La República de Bielorrusia es coagresora en la guerra con Ucrania. Merece las sanciones más estrictas de los gobiernos y las empresas del mundo, ya que Alexander Lukashenko comparte las opiniones de Vladimir Putin, lo que representa un peligro directo para Ucrania. Los ataques con misiles que se realizan desde el territorio de Bielorrusia han provocado numerosas víctimas entre la población civil y la destrucción despiadada de las ciudades ucranianas.
Desde 1994, Bielorrusia ha estado inevitablemente en la órbita de la política exterior rusa. Actualmente, la República de Bielorrusia es miembro de todos los proyectos de reintegración rusos, en los terrenos de la antigua Unión Soviética: desde el Estado de la Unión con Rusia hasta la Unión Euroasiática y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva.
Aleksandr Lukashenko permanentemente durante 28 años es el líder de la República de Bielorrusia, destruyendo sistemáticamente a la oposición política. Tras la ocupación ilegal de Crimea y Donbas en 2014, Bielorrusia se ha convertido en la principal plataforma de negociación entre Ucrania y Rusia. Las autoridades bielorrusas intentaron utilizar el estatus de mediador para obtener beneficios económicos y políticos. Las economías de Rusia y Bielorrusia están estrechamente integradas a través de la Unión Euroasiática (sucesora de la Unión Aduanera). Gracias a Bielorrusia, las empresas han eludido las sanciones impuestas por la comunidad mundial contra Rusia.
Más tarde, la posición de Minsk repitió cada vez más las declaraciones de Moscú. Tras la dura represión de las protestas pacíficas en el verano de 2020, las detenciones masivas de opositores y la provocación artificial de la crisis migratoria en la frontera con Polonia, el gobierno bielorruso se encuentra en un aislamiento internacional total.
Al mismo tiempo, la UE, Estados Unidos y Gran Bretaña impusieron un paquete de sanciones a Bielorrusia. Bajo ellas están varios aviones bielorrusos, así como una serie de empresas de propiedad estatal, fábricas y compañías. Recientemente, a las sanciones existentes se añadieron restricciones a la exportación de bienes y tecnologías que podrían contribuir al desarrollo de la seguridad militar y de la defensa de Bielorrusia. También se introducen restricciones para prestar servicios relevantes a la parte bielorrusa. Toda la lista de productos sancionados ocupa 120 páginas.
Cuatro semanas antes de la invasión rusa de Ucrania, en el territorio de Bielorrusia se llevó a cabo el entrenamiento militar a gran escala “Determinación aliada-2022”, bajo el pretextó Rusia concentró más de 170.000 militares y miles de unidades de equipo para atacar Ucrania. En Minsk conocían las intenciones de Kremlin, pero no hicieron nada para evitar el conflicto.
Desde el 24 de febrero, Lukashenko ha declarado repetidamente que las Fuerzas Armadas de Bielorrusia no intervendrán en la guerra. Sin embargo, el 1 de marzo, se registró un convoy de equipo militar y tropas bielorrusas en la región de Sívershchyna, cerca de Chernígiv. Además, en Bielorrusia se encuentran unidades militares rusas, sistemas de misiles y unidades aéreas que participan de forma directa en la agresión armada de Rusia contra Ucrania.
Actualmente, la Federación Rusa es el país más sancionado del mundo: se implican casi 6.000 sanciones contra sus ciudadanos, empresas y funcionarios, según el Ministerio de Hacienda. Un gran número de multinacionales han anunciado sus cierres en Rusia, desde Netflix, Ikea y McDonalds hasta los gigantes tecnológicos de Intel, Meta o Volkswagen Group. Sin embargo, la mayoría de estas restricciones (en particular, la prohibición de comprar petróleo y gas ruso) no se aplican a Bielorrusia. Las “hijas” bielorrusas de empresas rusas y mundiales pueden seguir operando libremente, a pesar de las vigentes restricciones.
Al mismo tiempo, continúan los bombardeos de Ucrania desde el territorio de Bielorrusia. Hasta el 4 de marzo, de los 480 misiles lanzados por Rusia contra Ucrania, 70 fueron lanzados desde el territorio de Bielorrusia. Alexander Lukashenko no negó este hecho, pero dijo que sólo han sido dos o tres misiles.
Las acciones del régimen de Lukashenko también están socavando los cimientos de la seguridad europea. Basándonos en los resultados del manipulador “referéndum”, realizado el 27 de febrero, el gobierno de Bielorrusia trata cancelar el estatus no nuclear del país y colocar armas nucleares rusas en el territorio de la República de Bielorrusia.
El viernes 11 de marzo en Moscú tuvo lugar el encuentro de Lukashenko y Putin, en la cual discutieron las siguientes acciones conjuntas en la guerra, en particular sobre la política de sanciones. No cabe duda de que Bielorrusia seguirá obedeciendo las órdenes del Kremlin, aumentará el número de tropas rusas en Bielorrusia y continuará el bombardeo de Ucrania desde el territorio bielorruso. Ese mismo día tuvo lugar una provocación, cuyo propósito era involucrar a Bielorrusia en la guerra contra Ucrania, iniciada por Vladímir Putin. Las tropas rusas atacaron varias ciudades fronterizas de Bielorrusia: el ataque se llevó a cabo desde el territorio de Ucrania.
Por su indulgencia en la invasión militar de Rusia, la violación sistemática de los derechos humanos y la política exterior agresiva, las autoridades y la economía de la República de Bielorrusia deben ser objeto de una amplia gama de sanciones internacionales, que por su fuerza repiten las rusas. Únicamente de esta manera la comunidad internacional podrá anticipar la futura escalada de la guerra en Ucrania.