Cómo Rusia destruye el sistema sanitario ucraniano

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Librar una guerra según las reglas de la misma no es la táctica de la Federación Rusa, esto ha quedado claro desde los primeros días de la invasión a gran escala. Los ataques regulares contra las infraestructuras civiles y los edificios residenciales, el aterrorizar a la población civil y la creación artificial de crisis humanitarias no son casualidades, sino pasos bien calculados del país terrorista.

Maria Kravchenko, coordinadora de proyectos de comunicación del Centro de Protección de la Salud de Ucrania (UHC), explica cómo durante el año de guerra a gran escala, el ejército ruso ha estado destruyendo el sistema sanitario de Ucrania: destrozando ciudades médicas enteras, bombardeando hospitales concretos, matando médicos, robando equipamiento y provocando crisis sanitarias.

Los atentados dirigidos contra instalaciones médicas de Ucrania y su personal son una de las estrategias de guerra de la Federación Rusa. Los ataques planificados y deliberados de los militares rusos contra las infraestructuras médicas demuestran una vez más su crueldad y su deseo de matar al mayor número posible de ucranianos y desmoralizar a los que siguen plantando resistencia. Ya que al bombardear las instalaciones médicas, Rusia está arrebatando a la población su última sensación de seguridad, porque son los lugares donde siempre debería prestarse ayuda y donde uno debería de estar seguro.

En los once meses de guerra a gran escala, el equipo de UHC registró más de 250 ataques contra las instalaciones sanitarias, numerosas violaciones del derecho internacional y casos individuales que podrían dar lugar a procedimientos penales.

UHC
Centro ucraniano independiente educativo-analítico, creado en marzo de 2021.

Proteger no se puede destruir

Los hospitales ucranianos siguen funcionando incluso en condiciones de hostilidades activas para garantizar la prestación continua de asistencia médica a la población civil. Las funciones de las instituciones médicas en tiempos de guerra se describen en protocolos y estatutos internacionales. Los mismos documentos garantizan su protección especial como lugares de seguridad pública. Cualquier ataque deliberado contra las instalaciones sanitarias es potencialmente un crimen de guerra.

El Derecho Internacional Humanitario (DIH) es un conjunto de normas y principios que rigen la protección de las víctimas de la guerra y limitan los métodos y medios de los conflictos armados. La mayor parte del DIH se recoge en los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, adoptados por todos los estados del mundo. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) califica estos convenios como uno de los logros más importantes de la humanidad en el último siglo.

Convenios de Ginebra
Acuerdos multilaterales que consagran en el derecho internacional las normas de trato humano en tiempo de guerra. Actualmente, existen 4 acuerdos (el primero se firmó en 1864).

A pesar de los protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra que aparecieron en 1997 y 2005, las normas básicas descritas en ellos permanecen intactas: todas las partes en guerra deben hacer todo lo posible por proteger a los civiles durante las hostilidades. Según el DIH, las infraestructuras sanitarias (hospitales y su personal médico) tienen una protección especial. Se consideran territorio protegido durante los conflictos y las guerras, y las fuerzas militares deben hacer todo lo posible para evitar poner en peligro las instalaciones sanitarias y su personal.

En particular, el artículo 18 de la Convención de Ginebra de 1949 establece: “Los hospitales civiles establecidos para la asistencia a los heridos, enfermos, discapacitados y a las parturientas no serán objeto de ataque en ningún caso, y serán respetados y protegidos en todo momento por las Partes en conflicto.”

Los Convenios de Ginebra también prohíben obstruir el trabajo de las instalaciones médicas, utilizarlas para fines distintos de los previstos o como escudos humanos. Rusia ha ratificado los Convenios de Ginebra y, como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobó la Resolución N.º 2286 de 3 de mayo de 2016, que le obliga además a aplicar los convenios específicamente en materia de infraestructura médica.

Pero ni siquiera esto frena la crueldad de los militares rusos. Los ataques que están llevando a cabo en Ucrania (y que han “practicado” antes en otros países) son crímenes de guerra por los que aún no se ha castigado a nadie.

Destrucción de hospitales — típica táctica del ejército ruso

Lo que está ocurriendo con el sistema sanitario en Ucrania desde el 24 de febrero de 2022 no es una historia aislada. Esto ya ha ocurrido en otros países durante otras guerras en las que Rusia estuvo implicada.

Durante la guerra civil en Siria (en curso desde 2011), las fuerzas gubernamentales rusas y sirias lanzaron una campaña centrada en la destrucción de hospitales e instalaciones médicas en zonas no controladas por el gobierno sirio. El analista militar Tom Cooper cuenta que, en septiembre de 2015, los rebeldes sirios, con el apoyo de la ONU y de la organización de voluntarios Cascos Blancos, que proporcionaba ayuda médica y evacuaba a la población, entregaron todas las coordenadas de los hospitales de Alepo al mando ruso. Esto se hizo con la esperanza de que Rusia respetará las reglas de la guerra y no bombardeara estas instalaciones médicas. Sin embargo, este gesto se utilizó contra los sirios: las tropas rusas bombardearon todos los hospitales de la lista. El resto de las instalaciones médicas tampoco sobrevivieron, por mucho que los sirios intentaran disimularlas, porque los ocupantes rusos consiguieron de alguna manera el resto de los datos sobre la ubicación de estas instalaciones.

Desde 2017, el equipo de The Times Visual Investigations (EE. UU.) ha estado siguiendo los repetidos bombardeos de hospitales en Siria. Fue una estrategia coordinada del ejército sirio y su aliado, la Federación Rusa. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, desde finales de abril de 2019, las fuerzas controladas por el presidente sirio, Bashar al-Assad, han atacado al menos 50 instalaciones sanitarias en Siria.

Según la organización internacional de derechos humanos PHR, que también documenta ataques contra el sistema sanitario en Siria, se han registrado 601 ataques contra 400 instalaciones médicas desde el inicio del conflicto militar en 2011. 244 de estos ataques (el 40% de todos los ataques desde 2011) fueron llevados a cabo por las tropas rusas o por las fuerzas gubernamentales sirias respaldadas por Rusia.

En 2017, el Banco Mundial señaló que la destrucción del sistema sanitario en Siria causaría más daño a la población que los propios combates.

Banco Mundial
Una de las mayores instituciones financieras del mundo (fundada en 1945) que puede conceder préstamos y subvenciones a los gobiernos.

En junio de 2020, Rusia anunció su decisión de retirarse del acuerdo voluntario de la ONU destinado a proteger hospitales, instalaciones médicas y el suministro de ayuda humanitaria en Siria, según el cual la ubicación de dichas instalaciones se transfería a las partes en conflicto para evitar ataques contra ellas. En aquel momento, Louis Charbonneau, director de la organización internacional Human Rights Watch en la ONU, declaró: “Si Rusia piensa que esto le ayudará a eludir su responsabilidad por los crímenes de guerra, está profundamente equivocada. Nosotros y otros grupos seguiremos investigando y documentando el bombardeo deliberado de los hospitales y otros crímenes graves en Siria.”

Sin embargo, Rusia aún no ha sido castigada por estos delitos.

¿Por qué los hospitales no son un objetivo militar?

Los analistas y expertos militares suelen distinguir entre dos tipos de ataques: selectivos e indiscriminados. Ambos son crímenes de guerra según el Derecho Internacional Humanitario. El principio de diferenciación, descrito por el CICR, establece que las partes en conflicto deben distinguir entre objetos militares y civiles.

Sin embargo, la mayoría de los ataques cometidos durante la guerra a gran escala demuestran que los militares rusos ignoran por completo esta reglamentación. En otras palabras, disparan a todo.

Además de los ataques indiscriminados, los expertos registraron numerosos casos de bombardeos selectivos. Todos ellos se destacaron por su brutalidad particular, y la destrucción de las infraestructuras civiles parece haber sido deliberada con el fin de infligir el mayor daño posible a los civiles ucranianos. Además de los bombardeos, se revelaron numerosos casos de violencia física y moral contra los trabajadores sanitarios, saqueos y destrucción deliberada de material médico y auxiliar.

Según el Protocolo I de los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, un objetivo se considera militar si contribuye significativamente a la operación militar. Sin embargo, algunos manuales militares también incluyen los tipos de objetivos que “favorecen indirecta pero eficazmente a las capacidades de combate del enemigo”. Por esta razón, los centros de infraestructura política, financiera o social pueden, en determinadas condiciones, considerarse objetivos legítimos de ataque durante la guerra.

Sin embargo, un ataque contra las infraestructuras sanitarias no puede considerarse legal, ya que estas acciones tienen como objetivo principal desmoralizar a la población civil, más que reducir el poder militar de las fuerzas armadas del país oponente y/o de sus aliados.

Si el objetivo principal de cualquier acto o amenaza de violencia es infundir miedo y terror entre la población civil, tales actos están prohibidos. El artículo 5 del Protocolo I de los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 prohíbe los ataques indiscriminados que:

– no se destinan a un objetivo militar específico;

– utilizan un método o medios de guerra que no puedan dirigirse contra un objetivo militar específico;

– utilizan los métodos o medios de guerra cuyos efectos no puedan limitarse según los requisitos del presente Protocolo.

Por lo tanto, cada uno de estos casos puede considerarse un crimen de guerra, ya que se trata de un ataque contra los objetivos civiles.

Un tipo especial de ataque indiscriminado es el “bombardeo de alfombra”. Se trata de un bombardeo gradual y a gran escala de un territorio que daña cada parte de una zona seleccionada del terreno. Un ataque de este tipo suele llevarse a cabo lanzando muchas bombas no guiadas (también llamadas bombas de caída libre) sobre una zona determinada con el fin de destruir toda la infraestructura militar y civil y matar al mayor número posible de personas, tanto militares como civiles.

Este tipo de ataque, destinado a matar o herir a civiles, también está prohibido por el artículo 51 de los Convenios de Ginebra.

Quién y cómo registra los ataques al sistema sanitario ucraniano

Desde los primeros días de la invasión a gran escala, el equipo del UHC comenzó a documentar los crímenes cometidos por los militares rusos contra el sistema sanitario ucraniano. Además de ellos, Truth Hounds, el Ministerio de Sanidad de Ucrania y Physicians for Human Rights (PHR) también registran estos crímenes en Ucrania.

Los índices del número de víctimas del bombardeo ruso de las instituciones médicas puede diferir entre las organizaciones que documentan estos crímenes de guerra.

Instituciones médicas
Instituciones autorizadas, certificadas y legalmente registradas donde se presta asistencia médica cualificada. Abarcan desde pequeñas clínicas y centros de urgencias hasta grandes hospitales con complejas salas de urgencias y centros de traumatología.

Por ejemplo, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad (a 6 de noviembre de 2022), las tropas rusas dañaron 1 100 instituciones médicas ucranianas, de las cuales 144 fueron destruidas. No obstante, el UHC informa de 258 instituciones médicas dañadas (a 25 de enero de 2023). Esto se debe a que el UHC registra ejemplos concretos de ataques, mientras que el Ministerio de Sanidad vincula todos los daños a entidades jurídicas que serán indemnizadas por daños y perjuicios. Es más, según las estimaciones de septiembre del Ministerio de Sanidad, harán falta al menos 14,6 millones de euros para restaurar el sistema sanitario ucraniano tras la victoria.

Los donantes y empresas internacionales ya participan o tienen previsto participar en la reconstrucción de los hospitales. Por ejemplo, la empresa Rolls-Royce Power Systems AG planea apoyar la reconstrucción de una clínica ambulatoria en el pueblo de Huhra en Slobozhánshchyna, que fue destruida por las tropas rusas en marzo. Y el FC Dynamo está ayudando a reconstruir el edificio de radiodiagnóstico del Hospital Municipal n.º 3 de Cherníhiv, destruido en marzo.

Sin embargo, el equipo del UHC no registra tanto la destrucción como los ataques a hospitales. Los datos se recogen en varias etapas y se comprueban meticulosamente. Para ello, utilizan fuentes abiertas (noticias de los medios de comunicación, publicaciones en redes sociales), testimonios de representantes de los hospitales y testigos, así como datos oficiales de los departamentos de sanidad. El equipo del centro también visita algunas de las instituciones médicas afectadas, ya que así puede considerar cada ataque como un caso individual y como un fenómeno sistémico de esta gran guerra. De este modo, los expertos han realizado expediciones a la región de Kyiv, Sívershchyna y Slobozhánshchyna. Diana Rusnak, coordinadora del proyecto y analista del UHC, señala:

— Documentamos casos en los que los centros y el personal sanitarios han sufrido ataques directos, como bombardeos, agresiones o asesinatos. Por ejemplo, si en consecuencia del bombardeo se dañaron habitaciones, quirófanos o cualquier otra parte importante de las instalaciones médicas. Si el objetivo del bombardeo eran los edificios vecinos y la onda expansiva rompió varias ventanas del centro médico, se considera un ataque indirecto contra este.

Estos datos son necesarios por dos razones: para ayudar a llevar a la Federación Rusa y a los culpables concretos (los militares rusos) ante los tribunales internacionales, y para que el mundo pueda evitar amenazas similares en el futuro. Pavlo Kovtonyuk, cofundador del UHC, explica por qué es importante registrar todos los casos de ataques a la infraestructura médica ucraniana y por qué es crucial comunicarlo a la comunidad internacional:

— La victoria en la guerra no será completa si no podemos establecer la justicia: si los delitos no se hacen públicos, no se mencionan los nombres de los criminales y no son castigados. La Federación Rusa está librando una guerra contra la población civil, del mismo modo que contra los militares. Este modelo de comportamiento forma ciertos patrones de conducta delictiva que surgen allí donde invaden las tropas rusas. Esto significa que la destrucción de las instalaciones médicas no es un conjunto de incidentes aleatorios, sino una estrategia de una brutal y bien pensada guerra, destinada a crear una catástrofe humanitaria para lograr objetivos militares.

A la hora de documentar los delitos contra el sistema sanitario, cada organización aplica su propia metodología y normas.

Ejemplo de informe anónimo de la OMS

Por ejemplo, el sistema de vigilancia de ataques a la asistencia de salud (SSA) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) genera un registro de los episodios de ataques a hospitales. Sin embargo, la OMS solo informa del número total de casos, sin revelar nunca detalles ni intentar relacionar estos precedentes con los presuntos responsables.

***

Fuente: UHC

5–6 ataques al día

A 1 de febrero, el equipo del UHC ha registrado 309 ataques contra el sistema sanitario de Ucrania. Solo durante la primera fase de la invasión (el equipo del UHC la define como el período entre el 24 de febrero y el 7 de abril. — Ed.), el ejército ruso disparó 184 veces contra las instalaciones médicas en todo el territorio de Ucrania. Por término medio, se trata de 5–6 ataques al día. Los ataques a las instalaciones médicas tampoco fueron un incidente aislado. El equipo del centro considera que los ataques a hospitales incluyen no solo los ataques directos y los bombardeos, sino también otros delitos cometidos por los militares rusos: el saqueo de equipos, su extracción fuera de los hospitales e incluso de Ucrania, la violencia física y las amenazas a los empleados, la captura de civiles como rehenes, etc.

Todo hace parecer que tales acciones de los militares rusos forman parte de un plan general para destruir a la población civil de Ucrania.

La geografía de estos ataques siguió el patrón y las direcciones de la invasión rusa. Los centros médicos de las regiones de Kyiv, Sívershchyna, Slobozhánshchyna, Prychornomoria y Donéchchyna han sido los más afectados. Las instalaciones sanitarias de Polissia de Zhytómyr, Podillia, Podniprovia y Zaporiyia también sufrieron daños causados por los ataques con misiles, a pesar de su relativa distancia de los epicentros de las hostilidades.

El mayor número de ataques contra hospitales se registró en la zona noroeste de Kyiv, en la trayectoria del avance del ejército ruso hacia la capital. Bucha, Borodyanka, Irpín, Vorzel, Gostómel, Makariv, Buzova, Byshiv y otras ciudades han sufrido horribles actos de violencia contra la población civil. Una cantidad desproporcionadamente grande de la infraestructura médica resultó dañada o destruida en los asentamientos circundantes de estas ciudades.

A enero de 2023, la intensidad de los bombardeos ha disminuido significativamente, y los principales ataques tienen lugar en el territorio de Donéchchyna, Slobozhánshchyna, Prychornomoria y Táurica.

El ejército ruso, además de bombardear las instalaciones médicas, utilizó otros medios para privar a los ucranianos de atención médica. En los territorios temporalmente ocupados, obligaron a los médicos ucranianos a atender solo a los soldados rusos. Al mismo tiempo, a menudo impedían el acceso a los civiles a las instalaciones médicas, restringían el suministro de ayuda humanitaria a los que la necesitaban, robaban y dañaban los equipos médicos y minaban los hospitales. El equipamiento de algunas instalaciones médicas fue trasladado a los territorios temporalmente ocupados o fuera de Ucrania.

Foto: Kostyantyn Guzenko

Los militares rusos también interrumpen constantemente la cadena de suministro de medicamentos a los territorios temporalmente ocupados y dañan los sistemas de suministro de electricidad, agua y gas de los centros sanitarios.

“Lo he dicho antes y lo repetiré una y otra vez: los ataques contra la asistencia sanitaria son inconcebibles, ha señalado el Dr. Hans Henry P. Kluge, Director de la Oficina Regional de la OMS para Europa. — Esto no solo constituye una violación del derecho internacional humanitario, sino que además mata y hiere a los civiles y profesionales sanitarios, y obstaculiza gravemente la prestación de asistencia sanitaria y el acceso a ella para los que más la necesitan. En medio del horror de la guerra, seguimos siendo testigos de los heroicos esfuerzos del personal médico, incluidos muchos a los que he tenido el honor de conocer personalmente, que son el orgullo de su profesión a pesar de su sufrimiento personal.”

Cómo trabajan los hospitales ucranianos pese a la guerra

En los primeros días de la guerra a gran escala, las instituciones médicas se enfrentaron a problemas de suministro y/o escasez de medicamentos y dispositivos médicos adquiridos en las regiones donde se estaban llevando a cabo combates activos. Al rescate acudieron organizaciones humanitarias y de la sociedad civil, socios extranjeros y ucranianos de a pie. Actualmente, en el duodécimo mes de guerra, el problema de suministros de médicos a Ucrania occidental se ha estabilizado, pero los hospitales siguen preparándose para distintos escenarios preparando reservas y planes de acción.

Foto: Lynsey Addario

El sistema sanitario ucraniano resistió la primera ola de presión gracias a los médicos que siguieron trabajando y a los directivos que respondieron rápida y eficazmente a la situación, habiendo modificado las particularidades de su trabajo.

Los médicos del oeste de Ucrania destacan que, debido a la proximidad de la frontera, un gran número de habitantes de la zona se han marchado. Por un lado, esto ha impactado de manera algo negativa el sistema sanitario (salida de especialistas y pacientes), pero, por otro lado, ha ayudado a los médicos locales a mantenerse a flote hasta cierto punto, ya que, en lugar de los residentes locales, los desplazados internos ucranianos han acudido a estas regiones en busca de refugio y seguridad.

“A lo largo de un mes, hasta marzo aproximadamente, el 80% de nuestros pacientes ingresados [en el Hospital Clínico Infantil Regional de Ivano-Frankivsk] eran desplazados internos. La mayoría eran niños de las regiones del norte y del sur, y más tarde hubo más gente de las regiones de Donetsk y Lugansk. Muchos habitantes de la zona ya han regresado, así que la mayoría de nuestros pacientes son niños de Ivano-Frankivsk”, comentó al UHC Natalia Mytnyk, subdirectora médica del Hospital Clínico Infantil Regional de Ivano-Frankivsk.

Los médicos también afirman que en los primeros días de la invasión a gran escala, los directivos empezaron a equipar los sótanos de los hospitales.

“No tenemos un refugio antiaéreo, sino un sótano. Pero estamos a 30 kilómetros de la central nuclear [de Yuzhnoukrainsk] y llevamos varios años seguidos invirtiendo en él. Allí tenemos duchas, aseos, habitaciones alicatadas y encaladas, y oxigenadas. Ahora no hay refugios antiaéreos como tales. Es un refugio antirradiactivo, pero puede salvarnos de la metralla y de algunos impactos”, explica Volodymyr Krasokha, director del Hospital Multidisciplinar de Voznesensk, a poco más de 230 km de Mykoláyiv.

La considerable extensión de la línea del frente, las hostilidades activas y el bombardeo hostil deliberado de los hospitales obligaron a algunos médicos a abandonar sus puestos de trabajo y buscar refugio en ciudades más seguras de Ucrania o en el extranjero. Pero los especialistas que permanecieron en los hospitales, sobre todo en las ciudades de primera línea, de hecho vivían allí, y algunos siguen haciéndolo. Por ejemplo, los especialistas vivieron en el Centro Perinatal Regional de Járkiv hasta abril.

Su directora, Iryna Kondratova, contó que cada día tenía que idear nuevas formas de motivar al personal para que siguiera trabajando bajo el fuego. Por ejemplo, encontraba voluntarios para hacer manicuras al personal médico en el mismo hospital, y aceptaba coches de los voluntarios llenos de tulipanes para el 8 de marzo. Todo ello contribuyó a mantener al equipo en un buen estado emocional. Incluso David Beckham, futbolista británico y Embajador de Buena Voluntad de UNICEF, ayudó a compartir información sobre las realias de su trabajo. Durante un día, dio a Iryna Kondratova acceso a su página de Instagram. Así que, en las historias, Iryna mostró cómo el centro perinatal se había trasladado al sótano para proteger a los pacientes. Pero, por desgracia, había bebés que estaban en cuidados intensivos y dependían del funcionamiento de los equipos médicos especiales, por lo que no se los pudieron llevar al refugio.

— También pensaba en el personal en ese momento (cuando los estaba motivando. — Ed.). Todos los días. Salía de mi oficina por la mañana, dando gracias a Dios por estar viva, y empezaba a abrazar a todo el que me cruzaba.

Ataques selectivos contra los hospitales

Se han registrado numerosos casos de uso de bombas aéreas no guiadas por parte de las tropas de la Federación Rusa contra objetos de la infraestructura civil. Por ejemplo, los ataques contra el Teatro Dramático de Mariúpol (10 y 16 de marzo), los edificios residenciales y un centro de cardiología de Cherníhiv (3 de marzo), el hospital municipal de Izium en Slobozhánshchyna (8 de marzo), bombardeos regulares contra los hospitales en Jersón (el más reciente el 29 de enero), etc. Todo esto indica que el uso de bombas no guiadas contra los objetivos civiles es una de las tácticas del ejército ruso en esta guerra a gran escala.

Hospital Clínico Regional de Jersón

Bombas superpesadas no guiadas. Hospital de maternidad de Mariúpol

Mariúpol era una de esas ciudades que se estaban desarrollando activamente en Ucrania. En 2022, la ciudad se convirtió en un ejemplo de destrucción masiva y horribles crímenes de guerra que casi no tienen análogos desde la Segunda Guerra Mundial. La destrucción de Mariúpol puede compararse con la de Grozni (capital de Chechenia, 1996) o Alepo (ciudad de Siria, 2016). Los militares de la Federación rusa participaron en la destrucción literal de cada una de estas ciudades.

Antes de la invasión a gran escala, Mariúpol contaba con una amplia red de atención médica. A diciembre de 2022, según el UHC, al menos 3/4 de la infraestructura médica de la ciudad estaba gravemente dañada o destruida: 82 de los 106 centros de atención médica. A pesar de que la ciudad seguía ocupada a principios de febrero y era imposible entrar en su territorio, el equipo pudo evaluar los resultados de los ataques utilizando fuentes abiertas e imágenes por satélite.

Un ejemplo de ataque selectivo es el bombardeo de la asociación médica territorial “Salud del niño y la mujer”. Este centro médico funcionaba como hospital de maternidad, clínica prenatal y en parte como hospital infantil. Atendía a la población de la ciudad y de los barrios del sur de la región de Donetsk.

Situado en el núcleo de la ciudad, el centro médico constaba de varios edificios independientes ubicados uno junto a otro en forma “П”: una unidad de diagnóstico pediátrico, una de maternidad, una de salud de la mujer, así como edificios técnicos y administrativos. El hospital estaba situado en el campus médico, junto a otras instalaciones médicas (como el Centro de Atención Primaria n.º 3, un ambulatorio infantil, el Centro Oncológico de Mariúpol y un centro de traumatología).

El 9 de marzo de 2022, los militares rusos llevaron a cabo un ataque aéreo contra la unidad de diagnóstico infantil y el hospital de maternidad. El avión lanzó dos bombas superpesadas no guiadas, probablemente proyectiles de demolición explosiva FAB-500, con una zona de impacto de 110 a 190 metros. Causan perjuicios mediante productos explosivos, escombros y ondas expansivas. Los proyectiles impactaron en el patio interior del complejo de edificios en forma de “П”, causando considerables daños. Uno de los proyectiles dejó un gran cráter en el patio del hospital.

Foto: Mstyslav Chernov

Dos edificios fueron los más dañados: el departamento de diagnóstico infantil y el hospital de maternidad. Se destrozaron las ventanas, fachadas, el espacio interior y los tejados de los edificios. Los representantes del centro médico informaron de que los daños estimados en los edificios y zonas circundantes eran del 90%. En el momento del ataque, el centro estaba en funcionamiento, con personal médico y pacientes en su interior. Diecisiete personas resultaron heridas y cinco murieron, entre ellas una parturienta.

En pocos días, funcionarios y medios de comunicación rusos hicieron una serie de declaraciones contradictorias según las cuales el hospital era un objetivo militar justificado porque supuestamente albergaba a soldados del regimiento Azov. Los propagandistas rusos también afirmaron que no había pacientes ni personal en el hospital durante el ataque. Sin embargo, no pudieron aportar ninguna prueba que respaldara estas afirmaciones, mientras que existen numerosas pruebas de lo contrario.

Regimiento Azov
Destacamento de Operaciones Especiales que pertenece a la Guardia Nacional de Ucrania, creado en 2014. Participó en la defensa de Mariúpol. Los rusos utilizan la imagen de la unidad en su propaganda, acusando a los militares de neonazismo y xenofobia.

Foto: Mstyslav Chernov

Bombardeo de mortero. Hospital del Distrito de Makariv

Otro ejemplo de ataque selectivo se produjo en la región de Kyiv. Se trata del Ambulatorio de Atención Primaria de Makariv.

Makariv es un pueblo de tipo urbano situado a poco más de 50 kilómetros al oeste de Kyiv, donde vivían casi 10 000 personas antes de la guerra a gran escala. En marzo, las tropas rusas atacaron la ciudad desde el norte, con la intención de cortar la importante autopista E40 que conecta Kyiv con el oeste de Ucrania. Las tropas rusas mantuvieron la periferia noreste hasta el 1 de abril de 2022. Durante ese tiempo, Makariv sufrió graves daños: más de 200 edificios quedaron destruidos y otros 600, entre ellos tres centros sanitarios, sufrieron graves daños.

El Centro de Atención Primaria de Makariv estaba situado en la parte noroeste de la ciudad, en el territorio del Hospital del Distrito de Makariv. Constaba de un edificio hospitalario principal, un edificio administrativo, una sala de urgencias y varios edificios técnicos. No había otras instalaciones en las inmediaciones, salvo algunos edificios residenciales.

El 28 de marzo, el ejército ruso bombardeó este centro con morteros. Las instalaciones quedaron completamente destruidas. Se rompieron las ventanas de los edificios cercanos y se encontraron restos de fuego de artillería. En el momento del ataque, la mayor parte del personal, a excepción de unos pocos empleados, ya había sido evacuado.

Durante la inspección de la zona, el equipo del UHC encontró rastros de fuego de mortero: cuatro cráteres de golpes de mortero cerca del lugar, situados a lo largo de una misma línea a una distancia aproximada de 10 metros entre sí. Se encontraron otros dos agujeros en los escombros del edificio. Este patrón indicaba que los militares rusos ajustaban el fuego de mortero por etapas hasta haber alcanzado finalmente el objetivo. El carácter de la destrucción en el centro médico, comparado con la destrucción en la zona circundante, indica que el ataque fue independiente y selectivo.

Serhii Solomenko, director del Centro de Atención Primaria de Makariv, una entidad municipal sin ánimo de lucro, comentó:

— Nos hemos enfrentado (además de los bombardeos. — Ed.) a otros problemas: la ausencia total de cualquier tipo de comunicación, la ausencia absoluta de Internet y, paralelamente a todo esto, el suministro eléctrico estaba dañado en la mayor parte de la comunidad. Nuestros empleados estuvieron en unas condiciones bastante difíciles.

Fuente: UHC

8 bombas no guiadas. Centro regional de cardiología de Cherníhiv

3 de marzo, 12:16: la videocámara del salpicadero de un conductor en la calle de Viacheslav Chornovil grabó a un avión ruso lanzando al menos ocho bombas no guiadas. Entonces, en consecuencia del ataque, 47 civiles murieron y otros 18 resultaron heridos. También resultaron dañados cuatro edificios de viviendas, una farmacia y el Centro Regional de Cardiología de Cherníhv.

Según el jefe de la Administración Militar Regional de Cherníhiv, Viacheslav Chaus, durante este ataque se utilizaron bombas aéreas FAB-500. “Normalmente, estas bombas se utilizan contra instalaciones militar-industriales y fortificaciones, no contra zonas residenciales”, escribió en su canal de Telegram. También señaló que no había instalaciones militares cerca, lo que fue confirmado posteriormente por las organizaciones internacionales de investigación.

En el lugar del ataque, el equipo del UHC encontró al menos cuatro cráteres de bomba evidentes, otro cráter potencial (enterrado bajo los escombros) y dos impactos directos en el edificio.

Se encontraron dos hoyos profundos en el patio del centro de cardiología, y la fachada muy dañada, con las ventanas rotas en la unidad de hospitalización y en uno de los edificios del hospital. En el momento del ataque, el 3 de marzo, el hospital permanecía cerrado, por lo que, afortunadamente, se logró evitar significativas víctimas.

Las imágenes por satélite también mostraron que los daños en el hospital se produjeron después del 28 de febrero. Es probable que el ataque sea un crimen de guerra y debe ser investigado por la Corte Penal Internacional.

Municiones de racimo. Kyinka en Sívershchyna

Kyinka es un pueblo donde vivían unas 2 500 personas antes de la invasión a gran escala.
Está situado en las afueras del suroeste de Cherníhiv, cerca de la importante autopista E95 y en la carretera P69 que une Cherníhiv y Kyiv.

Durante el asedio de Cherníhiv, el pueblo fue rodeado pero nunca capturado por las tropas rusas debido a la resistencia de los defensores locales. El pueblo ha sido bombardeado repetidamente desde el 28 de febrero. Durante los ataques, las fuerzas rusas utilizaban diversos tipos de armas, incluidas las prohibidas municiones de racimo.

Foto: UHC

Foto: UHC

Una munición de racimo es un tipo especial de bomba aérea. Tiene paredes finas y un gran número de elementos en su interior: pequeños fragmentos, minas aéreas, minas para diversos fines (antitanque, antipersona, incendiarias).
Por lo general, estos proyectiles suelen explotar en el aire, alcanzando una amplia zona con sus mortíferas “entrañas”.

Bonnie Doherty, investigadora principal sobre armamento de Human Rights Watch, afirma que estos proyectiles pueden tener efectos retardados y suponer una doble amenaza para la población: no todas las minimuniciones explotan al impactar, algunas permanecen en el suelo. Algunas tienen colores y formas llamativas, lo que atrae a los niños y puede causar daños tanto a niños como a adultos.

El uso de estas municiones está prohibido debido a su efecto indiscriminado masivo y al peligro significativo que suponen para la población civil.

Kyinka contaba con dos centros de atención primaria. Poco antes del comienzo de la invasión a gran escala, se planificó abrir uno nuevo, construido en 2020, para sustituir el antiguo. Ambas instalaciones sufrieron daños durante el bombardeo del pueblo: en su territorio se encontraron restos de municiones de racimo (presuntamente el 9M27K) disparadas desde un sistema de lanzamiento múltiple de cohetes (MLRS) BM-27 Uragan o BM-30 Smerch.

MLRS
Sistema de lanzacohetes múltiple, un tipo de sistema de artillería. Se puede utilizar para atacar mano de obra, equipos y vehículos blindados, así como centros de mando.

El carácter de los daños indica que el bombardeo fue aleatorio y no relacionado con los objetivos militares específicos.

Un sistema que ha resistido pero necesita apoyo

A pesar de los ataques selectivos y regulares contra el sistema sanitario ucraniano, podemos afirmar que ha sobrevivido. Hasta cierto punto, esto se debe incluso a la pandemia del COVID-19, que obligó a los hospitales a prepararse para trabajar en condiciones atípicas, a menudo extremas. Pero, sobre todo, se debe gracias a los firmes especialistas que siguieron trabajando contra viento y marea, así como al fuerte apoyo de los ucranianos de todo el mundo, que ayudaban en todo lo posible.

Las historias de los ataques rusos al sistema sanitario ucraniano que se han registrado en Ucrania no son aisladas, sino lo bastante típicas como para afirmar con certeza que tal comportamiento de los militares rusos es propio de su estrategia bélica. De hecho, casi todos los ataques fueron deliberados, brutales y repetitivos.

En algunas regiones de Ucrania, los trabajadores se vieron obligados a evacuarse, por lo que estos centros médicos no pudieron prestar una asistencia completa debido a la amenaza potencial tanto para los pacientes como para el personal. Los hospitales fueron trasladados a lugares más seguros con la totalidad de sus edificios y departamentos, incluido el equipamiento.

En contra de los principios básicos del derecho internacional humanitario, Rusia está librando una guerra contra los militares y los civiles. La naturaleza de la destrucción demuestra que las tropas rusas no separan los objetos civiles de los militares (intencionadamente o por negligencia) y utilizan las catástrofes humanitarias como herramienta de guerra.

Los ataques del ejército ruso a los hospitales ucranianos no son solo una historia sobre la destrucción de las paredes o de todo un edificio, sino también sobre el impacto global en el sistema sanitario de Ucrania. Al destruir las instalaciones sanitarias y matar al personal médico, los militares rusos no solo perjudican a toda la localidad y arrebatan lo más valioso — la vida, sino que también afectan al futuro, ya que esos ataques impiden que cierta parte de los militares y civiles reciban atención competente a tiempo y de calidad.

Tras casi un año de guerra a gran escala en Ucrania, hay pruebas de sobra para llevar a los militares rusos y a sus mandos ante la justicia.

Por ello, el registro y la investigación exhaustivos de los ataques y la persecución de estos crímenes cometidos por los ocupantes deben ser una prioridad a escala internacional y nacional. Estos delitos deben documentarse de la manera más rápida y exhaustiva posible a fin de reunir una base probatoria global para futuros juicios. Es crucial para lograr que se haga justicia. Para acelerar este proceso, el equipo del UHC, en colaboración con Physicians for Human Rights (EE. UU.), EyeWitness to Atrocities e Insecurity Insight (Suiza), presentó una declaración a la Comisión Especial de Investigación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, pidiéndoles que den prioridad a las investigaciones de estas violaciones cometidas por la Federación Rusa en Ucrania.

Pavlo Kovtonyuk concluye que el sistema sanitario ucraniano ya está consolidado, pero necesita cambios para ser eficaz tras la victoria:

— La buena noticia es que en el año más crítico, nuestro sistema sanitario ha sobrevivido y soportado el golpe. Aunque hay comunidades en las que la situación es dramática, en general Rusia no ha conseguido desbaratar por completo nuestro sistema médico en ninguna parte, salvo en los territorios temporalmente ocupados. Pero a largo plazo, la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario depende de su modernización. Es mucho lo que está en juego. Un sistema médico anticuado será un lastre para nuestra economía durante el proceso de recuperación. Por lo tanto, al igual que se está modernizando nuestro ejército, tenemos que modernizar nuestro sistema médico.

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Fundador de Ukraїner:

Bogdán Logvynenko

Autora:

Maria Kravchenko

Jefa de redacción en ucraniano:

Anna Yabluchna

Editorial:

Lesya Bogdan

Editor de fotos:

Yurii Stefanyak

Administradora de contenido:

Yana Rusyna

Traducción:

Oleksandra Kulibaba

Jefa de redacción en español,

Edición de la traducción:

Svitlana Kazakova

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