Share this...
Facebook
Twitter

La mayor crisis en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y los inestables acuerdos de seguridad internacionales es lo que Rusia ha conseguido al lanzar una ofensiva a gran escala contra Ucrania. Las acciones terroristas del país agresor provocan la muerte de civiles, la destrucción de la infraestructura civil y desastres antropogénicos en la zona de guerra. Las consecuencias de esto no solo las siente Ucrania, sino también otros estados con los que se han establecido relaciones en varios niveles.

*
El material contiene enlaces a páginas rusas que se pueden ver a través de VPN.

El mundo acaba de comenzar a recuperarse de la pandemia de COVID-19, y ahora se enfrenta al aumento de los precios de los alimentos, la energía y las amenazas de una guerra nuclear. La gente de todo el mundo se queja de las dificultades económicas, mientras Rusia continúa bombardeando a diario ciudades y pueblos ucranianos. Así es como Rusia afecta la agenda global, porque todas estas crisis son el resultado de la gran guerra iniciada por la Federación Rusa, y no de la resistencia de los ucranianos que defienden su tierra de los invasores. En este artículo, detallaremos el extenso historial de Rusia como causante de las crisis globales.

Crisis alimentaria

Incluso antes del comienzo de la guerra a gran escala entre Rusia y Ucrania, los precios mundiales de los alimentos comenzaron a subir debido a las repercusiones económicas de la pandemia del coronavirus COVID-19. Durante el confinamiento, la actividad económica en el mundo disminuyó drásticamente. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el PIB global promedio cayó un 3,9% entre 2019 y 2020, el peor descenso desde la Gran Depresión. Cuando comenzaron a levantarse las restricciones de la cuarentena y la economía comenzó a recuperarse, los precios se dispararon.

Gran depresión
Crisis económica mundial, que duró desde el otoño de 1929 hasta finales de la década de 1930 y afectó principalmente a los países de Europa Occidental y los Estados Unidos.

Además, la pandemia ha afectado gravemente las cadenas logísticas mundiales, lo que también ha contribuido al aumento de los precios de los alimentos y a la propagación del hambre en el mundo. Así, según las estadísticas, alrededor de 9 millones de personas mueren de hambre cada año. A modo de comparación, durante toda la pandemia desde 2019, el número de muertes fue menor y ascendio a 6,5 ​​millones de personas. Las acciones militares de Rusia en Ucrania no han hecho más que empeorar la crisis alimentaria mundial.

Foto: Efrem Lukatsky

Históricamente, Ucrania ha sido importante exportador de grano. En 2021, el país alimentó a 400 millones de personas en todo el mundo. Hasta 2022, exportó un promedio de 50 millones de toneladas de productos agrícolas anuales. Juntos, Ucrania y Rusia exportaron casi un tercio del volumen de la producción mundial de trigo y cebada. Además, en 2020–2021, Ucrania exportó para la venta 5,27 millones de toneladas de aceite de girasol, lo que representó el 46,9% de las exportaciones mundiales.

Aproximadamente el 90% del trigo y otros cereales de los campos ucranianos se transportó a los mercados mundiales por mar. Después del 24 de febrero de 2022, Rusia bloqueó la costa del Mar Negro, deteniendo la exportación de grano por las principales rutas marítimas durante los primeros 5 meses de la guerra a gran escala.

Además, Rusia bombardea regularmente la infraestructura agrícola, prende fuego a los cultivos en los campos y roba el grano ucraniano. Las imágenes de satélite, tomadas por Maxar Technologies, mostraron que en mayo, barcos de bandera rusa fueron cargados con grano en un puerto de Crimea, y pocos días después, atracaron en Siria con las escotillas abiertas. Curiosamente, al mismo tiempo, el presidente ruso Putin afirmó que la cosecha de este año en Rusia podría alcanzar una cifra récord de 130 millones de toneladas.

Los crímenes de la Federación Rusa agravaron la crisis alimentaria mundial, que tiene consecuencias catastróficas para el mundo entero. El bloqueo de las exportaciones de grano ucraniano ha exacerbado el hambre en algunas de las regiones más vulnerables del mundo. Los suministros de cereales se han recuperado parcialmente gracias a largas negociaciones. El 22 de julio, Ucrania, Rusia y Turquía firmaron un acuerdo sobre el restablecimiento de la exportación segura de grano ucraniano a través del Mar Negro. Con ello se ha restablecido el transporte, pero la situación alimentaria mundial sigue siendo crítica. Por ejemplo, en África Oriental, la sequía, el bloqueo de cereales y las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania ya han causado una hambruna masiva que pone en peligro de muerte a 3 millones de personas en la región.

Фото: Кевін Картер.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), del verano de 2021 al verano de 2022, los precios mundiales de la carne aumentaron un 8,2%, los productos lácteos un 23,5% y el trigo un 10,6 %. Y en el futuro, seguirán creciendo. En el peor de los casos, según estimaciones de la ONU, los precios mundiales de los alimentos podrían dispararse otro 8,5% de aquí a 2027. La FAO también predice que para 2022, hasta 181 millones de personas en 41 países podrían enfrentar una crisis alimentaria o incluso mayores niveles de hambre.

Crisis energética

Rusia es uno de los principales actores en el mercado energético mundial. Es uno de los tres mayores productores mundiales de petróleo y el mayor exportador de gas del mundo. En gran medida, el país depende de los ingresos que se obtienen de esta materia prima. Por ejemplo, en 2021 representaron el 45% del presupuesto federal de Rusia. Esto hecho permite al país agresor manipular el tema del petróleo y el gas cuando se trata de intereses políticos.

Incluso antes de la gran invasión de Ucrania, la situación de los recursos energéticos en el mundo era difícil. Los países han comenzado a recuperarse de la pandemia del COVID-19, y la rápida reanudación de la producción ha provocado una subida de los precios del carbón, el gas natural y el petróleo. Al mismo tiempo, Rusia ha aprovechado su condición de monopolio en el mercado europeo del gas, recortando el suministro y elevando los precios. Así consta en el comunicado de la Agencia Internacional de la Energía (en adelante, la Agencia) en septiembre de 2021. Debido a los precios anormales del gas, algunas plantas de fertilizantes europeas incluso tuvieron que cerrar (algunas plantas de Ince de CF Fertilizers en Reino Unido, plantas de Agropolychim y Neochim en Bulgaria), y los precios de los fertilizantes aumentaron un 300% en un año. Esta tendencia afectó directamente la situación alimentaria.

En enero, la Agencia volvió a dar la alarma, subrayando que Rusia está reduciendo de forma injustificada y significativa los suministros a Europa, creando así una crisis artificial en los mercados y elevando los precios de la energía.

Actualmente, la situación no ha hecho más que empeorar. El suministro de gas natural procedente de Rusia se ha vuelto bastante inestable e impredecible, razón por la cual Europa se encuentra en una crisis energética. El 7 de marzo de 2022, los precios del gas natural en Europa alcanzaron un máximo histórico de 3 700 $ por mil metros cúbicos en la bolsa de ICE Futures. Y en marzo, los precios del petróleo Brent subieron a casi 129 $ por barril por primera vez desde 2008 (a modo de comparación, en marzo de 2021, este indicador osciló entre 60–70 $ por barril, y en marzo de 2017, entre 50–56 $ por barril).

Brent
La marca de aceite de referencia, una mezcla de aceites producidos en el Mar del Norte, entre las costas de Noruega y Escocia.

Los legisladores europeos han acusado repetidamente a Rusia de utilizar las exportaciones de energía como herramienta de presión. Tal política se manifiesta claramente incluso ahora que el gigante energético estatal ruso Gazprom ha detenido todas las exportaciones de gas a través de Nord Stream desde el 31 de agosto, alegando el mantenimiento de un compresor. Se suponía que el suministro se reanudaría en tres días, pero Gazprom anunció más tarde que el oleoducto se detendría indefinidamente, supuestamente debido a una fuga de petróleo. Rusia señaló las sanciones como la causa de los problemas, alegando que parecen impedir al país mantener y operar efectivamente el oleoducto. Por supuesto, semejante retórica distrae a la comunidad internacional, especialmente al consumidor medio, de los crímenes de guerra que el ejército ruso comete a diario en Ucrania. La población de algunos países, buscando volver a los precios anteriores a la crisis lo antes posible, puede sucumbir y/o promover el mensaje del país agresor de que el levantamiento de las sanciones eliminaría el problema. Sin embargo, tal posición es miope porque el levantamiento o relajación de las sanciones impuestas a la Federación Rusa no pondrán fin a la guerra, sino que solo la prolongarán, y hasta cierto punto es colaboracionista. Ponerse del lado de la Federación Rusa, excusar sus acciones u ocultarse tras la frase “defendemos la paz” en realidad significa apoyar y a menudo financiar la guerra a gran escala en Ucrania.

En Europa, el gas natural es la principal fuente de energía para los hogares y el sector industrial, y el 40% del mismo proviene de Rusia. Los países empiezan a buscar soluciones alternativas, pero esto conduce a una disminución de la oferta en el mercado. Por lo tanto, se traduce en un aumento de los precios de la electricidad para la población y las empresas.

Nord Stream
Gasoducto que atraviesa el territorio de Rusia, Suecia, Dinamarca y Alemania y proporciona el suministro directo de gas natural ruso a Europa Occidental.

Es curioso que a pesar de las sanciones internacionales contra la Federación Rusa, el boicot de algunos países a las fuentes de energía rusas y la suspensión del Nord Stream, los beneficios de Rusia por la exportación de petróleo y gas a Europa durante los primeros 100 días de la invasión a gran escala incluso se duplicaron en comparación con la cifra del año pasado (hasta 93 mil millones de dólares), debido a los altos precios. Esto le permite a Rusia continuar la guerra en Ucrania y chantajear a Europa.

Crisis económica

La crisis energética lleva a otra, la económica. Cuando los precios del combustible suben, los consumidores sufren no solo en la gasolinera, sino también indirectamente, ya que los mayores costos de transporte elevan los precios de todo, desde alimentos hasta una variedad de servicios. La guerra en Ucrania golpeó a la economía mundial, que apenas comenzaba a recuperarse de las convulsiones anteriores.

El presidente del Banco Mundial, David Malpass, afirma que se prevé que el crecimiento económico mundial se disminuya un 2,7% entre 2021 y 2024. Esto supone más del doble de la tasa registrada entre 1976 y 1979, cuando se observó la estanflación por última vez. Este término describe una situación en la que los principales procesos económicos se ralentizan (la demanda cae, los negocios y las empresas se ralentizan) y la inflación aumenta.

Los datos de la agencia de estadísticas de la UE, Eurostat, mostraron que la inflación de los precios al consumo en Europa aumentó al 8,1% en mayo, el nivel más alto desde 1997. En junio, ese indicador alcanzó el 8,6%.

Este salto de precios significa que, para muchas personas en todo el mundo, los alimentos que podían permitirse ayer ya no están disponibles hoy. Esta creciente crisis del costo de vida está enviando a millones de personas a la pobreza e incluso al hambre a una velocidad vertiginosa.

La inflación afecta más a los estratos pobres y vulnerables de la población y contribuye a aumentar la desigualdad en el mundo. Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los países menos desarrollados de Europa y Asia oriental ya se enfrentan a una recesión, es decir, una fase del ciclo económico en la que se produce un descenso generalizado de la actividad económica.

Países como Armenia y Uzbekistán en Asia; Burkina Faso, Ghana, Kenia, Ruanda y Sudán en África; Haití en América Latina; Pakistán y Sri Lanka en el sur de Asia ya están sufriendo las consecuencias de la crisis según todos los indicadores de pobreza. En Etiopía, Mali, Nigeria, Sierra Leona, Tanzania y Yemen, el impacto podría ser especialmente fuerte para las personas que se encuentran en la línea de pobreza más baja, y en Albania, la República Kirguisa, Moldavia, Tayikistán y Mongolia, el impacto adverso podría ser aún mayor.

Sin embargo, la vida no solo cambiará en los países más pobres. Por ejemplo, en Reino Unido, el aumento de los precios significa que cada vez más personas no pueden permitirse los alimentos básicos y recurren a los bancos de alimentos. Si los precios del gas se mantienen al nivel de mediados de 2022, en ese caso, las facturas de electricidad aumentarán aún más, lo que tendrá un impacto significativo en los ingresos de los consumidores, y no solo en Reino Unido, sino también en otros países europeos.

Banco de alimentos
Organización benéfica que recolecta productos alimenticios de fabricantes, organizaciones comerciales, establecimientos de restauración, particulares y los distribuye a personas que sufren de hambre.

Crisis humanitaria y migratoria

La invasión rusa de Ucrania fue la causa de uno de los mayores y más rápidos movimientos de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), a 20 de junio de 2022, el número de refugiados en todo el mundo superaba los 100 millones, un tercio de los cuales eran niños. Se trata de cifras récord, aunque en 2021 ya se alcanzó un máximo mundial, según un informe de la ONU. Los motivos del desplazamiento de las personas fueron las guerras, los conflictos armados, las rebeliones y las represiones, que en su mayoría tuvieron lugar en los países africanos.

A finales de 2021, el número de personas que se vieron obligadas a abandonar sus hogares alcanzó los 89,3 millones. Esto supone un 8% más que en 2020 y más del doble de las estadísticas de hace 10 años. El nivel más alto de desplazamientos internos se registraron en países como Siria, Colombia, la República Democrática del Congo, Yemen, Etiopía y Afganistán. Ahora Ucrania se ha sumado a la lista. Según la ONU, en junio de 2022, más de 14 millones de ucranianos fueron desplazados y más de 6 millones buscaron refugio en otros países debido a la agresión armada de Rusia.

Los grandes movimientos de personas crean problemas humanitarios. Incluso antes del 24 de febrero de 2022, la ONU estaba tratando de recaudar el dinero necesario para proporcionar la ayuda humanitaria que necesitaba el mundo. Sin embargo, en su llamamiento de 2021, la ONU recibió incluso menos de la mitad de la financiación solicitada. Y cada año, la brecha entre las necesidades humanitarias y la financiación no hace más que aumentar. Debido a esto, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) incluso tuvo que reducir la cantidad de alimentos proporcionados a los refugiados y otros grupos sociales vulnerables en África Oriental y Oriente Medio.

Un gran número de refugiados puede suponer una carga adicional para los países de acogida, en particular para sus sistemas educativos, sanitarios, laborales y mercados de la vivienda. Esto es especialmente notorio cuando un gran número de personas llega no gradualmente, sino de golpe, como fue en el caso de Ucrania.

Otro problema es que no se han desarrollado mecanismos precisos para llegar con seguridad a otro país. Por ello, las personas se enfrentan a peligros adicionales, como el riesgo de encontrarse con traficantes de personas u otros grupos criminales. Además, no siempre es posible que los refugiados se integren plenamente en el país de acogida. Tras el anuncio de movilización parcial en la Federación Rusa, los rusos comenzaron a salir en masa hacia los países donde los ucranianos habían recibido asilo temporal huyendo de la guerra. Esto exacerba las tensiones dentro de los países y puede conducir a conflictos internos.

El mundo carece cada vez más de soluciones a estos problemas. Debido a los crímenes diarios del ejército ruso y a la intimidación nuclear del país agresor, cada vez más personas se ven obligadas a huir, en lugar de regresar a sus hogares. El Consejo de Seguridad de la ONU es cada vez menos capaz de prevenir los conflictos armados y resolver las crisis prolongadas de refugiados que surgen una y otra vez.

Crisis medioambiental

La guerra ruso-ucraniana causó graves daños a gran escala al medio ambiente y a la salud de las personas. Algunas consecuencias dañinas ya son evidentes, otras afectarán los ecosistemas de Ucrania y el mundo a largo plazo.

En julio de 2022, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó un importante informe sobre los problemas medioambientales que ha causado y sigue causando Rusia con sus acciones criminales en el territorio de Ucrania. Según el informe, el país agresor destruyó bosques, ecosistemas terrestres y marinos, instalaciones industriales, infraestructura de transporte, suministro de agua e infraestructuras de saneamiento y gestión de residuos. Debido a los constantes ataques a refinerías de petróleo y plantas químicas, instalaciones energéticas, almacenes industriales y oleoductos, el aire, el agua y el suelo de Ucrania están contaminados con sustancias tóxicas. Esta contaminación ambiental puede causar amenazas a largo plazo para la salud de las personas. Muchos de estos problemas son transfronterizos y su impacto se dejará sentir no sólo en Ucrania, sino mucho más allá de sus fronteras.

Las operaciones militares aumentan la creación de muchos tipos de residuos: domésticos, de construcción (estructuras destruidas o dañadas), militares (equipos quemados, fragmentos de proyectiles, drones) y médicos. Algunos son tóxicos y requieren una manipulación, transporte y eliminación especiales. Esto requiere la aplicación diligente de procedimientos de eliminación de residuos o a veces es imposible durante una guerra activa. Las sustancias tóxicas contenidas en los residuos de municiones también pueden penetrar en el suelo y contaminar las aguas superficiales y subterráneas. Además, la munición no detonada supone una amenaza medioambiental constante.

El ejército ruso también bombardeó depósitos de combustible y refinerías de petróleo en toda Ucrania, provocando grandes incendios y emisiones de contaminantes como hollín, metano y dióxido de carbono.

La experiencia de las guerras anteriores demuestra que estas emisiones se extienden a grandes distancias, haciendo sufrir a la población mucho más allá de la zona de guerra. Así, en Kuwait, a principios de los años 90, los soldados iraquíes incendiaron más de 650 pozos petrolíferos, que luego ardieron durante 10 meses. Como consecuencia, se produjo una fuga de petróleo crudo a gran escala en el desierto y el Golfo Pérsico. Según la NASA, entonces se formaron unos 300 lagos de petróleo. Una capa de hollín y petróleo cayó del cielo y, mezclada con arena y grava, cubrió el 5% del paisaje kuwaití. El control del aire en ese momento indicó que la quema de petróleo representaba el 2% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono. Las muestras de hielo recogidas años después de los glaciares tibetanos mostraron que el hollín, arrastrado cientos de kilómetros por el viento, cubría los glaciares.

Los ecosistemas de Ucrania sufren las acciones de Rusia, que afectan el estado de la ecología mundial. Actualmente, el 44% de los territorios ecológicos más vulnerables del país se encuentran en la zona de guerra activa. Las tropas rusas ya han entrado o realizado operaciones militares en más de un tercio de las zonas naturales protegidas del país, dejando vulnerables los ecosistemas que allí se encuentran. En general, Ucrania posee el 35% de la biodiversidad de Europa. Hay más de 70 000 especies raras y endémicas (las que sólo existen en un territorio determinado) de flora y fauna, que Rusia también está destruyendo con la guerra.

Otro problema son los cadáveres de los soldados rusos en territorio ucraniano. Con el tiempo, se descomponen y producen bacterias peligrosas por las que mueren los animales salvajes o que se propagan al consumirlos. No sólo propagan la infección, sino que también mueren a causa de ella. Además, las bacterias nocivas de los cadáveres de los ocupantes contaminan el suelo, afectando la vegetación y los animales que la consumirán en el futuro.

Las batallas que se están librando a lo largo de la costa de Ucrania provocan enormes daños al medio acuático. Ya en junio, varios miles de delfines aparecieron muertos en las costas de Bulgaria, Rumania, Turquía y Ucrania. La guerra también puede afectar a la población en general y provocar una migración masiva de especies marinas hacia el sur.

Rusia también provoca consecuencias medioambientales indirectas relacionadas con la energía. Dichas consecuencias dificultan el cumplimiento de los objetivos climáticos en el marco del Acuerdo de París. En lugar de una transición más rápida a fuentes de energía renovables, la Unión Europea planea ahora reemplazar parte del porcentaje del gas ruso con gas estadounidense, que tiene un alto nivel de emisiones.

Acuerdo de París
Este tratado internacional sobre el cambio climático implica medidas para reducir las emisiones de dióxido de carbono a partir de 2020.

Algunas amenazas medioambientales causadas por la guerra pueden manifestarse muchos años después de que esta haya terminado. Por ejemplo, en 2016, la Federación Rusa incluso impuso un estado de emergencia debido a un brote de ántrax en los asentamientos siberianos. Debido al inusual calentamiento de la región, el patógeno del ántrax se “despertó” del permafrost. Se depositó allí en los años 40, cuando la Segunda Guerra Mundial hacía estragos en todo el mundo. En aquella época, muchas manadas de renos murieron a causa de úlceras, y el patógeno de la enfermedad se conservó en los cuerpos de los animales enterrados en el suelo helado. Ahora, más de 70 años después del final de la guerra, los residentes locales sintieron sus consecuencias medioambientales.

Crisis nuclear

Rusia no solo chantajea al mundo entero con armas nucleares, sino que también crea precedentes reales que pueden conducir a una catástrofe real, cuyas consecuencias son difíciles de predecir incluso para los científicos.

Al comienzo de la invasión a gran escala, la Federación Rusa llevó a cabo operaciones militares y almacenó toneladas de misiles cerca de la central nuclear de Chornóbil, donde ocurrió el peor accidente nuclear del mundo. Los incendios forestales provocados por los bombardeos cerca de la central nuclear de Chornóbil causaron la liberación de sustancias radiactivas a la atmósfera. Además, debido al intenso tráfico del primer día de la invasión, la radiación gamma en la zona de Chornóbil superó aproximadamente 28 veces la norma anual.

La invasión rusa de Ucrania es el primer caso en la historia mundial cuando una guerra tiene lugar directamente cerca de centrales nucleares. También es el primer precedente en que una planta de energía nuclear fue tomada por la fuerza, y los trabajadores fueron obligados a operarla a punta de pistola (por ejemplo, en la central de Zaporiyia, ubicada en la ciudad de Energodar, en la región de Podniprovia y Zaporiyia).

Los ocupantes también lanzan constantes ataques con misiles contra las poblaciones vecinas cercanas a la central nuclear de Zaporiyia, y a veces contra la propia central. En septiembre, como resultado de otro bombardeo de mortero contra el emplazamiento de la Central de Zaporiyia, se activó el sistema de protección de emergencia y se apagó la 5ª unidad de energía. En agosto, los bombardeos dañaron tres sensores de radiación. Cuando las instituciones internacionales y los políticos pidieron a Rusia que creara una zona desmilitarizada alrededor de la central, ésta se negó.

La central nuclear de Zaporiyia es la central nuclear más grande de Europa. Si ocurriera un accidente en uno de sus reactores activos, las consecuencias catastróficas se abatirían no solo sobre Ucrania, sino también en los países vecinos, porque el viento puede llevar partículas radiactivas mucho más allá del epicentro. No se trata solo de la contaminación de grandes territorios, sino también del daño radiactivo de millones de personas. Como muestra la experiencia de la central nuclear de Chornóbil, las consecuencias de la explosión afectarían a varias generaciones por venir.

El ejército ruso ataca regularmente las centrales nucleares de Ucrania, culpando de ello a los militares ucranianos. Durante uno de estos ataques a la central nuclear del Sur de Ucrania en septiembre, un misil cayó a 300 m de los reactores. La onda expansiva dañó los edificios de la central y rompió más de 100 ventanas.

Rusia utiliza el terror nuclear como arma, amenazando al mundo entero con usar este tipo de armas. Así, una semana antes del 24 de febrero de 2022, el Kremlin anunció que pondría sus fuerzas nucleares en modo de entrenamiento y que el propio Putin supervisaría los lanzamientos de misiles. En plena guerra, el 20 de abril, Rusia probó un nuevo misil de largo alcance. Al mismo tiempo, Putin advirtió a todo el mundo de que esto debería “hacer pensárselo dos veces a quienes, al calor de una retórica temeraria y agresiva, intentan amenazar a su país”.

Durante el anuncio de la movilización parcial del 21 de septiembre, Putin volvió a amenazar con el uso de armas nucleares y dijo que Rusia está lista para usarlas en caso de un ataque a su territorio. Al mismo tiempo, anunció la celebración de pseudorreferéndums en las regiones temporalmente ocupadas de Ucrania. Esto significa que después de su finalización, la Federación Rusa considerará estos territorios como parte de Rusia, y podría tomar la defensa militar ucraniana de estos territorios como justificación para utilizar armas nucleares. La manipulación y el chantaje de Rusia no acaban aquí, ya que varios políticos rusos periódicamente hacen declaraciones ambiguas sobre el posible uso de armas nucleares. Por ejemplo, el 27 de septiembre, el ex presidente de la Federación Rusa, Medvedev, afirmó que Rusia tiene derecho a utilizar armas nucleares si es necesario. El 30 de septiembre de 2022, el secretario de prensa de Putin, Peskov, dijo que el Kremlin no quiere extenderse en el tema de la “escalada nuclear” y pidió a todo el mundo que se comporte con responsabilidad.

Crisis de seguridad

Las actividades terroristas de Rusia han desencadenado la mayor crisis de seguridad en Europa desde la Guerra Fría, obligando a los países europeos a unir sus fuerzas para ayudar a Ucrania a hacer frente a Moscú. Rusia viola obligaciones y acuerdos internacionales, chantajea al mundo entero y amenaza la seguridad de millones de personas.

El país agresor es la mayor amenaza para la paz y la seguridad internacionales en las últimas décadas, porque sigue violando sistemáticamente la soberanía de otros estados. En los últimos 30 años, ha invadido Ucrania, Georgia y Moldavia.

La Federación Rusa ha destruido los cimientos de la seguridad que los europeos han construido durante años y continúa haciendo caso omiso a todos los compromisos internacionales suscritos en las últimas tres décadas. Además, obliga a países previamente neutrales a recurrir al fortalecimiento de sus capacidades de defensa. Así, Finlandia y Suecia presentaron una solicitud para unirse a la OTAN. Otros estados europeos miembros de la OTAN y Estados Unidos también han aumentado considerablemente su gasto militar. Otros países también comprenden los riesgos potenciales de ser vecinos de la Federación Rusa y están implementando las medidas de seguridad necesarias. Por ejemplo, en el presupuesto estatal para el próximo año, Polonia tiene previsto gastar la cifra récord de 97 mil millones de zlotys para el ejército y defensa.

Muchos países destinan importantes cantidades de su presupuesto para ayudar a Ucrania en su lucha contra Rusia en lugar del desarrollo común y el anhelo por la paz. Los ucranianos, por otro lado, a costa de su propio bienestar y vidas tienen que luchar contra un enemigo que no es capaz de negociar diplomáticamente y coexistir pacíficamente.

En los medios de comunicación se pueden encontrar algunas opiniones que afirman que “los problemas en el mundo empezaron por la guerra en Ucrania”, pero es crucial destacar y recordar quién está exactamente detrás de todo esto. Cada una de las crisis enumeradas es responsabilidad exclusiva de la Federación Rusa, que inició esta guerra, y no de Ucrania, que defiende no sólo su tierra y su independencia, sino también a toda Europa. Además, actualmente la guerra se libra no solo por los territorios, sino por los valores existenciales: la libertad, el derecho a la vida, el desarrollo de uno mismo como individuo y como parte de una nación independiente.

Incitar a conflictos y guerras bajo la apariencia de “operaciones especiales”, “liberación” o “misiones de mantenimiento de la paz” es un estilo invariable de la política agresiva de la Federación Rusa. Por lo tanto, la comunidad internacional debe comprender que la única solución es la victoria de Ucrania. De lo contrario, con el tiempo, el agresor podría atacar a otros estados.

Con el apoyo de

Este material fue creado con el apoyo de International Media Support (IMS).

El material ha sido preparado por

Fundador de Ukraїner:

Bogdán Logvynenko

Autora:

Eleonora Chornomorchenko

Jefa de redacción en ucraniano:

Anna Yabluchna

Editorial:

Kateryna Legká

Editor de fotos:

Yurii Stefanyak

Administradora de contenido:

Yana Rusyna

Traducción:

Nadiia Vasylchenko

Edición de la traducción:

Svitlana Kazakova

Ukraïner es apoyado por

Hacerse socio

Sigue la Expedición