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Es difícil llamar ahora al mundo “zona de confort”: la crisis migratoria, el brote de la epidemia COVID-19, la crisis económica y la continua invasión rusa de Ucrania. Los tanques rusos en el territorio ucraniano y bombardeos diarios de las ciudades y pueblos obligan a constatar que Rusia continúa persiguiendo la desestabilización política en el corazón de Europa. El país agresor tiene un algoritmo fijo y parece que no tiene prisa en renunciar a sus ambiciones imperialistas.

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El material contiene enlace a páginas web rusas, que se pueden visitar a través de VPN.

La agresión de la Federación Rusa tiene un carácter híbrido, es decir, la guerra se desarrolla tanto en el frente real como en el frente informativo. Cualquiera que piense que todos los procesos destructivos que están ocurriendo en el mundo son coincidencia o la mala voluntad de alguien, lamentablemente se equivoca. Rusia ha iniciado una nueva etapa reforzada de la agresión híbrida no solo contra Ucrania, sino también contra toda Europa. Esto amenaza no solo con la desestabilización política, sino también con el cambio fundamental en las áreas de influencia de los jugadores principales en la arena mundial e incluso en las fronteras nacionales actuales.

Parece que Rusia ha iniciado un período de turbulencia geopolítica, cuando el caos mundial se está formando con procesos impredecibles, crisis y guerras locales y globales. Resulta imposible pronosticar exactamente el comportamiento de los países o las organizaciones en la arena política y finalmente formar algún tipo de orden mundial, que seguirán los jugadores principales y garantizarán la seguridad.

Tiempos inestables

Desde 2020, la civilización occidental se enfrenta a la incertidumbre y la inseguridad que influyen en la mentalidad europea, donde no queda lugar para la estabilidad y predicción del futuro. El primer reto llegó con la pandemia, y el segundo con una nueva fase de la guerra ruso-ucraniana en 2022. El 24 de febrero, Putin demostró que la previsibilidad es una construcción muy inestable y que, incluso en el siglo XXI, una invasión a gran escala de un país soberano con el objetivo de su ocupación es absolutamente real. De esta manera, el Kremlin finalmente puso en práctica la activa política del poder ruso (que realmente nunca fue pacífica, pero en 2022 cruzó todos los límites) y, al mismo tiempo, abrió la caja geopolítica de Pandora. Después de todo, el resultado de la guerra ruso-ucraniana mostrará cómo actuarán otros países, especialmente los que son gobernados por dictadores, en el futuro.

Abrir la caja de Pandora
Un fraseologismo que significa “producir una catástrofe”. Proviene de la trama de la mitología griega antigua, cuando Pandora por curiosidad incumple la prohibición de abrir la caja y suelta todos los males del mundo.

Putin ha demostrado que se puede aplicar fuerza impunemente en aquellos territorios que se quieren invadir. Por ejemplo, el discurso de la República Popular China con respecto a Taiwán se volvió mucho más agresivo después del 24 de febrero. En Pekín aparecieron ideas de revancha y la promoción de la tesis de “una sola China”. Se refiere al reconocimiento de la existencia de un solo país en el mapa mundial, a pesar de que haya dos pretendientes para ese nombre: la República Popular China (China continental) y la República China (la isla de Taiwán).

Otro ejemplo es Turquía, que comenzó una operación militar en Siria el 17 de agosto del 2022. La aviación turca bombardeó el puesto fronterizo, provocando la muerte de 11 personas. Unas semanas antes, el 3 de agosto del 2022, Azerbaiyán también inició una operación militar en Nagorno Karabaj. A pesar de que se declaró el fin de la guerra en 2020, la situación se ha agravado, por lo que, como resultado del conflicto armado entre las tropas armenias y azeríes, muchas personas resultaron heridas y muertas.

Al mismo tiempo, el actual orden mundial, que se formó después de la Segunda Guerra Mundial, costó al mundo muchísimo esfuerzo. Cualquier reconsideración de las fronteras reconocidas internacionalmente es un gran riesgo. Conviene recordar el discurso de Martin Kimani, el delegado de Kenia en la ONU, durante la reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU en la noche del 22 de febrero del 2022. La reunión fue dedicada al reconocimiento por parte del Kremlin de la independencia de las supuestamente autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Kimani afirmó el apoyo de Kenia en la integridad territorial de Ucrania y su desaprobación de la violación de las leyes internacionales por parte de Rusia. Aunque las fronteras de Kenia y de otros países africanos fueron definidas por los antiguos imperios (como el británico, el francés y el portugués), esto no debería convertirse en una excusa para guerras sangrientas en el siglo XXI.

“El Occidente tiene la culpa de todo”

En 2016, en la Universidad Nacional de Moscú, se publicó una minuciosa monografía de más de 700 páginas llamada “Pronóstico estratégico de los asuntos internacionales” o estrategia geopolítica del Kremlin para los próximos 10 años. En esta se hace referencia a que Rusia, en el aspecto de la civilización, choca con tres fronteras principales: el Occidente, los países islámicos y China. Se presentan varios guiones del desarrollo de los sucesos, por ejemplo, la invasión de Rumanía o la creación de una especie de versión ampliada de la Nueva Rusia en la que tendrían que entrar regiones de Ucrania como Besarabia y parte de Prychornomoria, de Podniprovia y Zaporiyia, de Taúrica, Pryazovia y también Donechchyna.

Nueva Rusia o Gobernación de Táurica
El territorio de las actuales regiones de Pryazovia, Prychornomoria y Taúrica, que existió desde principios del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX. Durante todo ese tiempo, Rusia llevó a cabo allí una política colonizadora.

En general, la monografía contiene instrucciones paso a paso de cómo lograr el régimen del Kremlin. Estos son los mensajes que plantean los autores de la monografía:

– “Tarde o temprano, independientemente de nuestra voluntad, la lucha con Europa (o por lo menos con su mayor parte) es irreversible”;

– “… ni la humildad sincera, ni el verdadero orgullo permiten a Rusia considerarse parte de Europa”;
– “La única manera de proporcionar una seguridad resistente a Rusia es ganar una superioridad militar-técnica e ideológica frente a Occidente”;
etc.
Los autores del trabajo afirman que en las condiciones de la inevitabilidad de los conflictos Rusia tiene que pasar a la geopolítica de poder porque, en su opinión, después del 2023 “ya será tarde”, ya que Ucrania para aquel entonces finalmente se desviará del curso ruso de desarrollo.

Rusia esperaba terminar la “operación especial”, invadir Kyiv en tres días y demostrar a todos el “nacimiento de un nuevo mundo” y una “misión histórica” de Putin en él. La prueba de ello es la difusión prematura del artículo preparado “Ataque de Rusia y mundo nuevo”, cuya publicación fue planificada a las 8 de la mañana del 26 de febrero del 2022 en RIA Novosti. Los medios de comunicación rusos no esperaban que los ucranianos pusieran tanta resistencia, así que el artículo salió según su plan. En él se refleja muy bien la visión del mundo del Kremlin y se expresan sus discursos principales. Eso ilustra bien las causas del ataque de Rusia a Ucrania y sus intenciones.

Pero el grado de tensión aumentaba durante todos los años del gobierno de Putin. Sus aliados y, tras ellos, los propagandistas interpretaban tradicionalmente al Occidente como un enemigo y la causa principal de todas las tragedias de los rusos.

Putin incluso anunció que “Rusia no termina en ninguna parte”: esa tesis fue pronunciada en la ceremonia de la entrega de premios de la Sociedad Geográfica Rusa en 2016. Aquí van un par de tesis elocuentes que el líder de la Federación Rusa pronunciaba de un año a otro públicamente:

2007. El discurso de Munich:

“Vemos cada vez más desprecio a los principios básicos del derecho internacional. Es más, las normas particulares y en verdad todo el sistema de derecho de un país, en primer lugar, por supuesto, de los Estados Unidos, cruzó sus fronteras nacionales en todos sus ámbitos: en la economía, política, ámbito humanitario, y son impuestos a seguir por otros estados. ¿A quién le gusta eso? ¿A quién le gusta eso?”.

2020. La declaración sobre el Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (Tratado INF):

“Consideramos que la retirada de EE.UU. del Tratado INF, que como resultado dejó de funcionar, es un grave error que refuerza los riesgos del desencadenamiento de una carrera armamentística, el crecimiento del potencial de confrontación y la caída hacia una escalada incontrolada. En vista del fortalecimiento de la enemistad dentro de la línea Rusia-OTAN, las nuevas amenazas a la seguridad europea se hacen evidentes.”

2021. El artículo en el periódico alemán “Die Zeit”:

“Se puso a muchos países ante una elección forzada: estar con el Occidente colectivo o con Rusia. Prácticamente, era un ultimátum. A qué consecuencias llevó esa política agresiva estamos viendo en el ejemplo de la tragedia ucraniana en 2014. Europa apoyó activamente el golpe de estado armamentístico y anticonstitucional en Ucrania. Así es como empezó todo. ¿Para qué había que hacerlo? Entonces, el actual presidente Yanukóvich había aceptado todas las exigencias de la oposición. ¿Para qué EE.UU. organizó el golpe de estado y los países de Europa lo apoyaron sin saberlo, provocando la división en la propia Ucrania y la salida de Crimea de su composición?

En tales declaraciones, el Occidente se representa como un enemigo que amenaza a la “gran Rusia”, así todos los fracasos internos se pueden achacar a la resistencia con el enemigo. Después de todo, el nivel de vida de los rusos no cambia desde hace décadas, mientras que Putin afirma que su lucha es santa, incluso si va sobre la invasión de territorios ajenos. Por eso, no es sorprendente que los rusos de a pie emiten fácilmente mensajes sobre la conquista no solo de Ucrania, sino también de Polonia, Moldavia o Lituania.

El terror psicológico y la revisión de fronteras

Rusia está llevando a cabo una guerra subsidiaria, cuya esencia consiste en la implicación de terceras partes como marionetas políticas o mercenarios en los combates. Pero involucra en eso no solo a personas concretas, sino territorios enteros como, por ejemplo, las supuestas autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. En todas ellas invierten finanzas y equipos técnicos, lanzan recursos humanos (sobre todo, militares) y todo para estimular la agresión. De esta manera, Rusia moderniza sustancialmente la conocida “teoría del caos dirigido”, que desarrolló el jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, Valeri Guerásimov, con una enmienda a la mentalidad posmoderna contemporánea. Es evidente que el país agresor aspira a expandir su ámbito de influencia para cambiar las reglas a su propia discreción.

De manera casi imperceptible para los europeos, la Federación Rusa ha destruido la imagen de la “buena vieja Europa”, en la que no han sonado ni una sola vez las sirenas antiaéreas en los últimos 80 años. La gente se enfrenta a una nueva realidad, intentando, por un lado, adaptarse a ella y, por otro, no dejar que se convierta en la nueva normalidad. Es curioso que en algunas ciudades polacas también suenan las sirenas en muestra de solidaridad con Ucrania. Y no parece que sea una campaña de relaciones públicas basada en el duelo, ya que muchos europeos comprendieron que una mañana Rusia puede comenzar una guerra en su país. En el contexto de la vida cómoda habitual de Europa, un cambio tan brusco de realidad y un peligro constante es el reto más grande para los europeos después de 1945.

Los bombardeos constantes de las ciudades ucranianas, el peligro permanente de una guerra nuclear, el chantaje energético: todos estos temas de guerra impregnan la vida cotidiana de los europeos, aunque no todos los países están dispuestos a aceptar esta incómoda realidad y por eso, continúan viviendo como si no pasara nada. En realidad, eso automáticamente aumenta el nivel de ansiedad entre los ciudadanos, moviliza sus recursos internos, cambia sus valores y preferencias políticas. Y lo más importante es que empiezan a creer que Ucrania, que no se rinde, es culpable de todo, y no Rusia, que empezó esta guerra a gran escala. Y eso es precisamente por lo que apuesta el Kremlin: el terror psicológico como un elemento de guerra sin contacto, la manifestación del peligro como algo que es capaz de cambiar de raíz la vida de los europeos, así como la disimulación de la responsabilidad de todos los crímenes de guerra en Ucrania y sus consecuencias para todo el mundo.

También se vuelve móvil el concepto de “frontera”. Esto es particularmente evidente en la triste realidad de la guerra ucraniana. Los representantes de la comunidad política rusa, los líderes de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk en el este de Ucrania, declaran a diario la necesidad de alejar a las tropas ucranianas de las fronteras de las “repúblicas” separatistas. Evidentemente, en la estrategia del Kremlin las fronteras europeas también deberían volverse móviles, porque no es casualidad que los publicistas conservadores y ultraderechas rusos comiencen a declarar el desmantelamiento del sistema del orden internacional de posguerra, fundado a base de los principios de Yalta y Potsdam, aceptados en 1945 por los líderes de los tres países-ganadores aliados en la Segunda Guerra Mundial: URSS, EE.UU. y Reino Unido. Los líderes de opinión también promueven activamente este tipo de mensajes, diciendo que hay que superar la crisis del cambio del orden mundial. Y esto es un componente muy importante de la guerra a gran escala iniciada por Rusia: visualizar el concepto de la relatividad de las fronteras. Por ejemplo, precisamente para eso, el 8 de junio de 2022, en la Duma Estatal de la Federación Rusa, propusieron retirar el reconocimiento de la independencia de Lituania, miembro de la UE y la OTAN. Con estos pequeños pasos, el Kremlin pone a prueba la reacción del Occidente colectivo, que interpreta como su principal enemigo existencial.

Los “caballos de Troya” de la política internacional

En paralelo a la destrucción del sistema del orden internacional, Putin estuvo poniendo a prueba la fortaleza de la estructura internacional en el ámbito de la seguridad. A los ojos de los radicales europeos, Rusia tiene un gran atractivo al exhortar a la eliminación de la “burocracia europea”, la reforma de la ONU, el Comité Internacional de la Cruz Roja, etc. El Kremlin trabaja constantemente en la destrucción de la imagen de las organizaciones internacionales, despreciando su autoridad y sus capacidades. Para eso, usan los medios de comunicación propagandísticos, los discursos públicos y las declaraciones políticas. En esencia, Putin, paso a paso poniendo a prueba el actual orden mundial, lo devaluó y niveló. Al mismo tiempo, las propias estructuras de seguridad mencionadas demostraron su incompetencia, constantemente “expresando su profunda preocupación” por los horribles actos de Rusia en el territorio de Ucrania. Estas organizaciones han mostrado su obsolescencia moral e ineficacia para enfrentarse a los desafíos de hoy en día.

La desestabilización de Europa por parte de Rusia se basa en el concepto de la red. El gobierno ruso, junto con los propagandistas, activan y apoyan dicotomías semánticas como: Norte/Sur, Oeste/Este, vieja Europa/Europa joven, nativos/migrantes, políticos conservadores/políticos frikis, etc. El Kremlin se apoya en la extensa red de agentes de influencia, usándolos para ejercer presión sobre los puntos débiles del monolito civilizatorio de la UE con sus narrativas. Así es como se está sacudiendo la situación en Europa.

La Federación Rusa se toma de manera sistemática la destrucción del espacio civilizado europeo. Al coger confianza con los países europeos, promoviendo sus propios intereses, el Kremlin “cultiva” a sus aliados, que puedan presionar a Europa con él, destruyendo el sistema desde dentro. Y así, los “caballos de Troya” rusos: Hungría y Serbia, están “saltando” insidiosamente por el paisaje europeo. Su peligro consiste en que afirman sobre una alternativa en la política y economía, que en realidad resulta ser favorable a los intereses de la Federación Rusa. Curiosamente, Rusia ahora se ha “sacado de la manga” el guion de expansión territorial del siglo XIX, cuando el Imperio Ruso estaba compuesto por algunos de los países libres europeos: Polonia, Finlandia, Rumanía, Estonia, Lituania y otros.

Al mismo tiempo, la pertenencia del país “caballo de Troya” a la UE no es tan importante. Es suficiente una vecindad cercana o relativamente cercana con Rusia, ya que así es más fácil para el país agresor difundir sus narrativas coloniales y fortalecer la dependencia económica y cultural. Serbia es un ejemplo clásico. El 31 de julio del 2022, la península de los Balcanes se encontró al límite de un nuevo conflicto interétnico, precisamente de la mano de la parte serbia, que cumplía las indicaciones del Kremlin en el contexto de una Europa exhausta y psicológicamente desmoralizada. El hecho es que el gobierno de la parcialmente reconocida República de Kosovo planeaba prohibir la validez de los pasaportes y matrículas serbias en su territorio, que una vez fue parte de la República Serbia, a partir del 1 de agosto del 2022. Los serbios étnicos que viven en el norte de Kosovo salieron a protestar con el apoyo de Belgrado. Hubo un tiroteo con los agentes del orden. El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, exhortó a la comunidad internacional a hacer todo lo posible para que el gobierno de Kosovo cancele o posponga su decisión. En la noche del 1 de agosto del 2022, el jefe del gobierno de Kosovo anunció que está dispuesto a hacer concesiones y posponer la implementación de la resolución hasta el 1 de septiembre de 2022.

Por supuesto, es difícil notar a simple vista la participación directa de la “mano del Kremlin” en esta situación. Sin embargo, no hay duda de que es beneficioso para Putin abrir un “frente adicional” para distraer la atención de la UE, EE. UU., la OTAN y Turquía y así distraerlos de la guerra en Ucrania.

La tarea del “caballo de Troya” geopolítico es desestabilizar la situación en la región y sembrar el caos en los países vecinos. El país con ese papel puede demostrar una estabilidad social y política y ni siquiera se sospechará de que es una marioneta de la Federación Rusa. Los líderes de tales países se permiten unos puntos de vista “alternativos”, que van en contra del curso de desarrollo europeo. Alimentan narrativas sobre los desacuerdos geopolíticos y sociales, inflaman disputas territoriales locales, sobre todo por motivos religiosos. Sin embargo, es muy difícil mover a un país marioneta del tablero de ajedrez de Europa: por regla general, este está integrado en las estructuras europeas clave y se declara miembro de pleno derecho de la comunidad europea, cuyos intereses se ven oprimidos.

Se pueden distinguir dos niveles de influencia del “caballo de Troya”. El primero son los gobiernos y las organizaciones internacionales, en otras palabras, es institucional. Consiste en la presencia de los numerosos “amigos de Putin” en el entorno europeo de los gobernantes, es decir, ellos mismos son los “agentes de influencia”, portadores de los intereses del Kremlin en el extranjero. Una de estas figuras es el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, quien en repetidas ocasiones nombró a Putin como su modelo político a seguir y reproduce deliberadamente narrativas prorrusas, en particular, sobre la nocividad de las sanciones contra Rusia para la propia Europa. Así, Orban cuestiona la corrección de la política de la UE. En su discurso el 25 de julio del 2022, durante la visita privada a la ciudad rumana Baile Tusnad, el político se opuso a la mezcla de razas europeas y no europeas, destacando que: “Nosotros (los húngaros. — Ed.) no somos raza mixta… y no queremos volvernos raza mixta. Los países en los que se mezclan los europeos y los no europeos ya no son naciones”. También criticó fuertemente el apoyo militar occidental a Ucrania: “Cuántas más armas modernas proporcione la OTAN a los ucranianos, más avanzarán los rusos en la línea del frente… Lo que estamos haciendo es prolongar la guerra”, dijo Orban durante su discurso, con lo que provocó la indignación de los partidos de la oposición y de varios políticos europeos.

El caso de “Amnesty International” es otro ejemplo revelador. Así, el 4 de agosto del 2022, la organización de derechos humanos declaró que los militares ucranianos, que frenan la invasión rusa, ponen en peligro a la población civil, creando bases y colocando armas en escuelas y hospitales. Al mismo tiempo, en la página web de la organización no hay ni una palabra sobre la masacre de los prisioneros de guerra ucranianos en Olenivka ni ninguna juzgación de las acciones de los ocupantes, que cruelmente torturaron y asesinaron a los defensores de Ucrania capturados.

El segundo nivel de influencia son los políticos o empresarios individuales y sus grupos, es decir, es un nivel de influencia personalizado. A través de intereses amistosos, mercantiles u otros, ciertas figuras muestran lealtad a la Federación Rusa y se unen directa o indirectamente a la desestabilización de Europa. Esta función también puede ser desempeñada por los jefes de las regiones, terrenos o poblaciones particulares. Por regla general, se enfrentan a fenómenos económicos y sociales de crisis y pueden oponerse a las tendencias europeas, ya sea la cuestión del gas o las cuotas para los inmigrantes, considerando que “no es el momento adecuado para ello”.

El Kremlin utiliza a cualquiera que se le acerca y ayuda a promover los intereses rusos. Y a algunas de estas personas marionetas no les asustan ni siquiera las pérdidas significativas de imagen al apoyar las ideas de la Federación Rusa. Un ejemplo claro es Gerhard Schroeder, excanciller de la República Federal de Alemania, admirador alemán del Kremlin, expresidente del consejo de administración de la empresa estatal rusa de petróleo y gas Rosneft. Así, a finales de julio del 2022, Schroder visitó Moscú y se reunió con Putin, para supuestamente hablar de la cuestión ucraniana. Como resultado, el 2 de agosto, en una entrevista para la revista Stern, después de la reunión, declaró sobre la preparación y disposición del Kremlin a las negociaciones sobre la regulación diplomática de la guerra en Ucrania y llamó la guerra “un error del gobierno ruso”, añadiendo que para la resolución del conflicto son necesarias “concesiones por ambas partes”. También Schroder llamó absurda la idea de la devolución de Crimea a Ucrania por medios militares, y sabia la decisión de Angela Merkel y Frank-Walter Steinmeier de bloquear la entrada de Ucrania a la OTAN en 2008. Según él, una alternativa para Ucrania puede ser la neutralidad militar. Como podemos ver, es un comportamiento típico de los “caballos de Troya” y las típicas tesis de los propagandistas rusos. En cambio, el Kremlin normalmente usa las negociaciones diplomáticas solo como una pausa y un tiempo para acumular fuerzas y manifestar sus supuestos planes pacíficos.

Amenazas de un invierno frío y otros desastres

Los agentes de influencia rusa ayudan a escalar los procesos de desestabilización a todo el continente europeo. Pero el Kremlin no solo actúa a través de ellos, sino que también “calienta” narrativas problemáticas latentes que existen en cada país y que pueden provocar o agravar conflictos. Sin embargo, uno de esos temas principales es la dependencia europea de los recursos rusos, diciendo que, ante todo, las sanciones son perjudiciales para Bruselas (la ciudad es prácticamente la capital de EU). El Kremlin ha determinado los puntos débiles y vulnerables de Europa, y sabe esperar durante mucho tiempo. El hecho es que Rusia, como líder en el suministro de carbón, petróleo y gas, exporta estos productos a un gran costo, pero luego compra con ellos casi todos los bienes necesarios de los países occidentales. Por lo tanto, los países europeos en forma de empresarios son los principales beneficiarios de este modelo. Pero las sanciones conciernen no solo a los países europeos. Según un estudio de la agencia Bloomberg, elaborado a partir de las conclusiones de la reunión de los cancilleres del “Grupo de los Veinte” en Indonesia el 7 de julio de 2022 y hecho público el 5 de agosto, la mitad de estos países no apoyan la política de sanciones y no se unieron a la imposición de sanciones a la Federación Rusa.

“Grupo de los veinte” o G20
Un grupo de ministros de finanzas y directores de bancos centrales de las 20 economías mundiales más poderosas.

En cambio, Rusia se involucra en el chantaje del gas, porque es su palanca para influir no solo en las sanciones, sino también en el curso de la guerra en Ucrania. Y lo más importante que tienen que entender aquí los europeos, es que la crisis energética con todas sus consecuencias (aumento de precios, reducción de temperatura de la temporada de calefacción en 2022 entre 5 y 6 ºC) es el resultado de las acciones de Rusia, que comenzó la gran guerra, y no de Ucrania, que defiende ahora su territorio y se convierte en una especie de escudo para toda Europa.

Putin quiere hacer que los europeos sientan ansiedad y miedo constantes para sacudir y debilitar emocionalmente al Occidente colectivo. Así es como, en su opinión, puede obligar a renunciar a los jugadores principales a dar apoyo a Ucrania. Precisamente para eso el Kremlin creó artificialmente la crisis alimentaria durante esta guerra a gran escala, con el ejército ruso bloqueando los puertos ucranianos, robando el grano ucraniano, bombardeando los graneros, minando los campos y quemando los cultivos de trigo en ellos.

Evidentemente, Europea teme no solo al hambre, sino también al flujo de inmigrantes ilegales, al aumento de delincuencia y violencia. Ucrania es un jugador importante en el mercado internacional de la exportación de productos agrícolas, representando aproximadamente el 10% del suministro mundial de trigo y del 15 al 20% de cebada (según el Ministerio de Comercio y Agricultura de Ucrania). Por eso, las consecuencias de la guerra en Ucrania ya se sienten en todo el mundo, y Europa debe entender que solo Rusia es responsable de todo esto.

La Federación Rusa está formando en Europa un espacio total de terror, o mejor dicho, de su expectativa. La crisis del gas, los daños causados ​​por las sanciones y otros “efectos secundarios” de la guerra a gran escala han afectado a todos los europeos. Para ellos, que en 80 años ya se han acostumbrado a los beneficios de la civilización y la cultura no violenta de regulación de conflictos, la situación actual en el mundo significa una vida en modo de duda y futuro impredecible. Por eso, algunos europeos recurren al populismo salvador “por la paz” o apoyan las ideas como “Ucrania debe ceder para que esto acabe”. De esta manera, pasando al bando del país agresor, solamente contribuyen a profundizar la desestabilización de la vida no solo de su país, sino de toda Europa.

Como consecuencia, los políticos europeos se encuentran en una situación en la que es necesario tomar decisiones impopulares, pero urgentes, sobre las que es bastante fácil especular. Parece que los políticos rusos apuestan por quién es el próximo en retirarse en el Occidente. Como en el caso de la difusión del caos, la Federación Rusa no duda en desacreditar la imagen de los políticos europeos para desestabilizar a los gobiernos. Por ejemplo, los medios del Kremlin difundían información sobre las fiestas durante la pandemia del coronavirus, que precedió a la dimisión de Boris Johnson o la “droga de la violación” en una fiesta con la participación del canciller alemán Olaf Scholz, etc. La táctica de demostrar la “insignificancia” de los representantes de los gobiernos de los países occidentales ayuda a Rusia a convencer a su pueblo de la bajeza y debilidad de Europa. Notablemente, apuestan por la imagen moral del político. En los “tiempos oscuros” los ciudadanos prefieren a los conservadores, estancados en el pasado, que demuestran su estricta devoción a los valores morales. Y cada vez hay menos en Europa.

Los propagandistas rusos promueven ideas de minimización de las necesidades con la presión de las sanciones de fondo, evidentemente, impulsando el mensaje de la necesidad de su cancelación, ya que “si las sanciones no funcionan y perjudican a los propios europeos, ¿entonces para qué sirven?”. También la Federación Rusa promueve de todas las formas posibles las absurdas ideas de que los europeos sufrirán más por las sanciones que los rusos, que cambiarán fácilmente a los productos de su propia producción. En la imagen propagandística del mundo, un europeo medio tiene que renunciar al placer, al cumplimiento de sus deseos u otras cosas habituales como “ducharse menos tiempo” y ahorrar en comida. Evidentemente, Rusia exagera todo eso, sirviéndolo con la “salsa” necesaria, ya sea para demostrar el poder del Kremlin o para ilustrar la debilidad de Europa.

Actualmente, parece que una parte del grupo político europeo vuelca en Ucrania su propia inseguridad y miedo a los cambios, por lo que retrasa su ayuda al no confiar en el futuro de Ucrania. Esta podría ser una oportunidad perdida para la recuperación europea de la influencia rusa, ya que Ucrania no es el único objetivo en los planes invasores del Kremlin. Putin es partidario del eurasianismo, que postula una influencia única de la Federación Rusa desde Portugal hasta Kamchatka. Y la cooperación con la República Popular China como aliado igualitario del Kremlin es la evidencia de ello.

Es posible que la máquina política y propagandística rusa siga empujando a Europa hacia una crisis mental cada vez más profunda, paralizando gradualmente su deseo de plantar resistencia. Narrativas tan perjudiciales como “Ucrania debe parar su resistencia” y “todo debe volver a ser como era antes” no ayudan a resolver la situación, sino que solo la empeoran. La cosa es que los territorios no son solo tierra, sino también las personas que viven allí. Y es poco probable que Rusia esté satisfecha con un “trozo” de Ucrania. Para que la Federación Rusa finalmente deje de sacudir al mundo, existe solo un escenario optimista: la victoria de Ucrania y no la congelación de la guerra. Y es precisamente por esto que los defensores y defensoras ucranianas luchan heroicamente ya más de medio año.

El material ha sido preparado por

Fundador de Ukraїner:

Bogdán Logvynenko

Autora:

Anastasía Koberska

Autor:

Anatoliy Shara

Jefa de redacción en ucraniano:

Anna Yabluchna

Editorial:

Lesya Bogdan

Editor de fotos:

Yurii Stefanyak

Administradora de contenido:

Yana Rusyna

Traducción:

Samira Suleimanova

Edición de la traducción:

Svitlana Kazakova

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