Voces de la ocupación. Olesia. Contar historias en Lviv de su Starobilsk

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Voces de la ocupación es una serie de historias sobre las personas que vivieron bajo la ocupación y pudieron escapar. Nuestra siguiente protagonista es Olesia Milovanova, directora del Museo Regional de Historia Local de Lugansk, que logró escapar de la ciudad temporalmente ocupada de Starobilsk con su hijo. Ahora, en el oeste de Ucrania, habla a la gente sobre la cultura de Ucrania oriental.

Starobilsk es una ciudad del este de Ucrania con más de 16 mil habitantes, situada a 100 km al norte de Lugansk, en la orilla del río Aydar. En 2014, después de la ocupación temporal de Lugansk y las poblaciones del alrededor, muchas de las instituciones educativas y culturales locales se trasladaron a Starobilsk. En 2022, desde los primeros días de la invasión rusa a gran escala, en la entrada de Starobilsk se producían combates y desde el principio de marzo, la ciudad permanece bajo la ocupación temporal de las tropas rusas.

Olesia nació y creció en Starobilsk. Tras el inicio de la agresión rusa en el este de Ucrania en 2014, varias instituciones se trasladaron allí desde el temporalmente ocupado Lugansk: la Universidad Nacional de Lugansk Taras Shevchenko y la Universidad Nacional Agraria de Lugansk. En particular, trasladaron a la ciudad el Museo Regional de Historia Local de Lugansk, en cuya directora se convirtió Olesia.

Los abuelos de la mujer se mudaron a Starobilsk desde Kuban (Krasnodar, Rusia) después de la Segunda Guerra Mundial. Toda su vida ella hablaba en ruso.

— Pero mi madre nació en Ucrania. Yo nací en Ucrania. Yo me identifico como ucraniana

Olesia tiene una carrera de profesora de música y cultura artística, y también se graduó en la Universidad Nacional del Este de Ucrania Volodymyr Dalia (fundado en Lugansk y después del 2014, trasladado a Severodonetsk) y la Universidad Nacional de Lugansk Taras Shevchenko. Ya a los 16 años comenzó a trabajar en el Museo de Historia Local de Starobilsk.

Su carrera profesional se desarrollaba de manera sucesiva y rápida: fue vigilante, organizadora de excursiones, trabajadora científica becaria y senior. En las temporadas de verano trabajaba en el fondo del museo. Luego, al fin, iba a ser directora, pero en 2014, las tropas rusas ocuparon la institución de historia local en Lugansk. Su director se negó a colaborar con el gobierno ucraniano y trasladar el museo. Entonces liquidaron el Museo del distrito de Starobilsk y en su lugar restauraron el Museo Regional de Historia Local de Lugansk, cuya directora fue nombrada Olesia en 2015.

— El museo de Starobilsk consiste en dos grandes edificios, grandes monumentos arquitectónicos. Hasta el traslado teníamos una colección de nada menos que 20 mil piezas. Me dieron la mano felicitándome con mi nuevo puesto y dijeron: “Apáñate”. En 2020, terminó mi contrato de cinco años. En aquel momento, yo ya había trasladado el museo, formado un nuevo equipo, puesto completamente el trabajo en marcha. Nos conocían por toda Ucrania, hacíamos conferencias científicas, los trabajadores iban de intercambio de experiencia a Polonia. Y en 2020, volví a ganar el concurso para el puesto de directora: ya es mi segundo período.

Encontrarte la guerra por segunda vez

El equipo del museo estaba preparado para la invasión a gran escala: elaboraron planes de evacuación y de retirada de los objetos expuestos y empaquetaron sus pertenencias. Los ciudadanos del este tenían claro que habría una guerra, cuenta Olesia:

— Repartir los libros de registro de empleo a los trabajadores. Y como soy la directora del Museo Regional de Historia Local de Lugansk, todos los museos de la región dependen de mí, me puse en contacto con ellos y les dije hacer lo mismo. Me culpaban por ser “seguidora del Kremlin” porque generaba pánico. Decían que nunca iba a ver una invasión y yo les decía: “Secad los sótanos, buscad materiales de empaquetación, recoged los documentos y guardad vuestros libros de registro de empleo: preparaos”.

A las cinco de la mañana del 24 de febrero, una amiga le llamó a Olesia y le dijo que la invasión había comenzado.

— Los primeros 5 minutos sentí un poco de miedo y pánico, y luego recogí mis cosas, llevé al gato con mi madre y me fui al museo. Terminamos de empaquetar los materiales y llevarlos al sótano porque no teníamos ni idea de lo que iba a pasar: igual nos iban a bombardear. Envié a todos los empleados a casa, cerré el museo, me llevé al gato del museo, cogí un taxi y fui a la casa de mi madre. La gente se escondió, los cajeros automáticos no funcionaban y las tiendas y las farmacias estaban cerradas: la locura acababa de empezar.

El primer día de la guerra a gran escala, la mujer durante toda la mañana llamaba a los gerentes de otros museos de la región, descubriendo cómo se movía el equipo militar ruso. Ya por la tarde, a los alrededores de Starobilsk hubo combates. El 25 de febrero, las tropas rusas bombardearon la ciudad con el lanzacohetes múltiple “Smerch”. Entonces, los militares ucranianos se retiraron hacia Severodonetsk y Rubizhne y el 1 de marzo, los ocupantes rusos entraron a la ciudad.

— Íbamos al museo poco a poco, al principio amontonamos en bolsas los documentos más importantes, los sellos, los archivos personales de los trabajadores. Y un día volví a ir, justo encontré un coche para sacar las piezas y esconderlas en mi casa, o en la de mis amigos. Meto la llave y las cerraduras ya estaban cambiadas.

Cuando Olesia comenzó a llamar a todos los empleados, una de las trabajadoras dijo que los ocupantes vinieron a por ella y ella les llevó al museo. Pero la mujer no informó de eso a nadie, y menos a la directora Olesia, aunque ya habían pasado más de 24 horas.

No dañaron el edificio desde fuera, pero ocuparon el museo, robaron el equipo técnico, los muebles y lo más valioso, la colección de las piezas artísticas.

“Llegaron los liberadores”

Con el comienzo de la invasión a gran escala, los ciudadanos de Starobilsk se dividieron en tres categorías, cuenta Olesia. Hay proucranianos, que, o bien se esconden, o bien van a las protestas. Hay “separatistas marginales”, que sueñan sobre la unión de los países de la Unión Soviética. Todo les gusta, creen que los rusos no pueden ser enemigos para Ucrania. Y hay gente que es indiferente a la situación, lo importante para ellos es que no les toquen, y que gobierno habrá mientras les da igual:

— Si esto será Rusia o Ucrania, ellos harán lo suyo. Quieren que no se toquen sus casas, que sigan con su trabajo, que sobrevivan. Llegarán los ucranianos, trabajarán bajo Ucrania. Llegarán los rusos, trabajarán bajo Rusia. No tienen ninguna posición. Pero es un porcentaje muy pequeño de los ciudadanos.

La primera categoría de los ciudadanos estuvo en contra del gobierno ruso y por eso salía a las protestas. La ola de estos actos ocurrió en Starobilsk, Bilovodsk, Novopskov, Bilokurakyne, Markivtsi, Troitske, Svatove.

Algunos plantaban resistencia de otras maneras: uno de los trabajadores del museo arrancó la bandera de la supuesta autoproclamada República Popular de Lugansk y la quemó. Participó más de una vez en las protestas y apareció en un vídeo. Entonces el hombre le pidió ayuda a Olesia con su evacuación, y sus amigos lo sacaron a Vínnytsia.

Olesia cuenta: todos los que son proucranianos, los que hablan en ucraniano, los que no dicen “¡Hurra! Llegaron los liberadores”, desaparecen. A estas personas las citan a interrogatorios “al sótano”, ahí las interrogan, pegan, amenazan, les ponen bolsas en la cabeza, incluso violan con los dedos y luego encierran en el sótano:

— Si no quieres colaborar con los ocupantes, surgen preguntas: “¿Por qué no quieres? ¿Qué eres, fascista? ¿Qué eres, proucraniana? ¿Qué te crees, que no somos “liberadores”? ¿Estás de parte de los fascistas?”.

Hay quienes se alegran por la llegada de los “liberadores”. Es muy aterrador que nunca entiendas quién es el colaborador, comparte la mujer. Durante el tiempo que estuvo en la temporalmente ocupada ciudad, los traidores resultaron ser aquellos de los que nunca lo hubiera esperado:

— Yo, como directora del museo, tengo que cuidar de mi gente y salvarla. Pero no sabes quién de ellos resultará ser un traidor. No conoces el nivel de transparencia: a quién ayudar, con quién puedes compartir información. Calcular a los traidores era imposible. Y por eso no se podía confiar en nadie. Así que vivía o con mi madre o en otro sitio, cambiaba mi lugar de residencia constantemente. Simplemente, no sabía cuándo iban a llegar a por mí y quién me iba a delatar.

Pero lo más aterrador para Olesia fue la incomprensión de su futuro: adónde moverse y qué hacer. Porque la vida normal colapsó, reconoce la mujer.

Salir de la ocupación y soñar con un Lugansk ucraniano

Durante su estancia en Starobilsk, Olesia, con la ayuda de Olga Gonchar, directora del museo “Territorio del Terror” de Lviv, ayudó a los trabajadores de otros museos del este, que se quedaban sin dinero, comida y medicamentos. Actuaron en el marco del proyecto “Centro Crítico para Museos”. La iniciativa está dirigida al apoyo financiero, organizativo y humano para los pequeños museos regionales y sus equipos durante el tiempo crítico de guerra. Olga buscaba los fondos y Olesia recopilaba las solicitudes porque tenía muchos contactos.

— Yo contactaba con todos ellos, transfería la ayuda humanitaria, mandaba dinero. Lo hacía hasta el principio de abril y entendía que pronto iban a venir a por mí, ya empezaron a buscarme. El 3 de abril, mi hijo y yo fuimos evacuados por el ejército ucraniano, con quién cooperamos en ese momento.

Los militares ucranianos sacaron a la familia porque no hubo otra forma de evacuación, ya que los ocupantes rusos estaban buscando a Olesia. La ruta fue en dirección hacia Severodonetsk, donde en ese momento había combates (hasta el 24 de junio), pero la ciudad aún no estaba ocupada. Luego a través de Donéchchyna y más adelante casi por toda Ucrania. Al final, en tres días llegaron a Lviv.

— En Lviv, vinimos a la casa de mi amiga Olga Gonchar. Luego registré mi museo en la base de datos, renové los papeles. Y cuando recibí mi sueldo trimestral, alquilé un apartamento. Ahora vivimos en Lviv por separado.

También Olesia ayudó con la evacuación a sus compañeros de trabajo y les encontró una vivienda. Ahora organiza la evacuación de los trabajadores científicos de otros museos de su región.

Después de la victoria de Ucrania en la guerra y la desocupación del este de Ucrania, la mujer planea volver a Lugansk:

— No a Starobilsk. Hablé con nuestros militares, si vamos a liberar nuestros territorios, van a ser las fronteras de 1991 y no del 24 de febrero del 2022. Me espera el museo en Lugansk, nuestro precioso edificio de cuatro pisos, nuestra colección, nuestra propiedad. Vamos a echar a todos los separatistas de allí, llegaremos con un equipo nuevo. El museo en Starobilsk se quedará como un departamento del Museo Regional de Historia Local de Lugansk y contará las historias de Starobilsk y sus alrededores. Y nosotros ya estaremos en Lugansk.

Durante su estancia en Lviv, Olesia entiende que debe tener una misión: contar a la gente en el oeste de Ucrania sobre la cultura del este de Ucrania.

— Aquí creen que sólo tenemos minas, borrachos y separatistas. Yo les hablo sobre nuestras empresas gastronómicas, el deporte ecuestre, sobre que es una región agraria; esta es Slobozhánshchyna. Les describo lo precioso que es nuestro este.

Al llegar a Lviv, la mujer entendió que pase lo que pase, no se va a ir de Ucrania porque toda su vida está relacionada con este país.

— No quiero salir de Ucrania. Echo de menos el este, de donde son mis raíces. Antes de la guerra, ni siquiera pensaba que mi amor y mi vida estarían tan enlazados con mi Ucrania. Siento mi pertenencia a esta cultura, a este código cultural.

El material ha sido preparado por

Fundador de Ukraїner:

Bogdán Logvynenko

Autora:

Vladyslava Kritska

Editorial:

Natalia Ponedílok

Corrección del texto:

Olena Logvynenko

Entrevistadora:

Jrystyna Kulakovska

Editor de fotos:

Yurii Stefanyak

Diseño de gráfica,

Autora de la portada:

Anastasiya Khadzhinova

Transcripción:

Diana Stukán

Viktoriia Budun

Administradora de contenido:

Yana Rusyna

Traducción:

Samira Suleimanova

Edición de la traducción:

Svitlana Kazakova

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