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El 20 de febrero de 2014 es el día en que Rusia comenzó a ocupar Crimea. La desaparición de activistas ucranianos, la intimidación de la población local y su utilización como escudos humanos durante la incautación de las instituciones -clave y la realización de un pseudorreferéndum: Es lo que ha traído el país agresor a la península. La ocupación de Crimea se ha convertido prácticamente en una prueba de fuego que ha ayudado a Rusia a ver cómo reaccionaría el mundo ante su deseo de devolver los territorios supuestamente “originariamente rusos”. La mayoría de los países del mundo criticaron tales acciones de la Federación Rusa, pero en la práctica nadie ni nada pudo impedir que siguiera paso a paso “mordiendo” del terreno ucraniano.

A pesar de la violación del derecho internacional, la península permanece bajo el dominio de un país terrorista desde hace más de nueve años. No obstante, quienes siguen de cerca esta historia respondieron claramente a la pregunta “¿de quién es Crimea?” aún en 2014: “Crimea es Ucrania”. Por lo tanto, os recordamos cómo la Federación Rusa distorsionó la historia incluso antes de desplegar sus tropas en la península, para que el mundo entero dudara de este hecho.

Precondiciones de la ocupación

Rusia ha forjado una serie de mitos y manipulaciones en la historia de Crimea. Es supuestamente un territorio “históricamente ruso” que se separó “pacíficamente” de Ucrania tras la Revolución de la Dignidad, que la propaganda rusa llamó “golpe de estado”. En realidad, Crimea no es tierra rusa. Es la tierra de los tártaros de Crimea, que asocian a los rusos solo por las invasiones, guerras, deportaciones y declive económico.

Crimea se convirtió en una parte administrativa de la República Socialista Soviética de Ucrania (URSS) en 1954, durante la época soviética. No fue un “regalo” a la RSS ucraniana, sino una región subsidiada en la que se necesitaba resolver problemas de infraestructura. Así, en la década de 1960 se abrió el Canal de Crimea del Norte, que empezó a abastecer hasta el 85% de las necesidades de agua dulce de la península desde la Ucrania continental. Dentro de la misma estructura territorial, tras el colapso de la “prisión de las naciones” en 1991, Ucrania se convirtió en un estado independiente.

Crimea está ligada a Ucrania geográficamente y depende de sus recursos. Además, fue durante el periodo de la independencia de Ucrania cuando empezaron a crearse las condiciones para una vida normal y el desarrollo de los tártaros de Crimea en su tierra. Pero Rusia comenzó a poner ojo sobre la península de Crimea poco después del colapso de la URSS. Por ejemplo, el 21 de mayo de 1992, el Soviet Supremo de la Federación Rusa reconoció que la decisión de 1954 de transferir Crimea era ilegítima porque supuestamente se había aprobado violando las leyes de la URSS. Desde entonces, paso a paso, Rusia ha recurrido a diversos métodos para apropiarse de Crimea.

La manzana de la discordia entre Rusia y Ucrania tras el colapso de la URSS fue la división de la flota del mar Negro. Este proceso de la primera mitad de la década de 1990 recibió el nombre de “crisis de Crimea” y no terminó a favor de Ucrania: al final, Rusia se hizo con cerca del 80% de los barcos, muchos de los cuales fueron simplemente trasladados del mar Negro a otras flotas de Rusia. Según el Acuerdo Intergubernamental de 1997 sobre el estatuto y las condiciones de la presencia de la flota rusa del mar Negro en el territorio de Ucrania, la flota rusa podía permanecer en Sevastopol hasta 2017. Pero en 2010, el presidente ucraniano prorruso Víktor Yanukóvich (que más tarde huyó de Ucrania tras la Revolución de la Dignidad) y el entonces presidente ruso Dmitri Medvédev (prácticamente un títere de Putin) firmaron un acuerdo para prolongar la estancia de la flota rusa del mar Negro en Sevastopol hasta 2042. En cualquier caso, durante décadas tras el colapso de la URSS, en Crimea coexistieron barcos y formaciones militares de los dos estados. Posteriormente, la inteligencia ucraniana reconoció que la flota del mar Negro podría haber lanzado en cualquier momento operaciones militares contra Ucrania.

El conflicto que estalló en 2003 en torno a la isla ucraniana de Tuzla ahora se considera en ocasiones el ensayo ruso de los acontecimientos de 2014. Esta pequeña isla está situada en el estrecho de Kerch, que separa Crimea de la península de Tamán de la Federación Rusa. Los rusos empezaron a levantar una presa en la isla ucraniana para conectarla con la costa rusa. Finalmente, las obras se detuvieron y el conflicto no llegó a convertirse en un enfrentamiento militar, pero se cree que Rusia estaba probando cómo reaccionarían Ucrania y el mundo ante un intento de ocupar los territorios de la Ucrania independiente.

Según los testimonios de los militares ucranianos, Rusia comenzó a prepararse activamente para la ocupación de Crimea (por ejemplo, almacenando combustible) en otoño de 2013. Los importantísimos acontecimientos de interés periodístico desviaban a menudo la atención del mundo de los insidiosos planes y acciones de la Federación Rusa. Por ejemplo, durante los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi (7–23 de febrero de 2014), el gobierno ruso desplegó gran cantidad de equipos y personal militar (no solo de la flota del mar Negro) en la frontera con Ucrania, aparentemente para rotar y garantizar la seguridad en la competición. Más tarde, estas brigadas militares fueron trasladadas a Crimea.

El comienzo de la ocupación de Crimea

El 20 de febrero de 2014, militares sin insignias con uniforme aparecieron en Crimea. Hablaban en ruso. Los ucranianos de a pie los llamaban “hombrecillos verdes” por el color de sus uniformes. Al principio, Putin dijo (el 4 de marzo en rueda de prensa) que se trataba de “fuerzas locales de autodefensa”, con las que la Federación Rusa (predeciblemente) no tenía nada que ver, y más tarde, cambiando gradualmente su retórica, confirmó que efectivamente eran sus fuerzas de seguridad. Aunque casi desde los primeros días de la invasión hubo evidencias de que al territorio ucraniano invasaron los militares rusos. Los periodistas de investigación ucranianos también identificaron claramente qué unidades de las fuerzas de la Federación Rusa participaron en la ocupación de Crimea. Esto lo confirmaron también los militares ucranianos. En ocasiones, nuestros defensores incluso conocían a los ocupantes, ya que realizaron formaciones militares en campos de entrenamiento situados cerca unos de otros.

Los “hombrecillos verdes”, que en realidad eran militares armados de la Federación Rusa, se apoderaban de los puestos fronterizos ucranianos y bloqueaban las unidades militares ucranianas. Al mismo tiempo, utilizaban la táctica del “escudo humano”, prohibida por las reglas de la guerra, ocultándose tras los civiles, por lo que los militares ucranianos no podían defender sus posiciones.

Es importante recordar que precisamente ese día, cuando los militares rusos invadieron Crimea, en Kyiv se reprimía brutalmente la protesta que se venía desarrollando desde el 30 de noviembre de 2013 y que pasó a la historia como la Revolución de la Dignidad. Entonces, el 20 de febrero de 2014, fue asesinado el mayor número de ucranianos (48 personas) que salieron a defender los valores democráticos y el vector europeo de desarrollo de su país (el número total de víctimas fue de 107, que desde entonces se llaman la Centena Celestial). En los días siguientes, la capital se despedía de los muertos, se formaba un nuevo gobierno y un nuevo aparato administrativo. La “fraternal” Rusia aprovechó esta interna tormenta política en Ucrania para lanzar su operación especial de intento de anexión de Crimea.

Foto: Maxim Balandyukh

En las principales ciudades de la península se realizaron manifestaciones prorrusas, en las que participaron los mercenarios de la Federación Rusa, sus colaboradores y residentes de a pie de la península, que fueron seducidos por la propaganda u obligados a asistir bajo presión. El 23 de febrero, en Sevastopol, los manifestantes incluso consiguieron la dimisión del alcalde de la ciudad y “eligieron” a uno nuevo, el ciudadano ruso Alekséi Chaly, que había estado implicado en actividades separatistas mucho antes del 2014.

Rusia estaba trayendo activamente sus fuerzas militares a Crimea. Según la inteligencia militar ucraniana, la Federación Rusa con buques de guerra trasladaba a sus soldados y equipamiento a la península. En aviación de transporte militar hasta el aeropuerto internacional de Anapa (y desde allí, los militares rusos llegaban a la península de Crimea por mar, en transbordador a través del estrecho de Kerch) o hasta los aeródromos de la flota del mar Negro en Crimea. Como ejemplo, en las afueras de Sevastopol, el 24 de febrero, había vehículos blindados de transporte bloqueando el acceso, y en todas las ciudades cada vez aparecían más soldados rusos. Sin embargo, Sevastopol, como principal lugar de base de la flota del mar Negro, se convirtió en el punto de partida de la ocupación.

El 26 de febrero se realizó una manifestación pacífica en Simferópol, la capital de Crimea. Según diversas estimaciones, entre 5 000 y 10 000 habitantes de Crimea de distintas nacionalidades se opusieron entonces a los separatistas rusos. Expresaron su apoyo a las autoridades ucranianas y su disposición a enfrentarse a los ocupantes si fuera necesario. Sus oponentes eran representantes del partido Unidad Rusa, que estaban interesados en la adhesión de Crimea a Rusia.

«Unidad Rusa»
Partido político prorruso que estuvo activo de 2008 a 2014. Prohibido en Ucrania por decisión del Tribunal Administrativo de Distrito de Kyiv.

A los manifestantes ucranianos les apoyaron los diputados del Consejo Supremo de Crimea, mientras que los partidarios de Rusia estaban encabezados por ciudadanos de la Federación Rusa que llegaron a Crimea y colaboradores prorrusos locales. Como consecuencia de los enfrentamientos, murieron 2 personas y varias decenas resultaron heridas.

Foto: Stas Yurchenko

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Más adelante, durante la ocupación de Crimea, en la Federación Rusa se abrirá una causa penal en relación con este suceso, en la que sólo serán acusados los tártaros de Crimea.

Las primeras víctimas ucranianas y la captura de las posiciones estratégicas

En la noche del 27 de febrero, un grupo de reconocimiento y sabotaje de las tropas aerotransportadas rusas se apoderó de los edificios de la Rada Suprema y del Consejo de Ministros de la República Autónoma de Crimea en Simferópol. Por la mañana se convocó una reunión de los diputados, pero todavía se desconoce en qué condiciones se realizó y cuántos diputados estuvieron presentes. Entonces se destituyó ilegalmente al gobierno legítimo de la península y se eligió a un nuevo “primer ministro”, un representante del movimiento Unidad Rusa, Sergei Aksyonov. Al mismo tiempo, se decidió realizar un referendo el 25 de mayo para ampliar las competencias de la autonomía.

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Foto: Getty images.

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Tras hacerse con los principales edificios administrativos, los militares rusos empezaron a entrar en las autoridades distritales y patrullar las ciudades. Aparecieron controles ilegales en las ciudades y en las carreteras, sobre todo en el trayecto de Crimea a la parte continental de Ucrania. Hasta finales de febrero, los ocupantes bloquearon los aeropuertos y empezaron a desplegar sus helicópteros en los aeródromos militares. En las redes sociales aparecieron más pruebas de la presencia ilegal de las tropas rusas en Crimea: fotos y vídeos de sus equipos militares en las calles de las ciudades o en las afueras de los pueblos. Numerosos militares rusos presumían de sus logros militares, publicando sus propias fotos en los asentamientos de Crimea con los equipos militares de fondo, fijando la geolocalización exacta (por ejemplo, el pueblo de Voyinka, que era un punto estratégico para ellos).

Ya el 27 de febrero, en Kyiv consideraban la introducción del estado de emergencia en la República Autónoma de Crimea. En cambio, el 1 de marzo, la Asamblea Federal de Rusia respondió afirmativamente a la petición de Putin de utilizar las tropas fuera de la Federación Rusa. En una rueda de prensa realizada el 2 de marzo, el presidente ruso declaró que no tenía planes de anexionar Crimea a Rusia.

Los invasores instaban a los ucranianos a deponer las armas y pasarse a su bando, pero muchos militares ucranianos fueron fieles a su juramento y plantaron resistencia. Debido a la oposición de los militares ucranianos, tardaron tres semanas en hacerse con, por ejemplo, la base de los marines en Feodosia. Y para capturar el buque de guerra ucraniano “Cherkasy” tuvieron que emplearse fuerzas especiales, lanchas y helicópteros. A pesar de la desesperada resistencia de los ucranianos, los rusos se apoderaron gradualmente de las instalaciones militares, policiales y administrativas ucranianas.

Buque Cherkasy
La heroica resistencia de 20 días de los marineros ucranianos del dragaminas Cherkasy se convirtió en un símbolo de la resistencia de los militares ucranianos a la ocupación de Crimea. Estos hechos se recogen en el largometraje homónimo del director ucraniano Tymur Yashchenko, estrenado en 2020. El dragaminas Cherkasy también se representó en un sello postal.

También en el territorio de la península surgió una formación ilegal, la “Autodefensa de Crimea” (autodenominada “Milicia Popular de Crimea”), cuyos miembros patrullaban las calles de las ciudades y facilitaban el asalto a las unidades militares ucranianas: irrumpían primero en los edificios, seguidos de soldados rusos armados. Los residentes también informaron de que las telecomunicaciones casi habían dejado de funcionar, ya que los ocupantes habían bloqueado la señal de los operadores ucranianos.

Foto: Anton Shevelov

Por cierto, la actividad de los miembros de la “autodefensa” de Crimea se legalizó posteriormente, regulando sus actividades en la llamada “Ley de la Milicia Popular”. La base legal para esta formación no fue para nada determinada como la legislación vigente de Ucrania — todo se basa en las normas de la Federación Rusa, lo que demuestra una vez más la artificialidad de esta entidad, organizada por las fuerzas del país agresor, y no por los ucranianos que vivían entonces en la península.

Foto: Anton Shevelov

Además de asaltar y apoderarse de los principales edificios administrativos de la península, los invasores recurrieron a la estrategia del poder blando (del inglés soft power), asegurando a los residentes locales que tendrían una vida mejor si Crimea era cedida a Rusia, ofreciendo a los militares ucranianos pasarse a su bando (traicionando así su juramento) y seguir trabajando pacíficamente, supuestamente con salarios más altos y otras prestaciones sociales. Por diversas razones, muchos ucranianos aceptaron las propuestas de los ocupantes, pero siempre hubo quienes se opusieron hasta el final. Por ejemplo, Igor Bedzay, comandante de la 10ª Brigada de Aviación Naval de las Fuerzas Armadas de Ucrania, sin esperar instrucciones de la dirección, pudo evacuar aviación de importancia estratégica para Ucrania. Dado que la situación en el corazón de Ucrania continental y en Crimea era muy inestable e impredecible, el militar decidió no demorar y actuar según el reglamento.

Otra típica práctica de las fuerzas de ocupación en la península de Crimea son las amenazas, la intimidación y las detenciones de los activistas ucranianos por casos fabricados. Con especial escrutinio inspeccionaban a los tártaros de Crimea — la población autóctona de la península, ya que siempre se opusieron activamente a las autoridades rusas. La periodista Natalia Gumenyuk, que arriesgando su propia vida viajaba a la Crimea ocupada en 2014–2019, hablaba con muchos residentes de la península que fueron testigos de la arbitrariedad rusa o la sufrieron ellos mismos. En 2020 se publicó su libro La isla perdida, una recopilación de reportajes que documentan los crímenes de la Federación Rusa en Crimea. Compartieron sus historias con la periodista, los que fueron testigos de esta anarquía rusa o la habían sufrido de ella.

El 6 de marzo, el Parlamento de Crimea, presionado por los ocupantes, aprobó una resolución para realizar un supuesto referendo el 16 de marzo “sobre la reunificación con Rusia”.

Pseudorreferéndum

prevé ningún referéndum sobre cambios fronterizos, el 16 de marzo se llevó a cabo un “referéndum” en el que supuestamente los crimeos decidieron que Crimea debía formar parte de Rusia. Es importante añadir que el 7 de marzo, el presidente en funciones de Ucrania emitió un decreto que declaraba inconstitucional la resolución del Consejo Supremo de Crimea “Sobre la realización del referéndum para toda Crimea” y suspendía sus efectos. Una semana después, el 14 de marzo, el Tribunal Constitucional de Ucrania tomó la misma decisión. Ya el día siguiente, la Rada Suprema de Ucrania disolvió el Consejo Supremo de Crimea.

La celebración de “referendos” es un escenario agresivo clásico que la Federación Rusa reproduce en los territorios ocupados. Todas estas medidas se llevan a cabo a punta de pistola, lo que ya contradice los objetivos y valores democráticos de estos procedimientos. La iniciativa pública KrymSOS, creada el 27 de febrero de 2014 para ofrecer una cobertura objetiva de lo que ocurre realmente en la península, registró al menos cinco indicios de violaciones de este acto: el referéndum infringía la legislación vigente de Ucrania; la papeleta solo tenía dos opciones, y ambas eran a favor de reconocer Crimea como parte de la Federación Rusa; se falsificó la cifra de asistencia de los votantes y en los centros de votación reinó un caos total; los observadores internacionales no estuvieron presentes; a los residentes de la península se les obligaba a participar mediante amenazas e intimidación. Es significativo que antes del 16 de marzo se interrumpiera a la fuerza el trabajo de todos los medios de comunicación independientes ucranianos en Crimea.

El 18 de marzo de 2014, la unidad de sabotaje de Igor Girkin se apoderó del centro cartográfico de Simferópol. Los ocupantes bombardeaban aleatoriamente la unidad militar. Asimismo, aparecieron las primeras víctimas entre los militares ucranianos: de las balas de los ocupantes rusos murió el alférez de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Serhiy Kokurin.

Igor Girkin
Militar ruso y criminal de guerra. Participó en la guerra rusa contra Ucrania en Crimea, el este de Ucrania y durante la invasión a gran escala de 2022.

Unos años más tarde, los militares ucranianos estarían de acuerdo en que, aunque a finales de febrero de 2014 no estaban preparados al 100% para un enfrentamiento armado con Rusia, si hubieran recibido esa orden, habrían sido capaces de defender las posiciones de Ucrania. A los mandos militares ucranianos en Crimea se les ordenó esperar el mayor tiempo posible y no entrar primero en confrontación.

El 18 de marzo de 2014 (supuestamente como consecuencia del llamado referéndum), Putin con los representantes de las autoridades de ocupación firmaron un documento sobre la adhesión de Crimea a la Federación Rusa. Dos días después, el 20 de marzo, la Duma Estatal de la Federación Rusa lo ratificó casi por unanimidad, y el 21 de marzo hizo lo mismo el Consejo de la Federación, con lo que el documento entró en vigor. En 2019, el autoproclamado primer ministro de las autoridades de la ocupación en Crimea, Sergei Aksyonov, confesó que Putin dirigió personalmente la ocupación de Crimea.

En espera de la liberación

Ucrania declaró en todas las plataformas internacionales la ocupación de la península de Crimea como un crimen de Rusia. La UE, el Reino Unido y EE. UU. no han reconocido a Crimea como rusa y han impuesto sanciones al país agresor. Ucrania también dejó de cooperar con muchas empresas rusas. Durante nueve años, funcionarios del gobierno ucraniano, organizaciones de la sociedad civil y activistas han trabajado para retornar Crimea y poner fin a los combates en el este del país. A pesar de las negociaciones con Rusia, los discursos en la ONU y la comunicación con los países occidentales sobre la presión política y económica a la Federación Rusa, aún no se ha influido en el país agresor.

La península temporalmente ocupada se ha convertido en un lugar donde se violan sistemáticamente los derechos humanos: se producen detenciones y registros masivos de los activistas que discrepan del régimen, y se persigue, encarcela y exilia a personas inocentes bajo el pretexto de la “lucha contra el terrorismo”. Además, a los hombres de allí se les moviliza a la guerra a gran escala, que la Federación Rusa lanzó en febrero de 2022, por lo que se ven obligados a abandonar de nuevo la península para evitar combatir con sus compatriotas.

Oleg Sentsov — director de cine originario de Crimea que fue preso político del Kremlin desde 2014 hasta 2019, reflexionando sobre la ocupación de la península, señala que las autoridades rusas esperaban una toma rápida e indolora para sí de Crimea. Había varias razones para ello: la cuestión lingüística (la mayoría de los residentes en la península hablaban en ruso y daban prioridad a los medios de comunicación rusos); la relativa pasividad de los residentes en la vida política de toda Ucrania; la alta eficacia de la propaganda rusa. Por supuesto, todas estas razones son lagunas del sistema político ucraniano de entonces, que no prestaba suficiente atención al desarrollo social y cultural de Crimea, principalmente porque no percibía a Rusia como un enemigo y agresor potencial. A pesar de todo, la mayoría de los habitantes de Crimea (ucraniano y rusohablantes) seguían considerándola una república autónoma dentro de Ucrania.

Según el director, después de la ocupación definitiva de Crimea, es decir, desde el 18 de marzo de 2014, cualquier reunión pacífica en apoyo del curso proucraniano del desarrollo de la península se ha vuelto aún más peligrosa para la vida de lo que era antes. A los “disidentes” simplemente se les eliminaba: las personas desaparecían, algunas aparecían muertas. Al mismo tiempo, quienes apoyaron la incorporación de Crimea a la Federación Rusa o aceptaron pasivamente este hecho se sintieron decepcionados, ya que el país invasor no cumplió sus promesas televisivas de una “vida mejor”. E incluso después de más de nueve años de ocupación, Crimea no se ha convertido en un oasis ruso donde sus residentes pudieran sentirse realizados. Es decir, el desarrollo político de la sociedad en la península parece haberse paralizado: la gente decente ya no apoya (o sigue sin apoyar) a Rusia, pero expresar una postura de oposición hacia las autoridades es demasiado arriesgado como para que se forme una comunidad proucraniana activa. Mientras tanto, muchos rusos llegan a Crimea y establecen allí su propio orden, continuando así su expansión cultural.

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Durante el tiempo bajo la ocupación, Crimea ha pasado de ser una región con gran potencial económico y turístico a convertirse en una base militar de la Federación Rusa, allí se despliega gran cantidad de equipamiento militar, que se utiliza activamente en la fase a gran escala de la guerra contra Ucrania. También se llevan a cabo formaciones militares con regularidad. Las autoridades de la ocupación controlan e identifican a todos los que discrepan de la política rusa y explotan temerariamente todos los recursos disponibles de Crimea para satisfacer sus necesidades y ambiciones agresivas. Resultaron vacías las grandes promesas de los propagandistas rusos sobre una “vida mejor” en la península cuando sus militares “restauren la justicia histórica” y devuelvan estas tierras a la Federación Rusa. La historia demuestra que ningún territorio invadido por el “mundo ruso” ha mejorado, sino que al revés ha decaído. Por lo tanto, dado que los ocupantes no tienen previsto abandonar la península voluntariamente, las Fuerzas de Defensa de Ucrania están haciendo todo lo posible para tarde o temprano liberar Crimea.

Pericia: Representación del Presidente de Ucrania en la República Autónoma de Crimea.

El material ha sido preparado por

Fundador de Ukraїner:

Bogdán Logvynenko

Autora:

Natalia Ponedílok

Anna Yabluchna

Ivanna Krukovska

Editor de fotos:

Yurii Stefanyak

Administradora de contenido:

Yana Rusyna

Traducción,

Jefa de redacción en español:

Svitlana Kazakova

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