Durante décadas, Rusia ha estado socavando el sistema de seguridad de Europa. En los últimos 30 años, al menos tres estados independientes han sufrido su agresión: Moldavia, Georgia y Ucrania. Tras la despiadada invasión a Ucrania, los europeos deben admitir: el lenguaje de la diplomacia no funciona con Rusia.
El gobierno de Rusia echa la culpa a EEUU y la OTAN de “la ausencia de garantías de seguridad en Europa”, como también por la negligencia de las reglas de la OSCE y despliegue de los sistemas de misiles americanos en Europa.
Al mismo tiempo la Federación Rusa, con su agresión en países vecinos, viola directamente las posiciones del Acta Final de la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa, los principios fundamentales de la OSCE y del Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE).
El aumento unilateral por parte de Rusia del número de militares y equipos, el aumento del número de buques militares en el Mar Negro, y el posible despliegue de armas nucleares en Bielorrusia y Crimea ocupada, constituyen una amenaza directa para el orden internacional.
La política agresiva exterior de Rusia también se subraya con el régimen policial dentro del país. La propaganda nacional, asesinatos e intentos de asesinato de líderes de la oposición (Boris Nemtsov, Aleksey Navalny), violación sistemática de los derechos humanos, torturas contra los prisioneros — todo esto caracteriza el régimen de Putin.
Negación legislativa a reconocer las decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, las últimas declaraciones del expresidente Dmitri Medvédev sobre la necesidad de restablecer la pena de muerte, como también las detenciones brutales de los participantes de manifestaciones contra la guerra en Ucrania, son pruebas de que las autoridades políticas de Rusia están igual de alejadas de Europa, como lo están de la democracia.
Las amenazas de utilizar el armamento nuclear ante el mundo entero, rechazo al papel de supervisor en los futuros ejercicios de la OTAN, reconocimiento de “Abjasia”, “Osetia del Sur”, “LNR” y “DNR”, al igual que la continuación de la guerra contra Ucrania a pesar de las sin precedentes sanciones internacionales muestran la esencia del imperialismo ruso.
El “derecho de la fuerza” en lugar de la “fuerza del derecho”, la reescritura de la historia de Europa y Ucrania, la destrucción de centenares y miles de vidas humanas con fines políticos — en su forma actual, Rusia constituye una amenaza mortal no solamente para Ucrania, pero también el mundo civilizado entero.
El modo de pensar de las autoridades políticas de la Federación Rusa es Realpolitik, donde dinero, gente y hasta países enteros, se pueden sacrificar para jugar en “el gran tablero de ajedrez”.
Europa debe comprender: Rusia y Putin, en concreto, no se pararán ante nada para conseguir su objetivo — la ocupación completa y la destrucción de la independencia política de Ucrania. Los bombardeos con sistemas de lanzacohetes múltiple ´Grad´ de los barrios residenciales de Járkiv y Mariúpol, la ocupación del territorio de la Central nuclear de Chornóbyl, la amenaza de utilizar armas contra la Central nuclear de Zaporiyia y el lanzamiento de misiles hacia la Central hidroeléctrica de Kyiv se salen más allá del sentido común.
Las acciones de Rusia son más que amenazas a nivel nacional, si no que tienen repercusiones a nivel mundial. El agresor solamente reconoce el lenguaje de las armas. El objetivo clave de los socios europeos, es hacer el precio de la invasión Rusa, insoportable. Si no detenemos a Rusia ahora, luego puede ser demasiado tarde.