El Tratado del Atlántico Norte fue firmado el 4 de abril de 1949. En su preámbulo, los países fundadores de la OTAN confirmaron su determinación para proteger la libertad, el patrimonio común de sus pueblos y su civilización, basado en los principios de la democracia, la libertad de personalidad y la supremacía de derecho. Estos valores son esenciales para la mayoría de los países de la región del Atlántico Norte, lo que ha permitido incrementar el número de los miembros de la Alianza desde 12 hasta 30.
Los valores mencionados fueron absolutamente inaceptables para la Unión Soviética y la Rusia moderna.
Los países de Europa Central y Oriental, que muchas veces han experimentado el imperialismo ruso, desde los principios de los años 1990 comenzaron a llamar insistentemente a las puertas de la Alianza, y finalmente lo consiguieron. Entre ellos se encuentran: Polonia, República Checa, Hungría (1999), Eslovenia, Lituania, Latvia, Estonia, Bulgaria, Rumanía (2004), Croacia, Albania (2009), Montenegro (2017), Macedonia del Norte (2020). Ucrania, por su parte, durante mucho tiempo tenía ilusiones sobre Rusia y solo desde el 2002 se propuso la integración a la Alianza.
A principios de 2019, la necesidad de entrar en la OTAN ha sido fijada en la Constitución de Ucrania. Pero desde el año 2014 y con el comienzo de la agresión rusa, la Alianza no se mostraba dispuesta ni a conceder el Plan de Acción de Membresía. Desde el año 2001, cada país candidato debe pasar por este formato. Por otro lado, la OTAN no negó la resolución de la cumbre de Bucarest, donde prometía la membresía a Ucrania. Nada más en 2020 Ucrania se unió a la Asociación con oportunidades extendidas. Por cierto, no hay que olvidar, que Ucrania es el único país asociado, que ha tomado parte en todas las operaciones de la Alianza (la Operación Escudo del Océano, Afganistán, la misión de entrenamiento en Irak, etc.)
En condiciones de la escalada actual de la agresión rusa, la OTAN finalmente tiene que tomar la muy difícil, pero verdaderamente crucial, decisión de invitar a Ucrania a entrar en la Alianza y ensamblarla con un procedimiento simplificado (sin el Plan de Acción de Membresía).
Actualmente, Ucrania está en el centro de la lucha entre la civilización occidental y la moscovita. No hay muestras de que los funcionarios de la Federación Rusa contemplen la posibilidad de revisar sus visiones para las relaciones con el mundo exterior. Al contrario, los altos cargos rusos, en concreto en los últimos ultimátums, continúan acusando a los países miembros de la UE y la OTAN y a sus aliados de actitud enemiga hacía Rusia. Moscú considera al Oeste culpable de los intentos de utilizar los antiguos países socialistas y algunas antiguas repúblicas de la URSS en su política dirigida contra la Federación Rusa. La OTAN finalmente tiene que comprender, que la guerra ruso-ucraniana de 2014-2022 es una guerra entre mundos diferentes, una guerra entre diferentes civilizaciones humanas. Rusia no es un vecino problemático, con el que se puede negociar, sino un ´enemigo existencial´, cuyo objetivo es la exterminación total del estado Ucraniano, la destrucción de la Unión Europea y la OTAN. La consolidación del Oeste (incluyendo a Ucrania) es capaz de frenar la agresión brutal de Rusia y castigarla por sus continuas violaciones del derecho internacional.
¡La invitación de Ucrania a la OTAN es capaz de frenar a la Rusia demente y descarada! Los países de la Alianza por fin tienen que dejar de tener miedo del Kremlin. Porque el imperio del mal no conoce otro lenguaje que el de la fuerza. Es Ucrania quien está defendiendo ahora los valores esenciales de la Alianza. Y los países aliados finalmente pueden tomar la decisión consensual sobre Ucrania, porque invitándole reforzarán su propia seguridad y restablecerán la seguridad mundial, asimismo demostrando, que las palabras del preámbulo del Tratado del Atlántico Norte son más que palabras.