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El sonido de los violines del artesano Volodýmyr Solodshuk de Bukovyna nace en su pequeño taller en Chernivtsí, en el suroeste de Ucrania. Hoy, sus instrumentos conquistan las salas de conciertos en todo del mundo. Después del cierre de la fábrica en la que había trabajado muchos años de ingeniero, Volodýmyr cambió su vida en un abrir y cerrar de ojos: volvió a apasionarse por el violín del que se había enamorado cuando era niño.

Al principio, el artesano ejerció de autodidacta, pero posteriormente tuvo la oportunidad de aprender de los maestros del violín en Cremona, Italia, donde fabricó cerca de 200 instrumentos musicales; cada uno de ellos tiene su propia historia:

— Hay muchísimos instrumentos míos en Ucrania, especialmente en Lviv y el resto están por todo el mundo. Los hay en Tel-Aviv, en Bonn o en Hannover. Mi primer violín está en Oporto.

Volodýmyr Solodshuk fabrica los violines a mano. El proceso de fabricación recuerda de alguna manera a cuidar a un niño pequeño, cuya voz sonará y asombrará a todos algún día.

Volodýmyr no guarda violines fabricados en su taller:

— No hay violines. Gracias a Dios, están vendidos. Los tienen mis músicos.

Aunque no toca instrumentos musicales, conoce perfectamente su construcción y modo de funcionamiento. El maestro cree que quien quiere hacer las cosas bien debe elegir: o se toca o se fabrica el instrumento. Una de dos cosas.

Admiración por el violín

Volodýmyr Solodshuk se interesó por el violín durante su etapa en el colegio. Entonces, él fabricó su propia pequeña garlopa y reparó su primer violín, un violín de niños. Pero poco a poco se fue sumergiendo, con fuerza, en el mundo del arte del violín:

— Al principio era solo un pasatiempo. Alguien venía para que le reparara el arco, después para que le reparara un violín. Así, hasta que hice un violín de regalo, aunque por sus detalles, era como uno verdadero. Finalmente me decidí por ello y fabriqué entre diez y doce. Uno de ellos resultó ser más o menos bueno y fue a parar a las manos de un artista de una filarmónica.

En aquel momento, la Filarmonía de Chernivtsí buscaba a un especialista para poner a punto el órgano. Volodýmyr solicitó este puesto y se lo concedieron. A la vez hizo un curso en el conservatorio de música, lo que para él fue el comienzo de una educación musical profesional y representó un cambio total de actividad. A día de hoy, son ya casi 30 años de colaboración con esa filarmónica, encargándose de mantener el buen estado de los instrumentos.

Y después, su vida cambió por completo:

— En una fiesta de celebración del título «Artista de Honor» propusieron un brindis por el maestro, cuyo violín tocaba el artista homenajeado. Este se sorprendió porque, normalmente, el artesano es una persona mayor o que ya ha fallecido. Era un viernes y al día siguiente por la mañana me llamaron y me dijeron que tenía una cita con el alcalde el lunes. Les pregunté para qué era y ellos me contestaron: «Bueno, para hacer un banco o algo así».

— Acudí a la cita con el alcalde. Yo le dije que quería estudiar el arte de hacer violines. Hubo una sesión del Consejo de la ciudad y me concedieron 2.500 dólares para que fuera a estudiar a Italia, una suma nada desdeñable entonces. Los años 90 eran tiempos difíciles en los que el dinero hacía mucha falta: en vez de pagar en metálico los sueldos, se daban compensaciones: se pagaban con trajes, con vodka… con lo que fuera, pero no con dinero.

Volodýmyr comenta, que con este dinero se podía cubrir todas las deudas de la filarmonía.

Enseguida comenzó a buscar oportunidades entre sus conocidos:

— Contacté con un conocido artesano de Lviv. Me dio el número del ruso Oleksandr Krylov de Cremona. Le llamé y le dije que era un artesano de Ucrania y que quería estudiar con él. Me dijo: «De acuerdo, arréglatelas para venir como puedas». Le pregunté, cuánto me cobraría por la enseñanza. Y él dijo: «Como eres mi “excompatriota” nada».

Aprendizaje en Italia

Así, Volodýmyr llego al pueblo italiano de Cremona, hogar del destacado maestro artesano musical Antonio Stradivarius. Volodýmyr empezó a trabar nada más llegar allí:

— Compré un juego de madera y comencé a hacer el violín. Mi profesor, Oleksandr Krylov y yo hicimos un violín cada uno, pero sobre el mismo banco. Fue una enseñanza práctica y me llevó dos meses fabricar uno que sonara como lo hacían los italianos. Enseñanza directa. En dos meses había fabricado un violín que sonaba exactamente como los italianos.

Su maestro ruso se convirtió en un gran profesor para Volodýmyr Solodshuk e hizo mucho para que este se convirtiera en un buen artesano:

— Oleksandr Krylov era una persona brillante, un profesor que te hacía parecer que todo lo aprendías por ti mismo, sin darte si quiera cuenta.

Volodýmyr recuerda bien las palabras de su profesor sobre el arte del violín:

— Convertirse en un artesano de violines se puede comparar con el bajar por unas escaleras mecánicas. Si quieres ascender, tienes que dar un paso hacia adelante o de lo contrario te irás para abajo.

Posteriormente, Volodýmyr comprendió por qué el maestro no le quiso cobrar nada por esta enseñanza tan preciada:

— Llegué a saber, que no es simplemente «nada». Existe la tradición de que los maestros de violín nunca cobran por enseñar. El tutor acepta al alumno o no lo acepta, pero no cobra por sus enseñanzas. El alumno, que está aprendiendo, no puede vender su instrumento por sí mismo porque el aprendiz no es nadie aún, mientras que el tutor tiene un nombre y reputación ya hechos. Él puede vender mi instrumento mucho más caro. Dando mi violín al tutor, obtengo más dinero porque soy un desconocido y él no. Con el tiempo tu popularidad puede crecer, o al revés, disminuir.

Volodýmyr aprecia muchísimo los conocimientos obtenidos en Cremona:

— No se puede mejorar mucho de manera autodidacta. Yo había hecho 10-12 instrumentos antes de venir a Cremona, pero aquello no representó ni el 5 % de la sabiduría, que se puede obtener en Cremona. He tenido la suerte de vivir entre los maestros artesanos del violín y respirar el mismo aire que ellos.

El profesor motivó mucho a Volodýmyr a perfeccionar sus habilidades sin importarle el dinero:

— Volodia, como me llamaba, tú puedes ser maestro o no serlo, ¿lo entiendes? No importa, si vives en París en Chernivtsí o en una aldea remota. No mires por el dinero, que te pagan por los instrumentos, pues habrá veces que no te paguen y otras en las que realmente te encarguen algo de valor y te paguen bien por ello. Hay que hacer cada instrumento como si fuera el último. Nadie nunca te preguntará por cuanto lo has vendido. Siempre sabrán, que es tu instrumento y que vale lo que vale por una razón.

El profesor también le hizo ver que cada uno es el dibujante de su propio destino y le enseñó a no quejarse:

— Cuando llegué, yo le contaba que el gobierno de nuestro país no nos pagaba. Y él contestó: «Muy bien ¿Y el país le ha pedido algo alguna vez a tu madre? Pues entonces no te debe nada».

— Por el amor de Dios, deja que el gobierno se ocupe de los enfermos, huérfanos y minusválidos. El resto de la gente tiene que ganarse el dinero y pagar impuestos. Mientras no lo comprendamos y esperemos a que alguien nos de algo, no mejorará nada. Yo cojo un trozo de madera que vale poco dinero y tengo que sacar un provecho de ello cuando lo venda. Y con esta cantidad de dinero tengo que vivir, pagar la luz, etc. y comprar nuevo material para el próximo instrumento. Y el producto tiene que ser competitivo.

— Bélgica, Luxemburgo, Inglaterra y después Francia fueron los primeros, que comenzaron a comprar instrumentos en Cremona tras la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes también se unieron a este grupo a finales de los años 50. El desarrollo de un país conlleva la necesidad de la música clásica. Los americanos comenzaron cerca de los años 70; después fue Japón. En Cremona, las mujeres también hacen violines y se ha convertido en un popular destino para japoneses y coreanos. Estos últimos ya fabrican Samsung y Hyundai; entonces, ¿qué más necesitan? ¡Escuchar a Mozart! Ahora aprenden los chinos. En Pekín trabajan más de mil artesanos del violín.

Las piceas de los Cárpatos

La madera es muy importante para el sonido del violín. Diferentes partes del instrumento son hechas de diferentes tipos de árboles, cada una de cuales tiene propiedades particulares y únicas. Por eso no es posible fabricar un instrumento enteramente a partir de un solo tipo de madera.

— ¿Por qué la picea? Porque conduce la ola de sonido con mayor rapidez que ninguna otra. ¿Por qué el arce? Porque la tabla de fondo, hecha de madera firme, mantiene la tensión de las cuerdas de 27 kilos durante 300 años. Se debe fabricar correctamente. Estos dos árboles –la picea y el arce– son perfectos para la fabricación de violines.

Aunque hoy es difícil imaginar cualquier relación entre el violín de Stradivarius y el de los Cárpatos, esto podría haber sido real:

— Nuestro árbol de los Cárpatos, especialmente la picea, es el mejor del mundo. Es un árbol muy preciado. Se puede encontrar solo en los Cárpatos. La madera con la que Stradivarius fabricaba sus violines, era idéntica a la de la picea de los Cárpatos, lo que hace pensar que sus obras maestras tienen su origen en esta región.

De acuerdo con el artesano, la picea no sólo sirve como material para el violín sino que también es bueno para otros instrumentos musicales: la tabla de piano, la guitarra, el violonchelo y el contrabajo.

Volodýmyr lamenta que un árbol tan preciado se venda prácticamente gratis:

— Hay muy pocas piceas en los Cárpatos y aún con todo, la gente continúa talándolos para después vender su madera en grandes troncos. Nuestra gente ni siquiera se plantea prestar más atención a los árboles. Solo se piensa en los trozos de madera y resulta estúpido. ¿Sabéis una cosa? En Cremona cada una de esas piezas de madera cuesta entre 15 y 20 euros. ¿Os lo podéis imaginar? Y una de arce cuesta 120. Nosotros vendemos cada metro cúbico por 400 euros.

Volodýmyr tiene su versión de cómo llegó a los Cárpatos la pícea europea, tan popular ahora:

— La pícea no es originaria de aquí. Resulta genial para la tarima, pero está llena de nudos y resina. Comenzaron a plantarla activamente tras la Segunda Guerra Mundial. Anteriormente se habían empezado a cortar los árboles en los Cárpatos para fortificar las minas de Donetsk. Como consecuencia de la deforestación se produjeron grandes corrimientos de tierras en los montes y riadas. Para recubrir el área deforestada con rapidez, plantaron pinsapo, una especie de abeto natural del sur de la península Ibérica. Ahora, incluso los gutsules (grupo étnico ucraniano que desde hace siglos habitan las montañas de los Cárpatos) creen que siempre ha estado ahí. Pero no es cierto.

El sonido italiano

La tradición italiana de fabricar violines ha creado un instrumento musical cuyo sonido traspasa los siglos, lo que da seña de su excelente calidad:

— Hay cosas, que siguen intactas durante siglos como el propóleo o la cera. Normalmente trabajamos con ingredientes que se ablandan con el tiempo o que se mantienen constantes. Un violín es toda una obra de arte donde lo más importante es que el material elegido para hacerlo no inhiba el sonido del instrumento y que sea bueno. El violinista tiene en una mano el arco y en otra el violín. Por esto el instrumento tiene que gustarle. Se puede incluso saber si el artesano es zurdo o diestro con mirar el violín.

Entonces, ¿qué es lo que diferencia el sonido italiano del resto?

— Los músicos evalúan el sonido de varias maneras, pero hay un axioma: cuando tiras de la cuerda tiene que subir el tono al debilitarse la amplitud. Ahora estamos hablando a 15 decibelios, pero yo puedo hablar más bajo y discutir con ustedes. Si hubiera una persona china detrás del telón, entendería que discuto con ustedes porque la dinámica del sonido cambiaría. Un buen violín puede hacer lo mismo: puedo hablar con ustedes en voz bastante alta, de manera feliz y emotiva e incluso si la persona no entiende la lengua lo comprenderá. Los instrumentos italianos en los que el tono asciende cuando se atenúa el sonido también funcionan así. De esta manera pueden hacerse los instrumentos con tonalidad italiana. Aquí no existe la falsificación ni la casualidad.

La técnica de fabricación manual de los instrumentos, que usa Volodýmyr, es muy apreciada en el mundo:

— En mi taller, aparte de la sierra, no hay herramientas, todo se hace a mano. Hay seis formones, guillames, un cuchillo y mis manos. El acabado se hace con legra. Todo se hace teniendo en mente la calidad del sonido. Esta forma de fabricar instrumentos musicales es antigua, tiene 300 años. Ahora son muchos los que intentan introducir la tecnología en el proceso de fabricación, pero de esta manera pierden el contacto con la madera.

En cuanto al interés por el oficio de maestro de violines en Ucrania, Volodýmyr no se muestra muy optimista:

— Trabajo en este taller desde 1999 y en todo este tiempo solo una persona se ha interesado por la fabricación de los instrumentos. Es una lástima. Nos hemos transformado en consumidores, no en fabricantes.

Volodýmyr Solodshuk cuenta que, en Chernivtsí, aparte de él, hay solo un maestro más de violines: Volodýmyr Antoniuk, que fue su aprendiz en el pasado:

— La fabricación artesanal de violines no es algo tradicional en Ucrania, pero muchos de los artesanos han trabajado en nuestro país. Stepán Mélnyk, «el patriarca» de los violines, proviene de la Unión Soviética y vive en Ivano-Frankivsk. Es uno de los primeros artesanos ucranianos. De hecho, en cada ciudad hay alguien que hace violines, pero su número es cada vez menor. Me traen instrumentos para arreglar de ciudades como Frankivsk, Jmelnýtskyi, Vínnytsia, Shytómyr y a veces incluso de Kýiv, aunque allí hay muchos artesanos.

Según Volodýmyr, hay una diferencia significativa en la forma de entender el arte de la fabricación de violines entre los artesanos ucranianos y los italianos:

— No sé por qué, en Ucrania, los maestros tienen celos unos de otros y preguntar a otros parece algo vergonzoso. En Cremona existen más de 120-130 talleres como el mío y, habitualmente, en cada uno trabajan dos maestros. Cuando me llegan los clientes, prueban el instrumento y le preguntan a mi tutor: «¿Quién más es buen maestro?» Y él contesta: «aquí todos son buenos». Le digo: «Sasha, ¿por qué dices eso? Aquel maestro no vale nada». Y él responde: «Compréndeme, si digo algo malo de él, él lo dirá de mí. El cliente se irá y de lo que se trata es de que el negocio crezca. Todos los maestros son buenos. El cliente tendrá que coger el instrumento que más le guste. Allí un maestro nunca habla mal de otro maestro.

— Por alguna razón que no entiendo, aquí los artesanos compiten unos contra otros.

La demanda de música clásica en Ucrania

— Hay músicos ucranianos por todo el mundo y en cualquier orquesta. En cualquier ciudad de Europa, si veis a una persona con la funda, puedes hablarle en ucraniano o ruso. Seguramente verás a uno de nuestros músicos.

Volodýmyr cree que la ausencia de demanda activa por la música clásica por parte de los oyentes ucranianos es una de las causas por las que nuestros músicos con talento se van a trabajar al extranjero:

— Nuestra educación musical es bastante buena. El problema es que nuestros oyentes ucranianos no la escuchan. Los músicos a menudo se van al extranjero, porque allí les pagan bien. Todo depende de si la gente viene o no a los conciertos; por ejemplo, si la orquesta sinfónica tiene 70 músicos, hay entre 70 y 50 oyentes en la sala. Un concierto puede tener lugar en una ciudad de 300 000 habitantes y solo 15 personas acuden a él. Eso da muestra del escaso gusto por la música clásica.

Volodýmyr compara esto con la demanda de música clásica entre los habitantes de Corea del Sur:

— Corea y Mozart no tuvieron nunca ninguna relación, pero los coreanos escuchan su música, que es ahora muy popular. Nuestra orquestra sinfónica de Chernivtsí viaja a Corea del Sur por segundo año consecutivo para giras de uno o dos meses. Las salas de dos mil personas están casi llenas. Eso es porque la gente siente la necesidad de escucharla, es algo que demanda la propia alma. Pero nosotros no la tenemos.

Volodýmyr subraya que la música es un elemento importante para el crecimiento de la personalidad, ayuda a estimular pensamientos lógicos y al mismo tiempo, amplificar los pensamientos abstractos:

— Comenzando por la Antigua Grecia: tanto si eras matemático como si no, siempre se podía optar por la música. La música conlleva el funcionamiento de ambos hemisferios cerebrales. Me gusta mucho una cita del difunto cardenal Liubachívskyi: «¿Qué es el arte? Es el llanto del alma por el edén perdido. No sabes por qué lo haces cuando escribes poemas o ¿para qué cantas si no te pagan por ello? Albergamos un profundo vacío en nuestro interior, producto del edén perdido con todos nuestros recuerdos.

Cómo lo hemos filmado

El material ha sido preparado por

Fundador de Ukraїner:

Bogdán Logvynenko

Autor:

Yaroslav Karpenko

Editorial:

Yevgenia Sapóshnykova

Corrección del texto:

María Projorenko

Productora:

Olga Shor

Fotos:

Vasyl Salyga

Cámara:

Oleg Sologub

El operador de helicóptero:

Myjáilo Slobodián

Directora de montaje:

Anna Vorobiova

Dirección:

Mykola Nosok

Ingeniero de sonido:

Pavló Pashkó

Editor de fotos:

Oleksandr Jomenko

Transcripción:

Sergiy Guzenkov

Traducción:

Sergiy Gorbatiuk

Edición de la traducción:

Óscar Recacha

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