por adelantado, pedidos del extranjero y una activa comunidad de seguidores. Ahora, han ido un paso más allá con la publicación de su proyecto en Kickstarter.

Como siempre que se empieza de cero, el comienzo de Blackpack no fue nada sencillo. Sin clientes, sus fundadores se alimentaban a base de boles de cereales y en un par de ocasiones les llegaron a echar del taller por no pagar el alquiler. A pesar de todo ello, su determinación les empujó a seguir trabajando duro. Este es el resultado final.

La primera mochila

Oleksandr Nachosa y Artem Svergun tuvieron la idea de desarrollar una marca personal hace unos cinco años. Oleksandr siempre quiso trabajar utilizando sus manos como instrumentos. Para empezar, decidieron probar sus habilidades creativas sobre camisetas básicas:

— Como antes la moda urbana era muy popular, comprábamos camisetas blancas básicas, pintábamos los diseños sobre ellas y después se las vendíamos. Cuando nos fuimos haciendo un hueco en el mercado, nos dimos cuenta de que muchos de los productores hacían el cosido de los productos ellos mismos. Así que pensamos: «Si ellos lo hacen, ¿por qué no nosotros?» Así, compramos una máquina de coser y más adelante, otra. Empezamos a ver resultados y «coser» se convirtió en un trabajo habitual que nos permitía crear y rediseñar los productos para conseguir nuevos resultados. Era una sensación estupenda.

Durante este periodo en que trabajaban para otras marcas, los chicos soñaban con tener sus propias ideas y crear algo propio. Al comienzo no tenían muy claro que es lo que realmente querían hacer:

— Atravesamos muchas etapas y obstáculos desde que comenzamos a fabricar nuestra propia ropa hasta que decidimos crear nuestra mochila actual. La fabricación de mochilas era quizás el paso más lógico para nosotros ya que habíamos trabajado en su elaboración para otras marcas con anterioridad, aunque éstas fueran más simples y menos prácticas. Sin embargo, siempre fue nuestro deseo fabricar nuestra propia mochila para no tener que lidiar con las quejas de los jefes que siempre nos repetían que era demasiado cara y que había que quitar esto y aquello. Trabajar así no generaba ni alegría ni inspiración.

En invierno de 2017, Oleksandr fabricó la primera versión de la mochila.

— Esta fue la primera versión y la probamos durante tres o cuatro meses. La utilizaba a diario para llevar mi portátil y mis documentos para así tratar de encontrar sus defectos. En el mes de mayo atajamos los errores que habíamos observado y una vez solucionados, le dimos los últimos retoques y vendimos alrededor de una decena de ellas.

Siempre resulta más difícil crear algo desde cero que simplemente trabajar sobre algo que ya existe. No obstante, el cambio a trabajar para uno mismo merece la pena, aseguran los chicos.

— Esta mochila representa una oportunidad para reproducir en ella todo lo que nos gusta y que queremos que lleve. Además, como depende de nosotros, podemos calcular el precio final desde la primera etapa de fabricación. El camino hasta aquí ha sido largo, pero es genial que hayamos conseguido sacar el proyecto adelante y que haya dado sus frutos.

Las críticas y los comentarios de los primeros clientes fueron una parte importante del éxito de Blackpack. Gracias a ellos, pudimos hacer los cambios necesarios para mejorar la mochila hasta conseguir la versión que tenemos hoy. El producto ha evolucionado a medida que hemos ganado experiencia. El primer modelo llevaba encima entre 10 y 15 modificaciones.

— Todavía estoy en contacto con algunos de los primeros clientes. Me alegra cuando la persona recibe su mochila y dice que está fenomenal, que es algo diferente que disfruta usando. Ahí entiendes que no estamos trabajando y mejorando nuestro producto en vano.

Pero nunca llueve a gusto de todos, claro. Para gustos hay colores y por eso recibimos muchos comentarios distintos:

— Había gente que nos decía: «¿Cuánto dices que vale? Mejor me compro una china que es más barata».
En cambio, había personas que compraban la mochila y nos decían que confiaban en nosotros y que iban a probarla. Después nos llegaron comentarios del tipo: «¡Guau, no esperábamos una cosa así!»

Tal vez el problema sea que todavía no nos hemos hecho un hueco en el mercado. Esta mochila no está pensada para un uso diario en la ciudad, sino para los que viajan por el mundo llevando consigo todas sus cosas. Nos gustaría saber la opinión de aquellos que buscan algo que les sea práctico y funcional. Nuestra bolsa de clientes es todavía pequeña en Ucrania y tan solo algo mayor en el extranjero. A pesar de no ser mucho, los comentarios recibidos demuestran que nuestros esfuerzos no caen en saco roto.

El equipo

En la actualidad, el equipo de Blackpack lo componen Artem Svergun, Oleksandr Nachosa y Julia Berkelia:

— Nuestra fiel compañera es Julia Sergeevna que, aunque tiene nuestra misma edad, es muy estricta y decidida. Por un lado, nos gustaría ampliar la producción y contratar a más gente, pero siendo sinceros, todavía no hemos llegado lo suficientemente lejos para ello y tememos que los nuevos trabajadores no se hagan a los nuevos productos si hacemos las cosas de una forma tan acelerada.

En un equipo pequeño, cada uno tiene sus responsabilidades, dice Oleksandr:

— A Artem le solemos apodar «secretario»; él es responsable de recortar toda la mochila, cintas y cremalleras. Yo tengo que coser el producto y encontrar una manera de poner en práctica nuestras ideas. Julia tiene una misión similar a la mía: ella también cose y propone nuevas ideas. Somos un dúo ideal: yo sé coser y dar con buenas ideas, pero me cuesta adaptar dichos materiales a estas ideas y a ella se le da bien. Somos un dúo compenetrado.

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Lo que Oleksandr valora de ser autónomo es la posibilidad de ser su propio jefe. Te da libertad, aunque no siempre confianza en el futuro:

— Hoy tenemos dinero para pagar el bus de vuelta a casa, pero mañana puede que no. Aun así, trabajamos duro y comenzamos a ver la satisfacción que genera este trabajo al tiempo que nos da la posibilidad de invertir en los productos siguientes y en difundirlos.

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A día de hoy, las mochilas Blackpack las encargan desde países de la CEI (Comunidad de Estados Independientes), Polonia y Canadá. Sus creadores se sienten orgullosos de que el producto esté hecho en Ucrania:

— Un producto ucraniano no es peor que uno europeo. De hecho, puede ser incluso mejor en cuanto a su calidad, funcionalidad y precio. El coste del producto no es nuestra prioridad y tratamos de enfocarnos más en su funcionalidad y en su calidad.

En Blackpack prestan gran atención al detalle y valoran con detenimiento la función que va a desarrollar cada elemento de la mochila.

Artem suele bromear diciendo que sus bolsos tienen hasta un silbato:

— Es para cuando no sabes silbar, pero necesitas el silbato, como para decir: «¡Vasia, ven aquí!» Es lo que solemos decir a los amigos aquí en Kremenchuk, pero yo no sé silbar. También cuenta con un mosquetón. No es un mosquetón cualquiera, puedes abrirlo hasta usando guantes de soldador. Para abrir algunos hay que esforzarse mucho, pero con este resulta muy fácil hasta con guantes. También tiene un bolsillo para llevar una botella de agua. Si la botella es alta, puedes sujetarla con una correa. Es cómodo para los que viajan a dedo y viajeros en general. Nos preocupamos por todos, y da gusto escuchar los comentarios de la gente que nos dice: «¡Gracias a vosotros mi viaje fue fantástico!» Nuestra mochila no se parece a las otras, es única.

Dificultades

Al principio, tuvieron que buscar nuevos clientes y empezar de cero no fue nada sencillo. Artem lo recuerda bien:

— Cuando empezamos, nos pusimos a coser y a vender. Y fue ahí cuando nos dimos cuenta de que ya no había vuelta atrás. Como decía Oleksandr, hay un «pero» en todo esto. Cuando empezó a girar la rueda, ya no se podía parar.

Oleksandr explica la razón de los problemas financieros:

— Fueron generados por las situaciones laborales. La producción inicial fue apoyada por donaciones y el salario no se pagaba por el trabajo que se hacía, sino por el hecho de estar en el trabajo.

Estos jóvenes bien pudieron haber abandonado su sueño o haberse preguntado el porqué de todo lo que hacían. Sin embargo, siguieron adelante con su proyecto:

— En primavera salimos del pozo económico y ahora intentamos seguir adelante para crear un par de puestos de trabajo y pagar a los nuevos trabajadores, para que ganen el dinero aquí y no tengan que emigrar a Polonia, República Checa o algún otro lado. Me molesta escuchar a la gente en el parque o en el bus quejándose del jefe o de los sueldos bajos. Lo escucho con frecuencia. Mi madre trabaja en una fábrica en Polonia porque aquí, a su edad, no puede ganar lo suficiente. Me gustaría ver a la gente poder ganarse la vida aquí, haciendo lo que les gusta, verlos llegar contentos al trabajo, diciendo que todo está genial. También me gustaría que sus caras rebosaran de felicidad al llegar a casa. Eso es lo primero que desearía lograr.

Artem confiesa que les gustaría cambiar muchas cosas en Ucrania y en su gente. Los chicos demuestran que los cambios no son imposibles:

— Existe la creencia establecida en la gente de aquí de que el otro siempre les debe algo. Estoy aburrido de escuchar que todo está fatal en Ucrania y no quiero esperar a que aparezca un mago de la nada y lo arregle todo con su varita mágica. Tengo ganas de hacer algo por mí mismo, porque si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará? Somos responsables de nuestras vidas y de nuestro país. Cuando dejemos de quejarnos y de echar la culpa a terceros, cuando cada uno asuma su responsabilidad, entonces viviremos mejor.

El equipo de Blackpack cree que todo lo grande comienza con algo pequeño. Artem, Sashko y Julia no solo invierten su esfuerzo y dinero en su negocio, sino que también ayudan a otros. Y en esto pueden ser un ejemplo para las grandes empresas:

— Todo es simple. Cuando vendemos las mochilas no es difícil para nosotros comprar un par de paquetes de pañales y llevarlos al orfanato. Ayudar a estos niños y darles un empujón en la vida es algo natural y humano. Si lo podemos hacer nosotros tres siendo una empresa pequeña, imagínate de lo que son capaces las grandes empresas y multinacionales. Vamos a intentar continuar actuando así para dar un ejemplo al resto.

Artem nos cuenta que el trabajo de tus sueños tiene sentido solo cuando hay algo más que simplemente el dinero, porque este va y viene. Además, para implementar tus ideas has de ser eficiente y ponerte metas:

— Imagina que quieres hacer 100 flexiones, pero ahora no puedes hacer ni siquiera una. Tu objetivo es alcanzar las 100 y para ello tendrás que hacer flexiones como puedas, apoyando tus rodillas, flexionando los brazos un poquito… Empezarás así y si no te rindes, alcanzarás tu meta. Ocurre lo mismo con los beneficios de una empresa: si de primeras piensas en ganar un millón de euros, entonces estás condenado al fracaso. Solo cuando tienes un propósito que va más allá y cuando quieres hacer de este mundo un lugar mejor es cuando vale la pena trabajar. Por ejemplo, si sueñas con tener una bicicleta, este es tu objetivo final y cuando lo logras, ¿qué hay después? Empiezas a buscar otro sueño. Pero cuando sueñas con dar vuelta al mundo en bicicleta, este transporte es solo un paso más hacia la línea de meta. Cuando la gente es capaz de ver más allá y ampliar sus horizontes es cuando son capaces de lograr el éxito.

Los chicos están seguros de que hay muchas personas con talento en Ucrania que sencillamente tienen miedo a correr riesgos y emprender un negocio propio.

— Hay personas con mucho talento, pero tienen miedo porque, para llevar a cabo sus ideas, necesitan dinero. Ni siquiera saben cuánto, pues no se atreven ni a intentarlo, pero aun así imaginan que hay que tener un millón de euros para hacerlo. En realidad son tan tacaños con su tiempo y sus ideas; son reacios a compartir sus consejos con otros… En ocasiones nos han negado la ayuda, pero por fortuna, tenemos la experiencia suficiente como para saber que la competencia ha de ser algo sano, donde nos ayudemos mutuamente los unos a otros para crear un entorno de trabajo sólido y saludable.

La marca

Los chicos nos dicen que el nombre de la marca y de los diferentes modelos se les ocurrieron de forma bastante espontánea:

— No los elegimos nosotros, nos eligieron ellos. El modelo de la mochila Franken se llama así por Frankenstein. Cuenta con una riñonera en la parte superior llamada ATB, las mismas iniciales que la cadena de supermercados (en Ucrania). Estamos tratando de pensar en otro acrónimo para nuestro producto antes de que lo descubran y se nos quejen al menos que, claro está, decidan venderlo.

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En Blackpack no se preocupan por la competencia porque saben que cada producto tiene su comprador:

— Yo no acabo de entender esa palabra. «Competencia» es cuando corres un sprint de 100 metros donde gana el primero que llegue a meta, pero en nuestro trabajo no hay competencia.

En la actualidad, el equipo cuenta ya con experiencia y está decidido a mostrar todo su potencial:

— Seremos la primera empresa de mochilas de Ucrania conocida en todo el mundo, una marca global. Creo que podemos conseguirlo. Si EastPak lo logró, nosotros también podemos. Lo importante es que no nos pongan palos en la rueda.

Los chicos explican que sueñan con un salario digno y buenas condiciones de trabajo para sus empleados. Cuando la gente es consciente de que hace algo bueno, sus vidas se vuelven mejor:

— No soñamos con navegar por el océano en un yate de 180 millones dólares o algo así. Nos basta con vivir una vida normal y dar la posibilidad de vivir así a las personas. Cuanta más gente es feliz, mejor funciona todo. Siempre hay gente descontenta y siempre hay carencias, pero conseguiremos ser suficientes personas felices y eso es lo que realmente importa.

El material ha sido preparado por

Fundador de Ukraїner:

Bogdán Logvynenko

Autora:

Daryna Kyrychok

Editorial:

Yevgenia Sapóshnykova

Productora:

Olga Shor

Fotos,

Editor de fotos:

Oleksandr Jomenko

Cámara,

Ingeniero de sonido:

Pavló Pashkó

Cámara:

Oleg Marchuk

Directora de montaje:

María Terebus

Transcripción:

Viktoria Volianska

Traducción:

Alla Mialo

Edición de la traducción:

Óscar Recacha

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