El 24 de febrero de 2022 es una fecha grabada para siempre en la memoria de millones de ucranianos. Incluso después de un año de guerra a gran escala, este día lo recuerdan bien por su sonido, sabor y olor, porque la vida se dividió en un “antes” y un “después”. Aquella mañana de febrero, algunos se apresuraron a abandonar su ciudad o pueblo para salvar a sus seres queridos, otros organizaron deprisa puntos de ayuda, unos corrieron a la oficina de alistamiento militar más cercana para unirse a las Fuerzas de Defensa, y otros plantaron resistencia solos, deteniendo los tanques de los ocupantes con sus propias manos. A pesar de la confusión y la ira, los ucranianos no tardaron en movilizar todos los recursos para salvar sus vidas, las de sus familiares y preservar la independencia del país.
El equipo de Ukraїner reanudó su rodaje casi desde los primeros días de la gran guerra. Comprendiamos lo importante que era grabar y mostrar al mundo las historias de resiliencia, ayuda mutua y resistencia de los ucranianos. Preguntamos a casi todos los héroes o heroínas de nuestros vídeos cómo afrontaron el primer día de la invasión, en qué pensaban y cómo tomaron sus decisiones. Estas respuestas se incluyeron después en el documental “¿Cómo empezó el 24 de febrero?” que está disponible en nuestro canal de YouTube. Pedimos a los espectadores que compartieran sus recuerdos de aquel día en los comentarios del documental. Publicamos algunas de las respuestas que creemos que resuenan con las historias de vida de casi todos nosotros.
— Nunca olvidaré aquella horrible mañana. Recuerdo cada minuto de ese día. Fue un día horroroso, lleno de pánico e incomprensión de lo que estaba sucediendo. Todo empezó a las 5 de la mañana con unas explosiones tan fuertes y espantosas que no me desperté, sino que salté de la cama horrorizado y corrí hacia la ventana. Estaba oscuro. Bombardeaban los aeródromos alrededor de Kyiv… Entonces empezaron a aparecer noticias de que Rusia nos había atacado. El 23 [de febrero], volvía tarde del trabajo, no tenía fuerzas para parar en la gasolinera e ir a comprar comida, y me esperaba un paquete en Rozetka… Ya no dejo nada para mañana. Pero estoy vivo, gracias a las Fuerzas Armadas de Ucrania. Trabajo para las Fuerzas Armadas. Creo en las Fuerzas Armadas.
P.S. Aunque nos estábamos preparando para la guerra y teníamos listas nuestras mochilas de emergencia, fue tan impactante. Aunque la noche anterior todo el mundo sabía que la guerra empezaría por la mañana. Los chicos fueron a la gasolinera. Era casi lo más importante… Es imposible prepararse para el estallido de una guerra, al menos moralmente.
— Me fui a la cama pensando que la invasión [a gran escala] empezaría por la mañana, pero me acosté temprano para dormir bien antes de la guerra. Cuando sonó el teléfono, ya sabía lo que iba a oír. La mañana empezó con las palabras “ha estallado la guerra, nos están bombardeando”. Pero siempre he asimilado que, en realidad, estamos en guerra desde 2014. Lo primero que hicimos [tras el comienzo de la invasión a gran escala] fue tomar un café e ir a preparar el sótano.
— Me desperté con el ruido de los aviones justo encima del balcón, algo que nunca había pasado. Luego, un misil de crucero sobrevoló la zona, con explosiones y columnas de humo en el horizonte.
— Estuve explicando a un amigo el trabajo de laboratorio hasta las dos de la madrugada, y luego quién sabe por qué demonios, mi madre me llama a las cinco de la mañana. Recién despertado ni siquiera pensé que fuera algo importante. A la segunda llamada, cogí el teléfono y mi madre me comunicó sobre el comienzo de la guerra [a gran escala]. Pero ya era evidente, porque yo vivía en Járkiv, cerca de Saltivka, y ya se oía claramente la artillería, y más tarde los “impactos”.
Saltivka
Un barrio de Járkiv y, al mismo tiempo, una enorme urbanización. Antes del estallido de la guerra a gran escala, aquí vivían unas 400 000 personas, casi un tercio de la población de la ciudad. El ejército de la Federación Rusa bombardeaba Saltivka desde los primeros días de la guerra, por lo que esta zona es la que más ha sufrido.— A las 6 de la mañana, mi padre llamó desde Poltava y dijo: “Aquí ya ha empezado”. Aquella mañana el tiempo iba lento como nunca. Hasta las 10:00 parecía que había pasado media vida.
— Nunca olvidaré aquella mañana… Járkiv. Me desperté sobre las 5 de la mañana con las palabras de mi madre “¿qué está pasando?”. Después de eso, sentí que todo temblaba, oí cañonazos. Mi padre corría por la casa buscando su carné militar. Nadie podía asumir que había empezado una guerra a gran escala. Aquel día bombardearon con misiles Grad, Smerch y morteros. La gente, confundida, salió corriendo en busca de refugio, y luego las empresas de servicios públicos abrieron todos los sótanos y refugios.
— Estaba en Zaporiyia. Tenía que despertarme a las diez porque estudiaba en el turno de tarde. Me desperté con el ruido de un avión, pensé que pasaron varios camiones, así que seguí durmiendo. Luego me levanté a las diez para prepararme a clase, y ya habían bombardeado nuestro aeropuerto. Mi madre volvía a casa del trabajo sin haber llegado. Recuerdo claramente lo que pasó después del 24, recuerdo que días los militares rusos entraron en Melitópol y Energodar, y lo peor fue cuando tomaron Vasylivka, que está a una mano de Zaporiyia. En mi diario tengo anotaciones sobre cada día, incluso sobre las noches en el refugio, y sobre los primeros ataques con misiles.
— Estaba en el trabajo. Justo a las 5 oí explosiones. Un compañero que me sustituyó dijo que Puylo (Putin. — Ed.) había iniciado la guerra [a gran escala]. Nunca olvidaré los ojos de mi hija cuando llegué a casa. Se me encogió el corazón, y solo se aliviará el día de la victoria. ¡Aguantamos, trabajamos, hacemos donaciones a nuestros solecitos y esperemos a que vuelvan con la victoria! ???
— Vivo en la región de Cherníhiv (Sívershchyna. — Ed.). Unos días antes, tuve la sensación de oír volar a aviones. Cada vez ponía la oreja atentamente, y cada vez no podía sentir alivio al darme cuenta de que de momento todo seguía bien. Sentía constantemente ansiedad, esperaba. La maleta llevaba preparada desde hace mucho tiempo. Sobre las cinco estaba preparando el desayuno y oí explosiones. Aquella vez ya era real.
— El 23, acompañe al tren a un amigo con el que hablamos de si habría una invasión [a gran escala] o no. Y el 24, a las 5 de la mañana, me llamó y dijo: “Ha empezado”. Y en un par de segundos, los aviones sobrevolaron la casa.
A las 9 de la mañana fui a visitar a mis familiares en Kyiv. Regresé a las 7 de la tarde. Al día siguiente, junto con el amigo que había acompañado ayer, fui a alistarme en las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania sin esperar a que me llamaran.
— Justo estaba en el turno de noche (de guardia en la estación de metro) y entendí que la estación pronto se convertirá en una isla de salvación para los ciudadanos de Kyiv. ♥
— Vivo en Járkiv. Trabajo en la policía de patrulla. Cuando empezó la guerra [a gran escala], estaba en el turno de noche. Salí a fumar en la avenida Heroi Jarkova (Héroes de Járkiv. — Ed.). Fue entonces cuando vi los primeros lanzamientos. Recuerdo el pánico de la gente que iba en coche a toda prisa hacia ninguna parte. En ese momento estaba en el equipo de tripulación con una compañera. Ella rompió a llorar. Llamé a mi mujer y le dije que estuviera preparada para cualquier cosa, incluso para abandonar Járkiv. El 24 de febrero por la noche, le dije que se fuera al oeste con sus padres. Yo me quedé en la ciudad para seguir con mi servicio.
— Me quedé de pie en medio de la habitación, sin creerme que lo que estaba oyendo son explosiones. Pensaba que estaba durmiendo…
— Me desperté a las 5:23 de la mañana con el sonido de un caza sobrevolando el edificio, y luego otro. Ese sonido, cuando lo recuerdo, todavía siento que me desgarra por dentro y quiero taparme los oídos con las manos. No encendí la luz, me senté en el suelo y empecé a fumar. Abrí el chat de los vecinos, donde todo el mundo empezó a escribir que había empezado la guerra [a gran escala]. Recuerdo estar aturdida: debo huir (¿adónde?) o, por el contrario, es más peligroso. Recuerdo que se oía hasta en el 20.ª piso, cómo la gente de la gasolinera perdía los nervios: el terrible rostro de la desesperación y el miedo humanos. Tal vez esto me para de huir a alguna parte, porque el caos, el pánico y las multitudes en combinación son cosas terribles. Vivo en [el pueblo de] Kotsiubynske, en el 20.ª piso, y se ve muy bien todo a mi alrededor. Las explosiones posteriores de aquel día, que vi con mis propios ojos, quedaron impactadas en mi memoria por su espectacular mortalidad, como si fueran imágenes a cámara lenta. Más tarde, todo alrededor estaba en llamas: Irpín, Bucha, Gostómel, Moshchun, Výshgorod, Vynohradar, Vasylkiv. También recordaré para siempre los espeluznantes sonidos de los lanzamientos de misiles Grad, que se realizaban a diario con breves pausas. Más tarde también me acostumbré a ellos. Ahora (11 meses después. — Ed.) me parece increíble con qué fuerza sonaba dentro de mí en aquellos momentos de miedo la frase: “Esta es mi tierra”, la cual me hacía sentir mejor. Esta frase, su significado, es uno de los [sentimientos] más fuertes de mi vida.
— Járkiv. [En el reloj] las 4:50. Mi hijo me despierta y dice: “¡Mamá! La guerra ha empezado!”. Yo estaba preparada. Le dije: “Sí. Sé lo que puedo y debo hacer. Hornearemos pan”. Mis muchos años de experiencia como voluntaria me ayudaron mucho a tranquilizarme, con calma y sin pánico, tomar rápidamente decisiones inteligentes “aquí y ahora” y ayudar a la gente en la medida de lo posible. Ya en 15 minutos, reuní en mi panadería a todos los empleados que habían conseguido llegar al trabajo e insté a todos a unirse y trabajar: hacer pan. Al cabo de 5 horas, ya teníamos a más de 70 personas trabajando. Nos convertimos en un poderoso refugio y centro de voluntarios. Pero esa ya es otra historia.